Los centros de cuidado a personas de la tercera edad enfrentan varios desafíos, pues al estar a cargo de una población vulnerable al virus deben prevenir a toda costa el posible contagio, aislando a estos adultos mayores de sus familias y del mundo exterior.
El jueves 3 de septiembre inició la reapertura de restaurantes y gastro-bares en la capital. Se cerraron 100 calles y se implementaron diferentes modalidades como plazoletas, extensiones en andenes, y peatonalización de algunos sectores.
Fieles y líderes religiosos desean retomar loscultos de forma presencial, pues algunos aseguran que su estado de ánimo se vio afectado desde que estos se pausaron. Sin embargo, otros consideran que se debe esperar a que los contagios bajen en la capital.
La educación primaria en Colombia en medio de la pandemia esta siendo un gran reto para los niños, sus padres y el sistema educativo. Mientras los colegios privados buscan justificar sus costos con largas jornadas y tareas, los colegios públicos buscan reinventarse para evitar la deserción escolar.
Mas eficiencia y mayor cobertura de internet para el país por la disrupción a causa de la pandemia, evitando la saturación de la red por los usuarios. Aumenta así el registro estadístico sobre tráfico de navegación web proveniente de operadores que brindan el servicio de conectividad, mejorando, renovando y ampliando la infraestructura, además de la cobertura de la nación. El cambio fue abrupto, aun así, la mayor parte de la población migró a la virtualidad, que comparado con 2019, aumentó significativamente.
Los médicos generales, Gabriel Castañeda y Tito León Maya, hablan de la difícil situación económica y social a la que se enfrenta la profesión, aunque sean elementales para enfrentar el Covid-19, no creen que ocurra un cambio respecto a las condiciones de trabajo de este tipo de doctores. Con casi 6 meses en aislamiento por la pandemia de la Covid-19 en Colombia, continua la amenaza del virus en la salud del ser humano.
El temor a la muerte, el contagio de sus familias, el estrés de las jornadas laborales y la estigmatización de la sociedad, desencadenan preocupaciones que afectan la salud mental del personal médico.
Desde la llegada del Covid-19 al país, los centros geriátricos han tenido que reinventarse para la salud física y emocional de sus pacientes. Desde el 24 de marzo, cuando se inició la cuarentena obligatoria en todo el territorio colombiano, el Ministerio de Salud afirmó que las personas más afectadas serían los mayores de 70 años. Esta es la población más vulnerable en la pandemia del COVID-19, los centros geriátricos del país han tenido que cambiar sus medidas de seguridad y reinventarse por sus pacientes.
Bogotá, la capital de Colombia, se caracteriza, por ser una ciudad donde la desigualdad y la creciente pobreza son el pan nuestro de cada día. Solo en 2019, el DANE reporta que en Bogotá la pobreza multidimensional escaló de 304.000 hasta 537.000 personas. Esta cifra hoy puede ser exponencialmente más alta, porque además de la fuerte drogadicción en la indigencia, se suma la pobreza generada esta pandemia.
Los cursos remotos con la calidad de la educación superior y las asesorías psicológicas profesionales virtuales, tanto gratuitas como a precios accesibles, están a la mano de todos los jóvenes y buscan alivianar los problemas a causa de la pandemia.
Desde el mes de marzo, las peluquerías y peluqueros tuvieron que cerrar por la cuarentena estricta en el país debido a la pandemia del coronavirus. Tras la difícil situación de salud en el territorio nacional, muchos de los establecimientos comerciales que no son de extrema necesidad en el país tuvieron que cerrar las puertas. Desde ese entonces, la crisis por parte de los dueños y empleados de estos establecimientos salió a flote.
Pensar que al estar en un país a más de 4.000 kilómetros distancia de lo que yo llamo hogar significaría sentir la separación máxima de mi familia, es sólo una percepción de lugar. Experimenté la verdadera distancia cuando estaba a menos de cinco metros de la persona que me trajo a este mundo. El no poder sentir sus besos, sus caricias, e incluso sus abrazos, hizo que la distancia entre mi madre y yo se acrecentara, a pesar de que ya estábamos bajo el mismo techo después de que yo había vivido en otro país durante más de seis meses.