En Colombia, aproximadamente 500 mil personas abusan o tienen dependencia de la marihuana, cocaína y bazuco, las sustancias más consumidas por los colombianos, después del alcohol y el tabaco, conforme dicta el último Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Colombia, realizado por el Observatorio de Drogas del Ministerio de Salud.
Hablamos con Vicente Duarte, empleado del centro de rehabilitación de drogas “Jardines de Jehová”, de su perspectiva sobre los alarmantes índices en crecimiento de pobreza y, por ende, de la indigencia en la ciudad a raíz de la pandemia. Duarte nos dijo lo siguiente: “Poco a poco, vamos notando en la fundación como cada vez, hay más familias y, sobre todo, muchachos que por falta de oportunidades, se sumergen en la indigencia, y al mismo tiempo sin darse cuenta, en todos los peligros que trae vivir en la calle”.
También le preguntamos qué papel desempeñaba la alcaldía en relación a la pandemia con entidades como el centro Jardines de Jehová. Duarte nos respondió así: “Al principio implementaron dinámicas de ayuda a nivel distrital, pero que con el tiempo, se ha visto que no se ha hecho mucho más de lo que se hacía antes.”
Experiencia en un 'cambuche'
Salimos a un conocido “cambuche” de Engativá a conocer de primera mano la actualidad del indigente y del habitante de calle. Nos topamos con gente muy amable, educada a su manera, para sorpresa del imaginario colectivo. Hablamos con habitantes de calle y notamos cosas muy curiosas. En el lugar había niños, muchos extranjeros y, no todos, tienen problemas drogadicción.
Nos contaron lo que ha sido su experiencia en las calles durante la actual crisis sanitaria y del nulo apoyo del distrito hacia ellos como población vulnerable. Muchos, ni siquiera, esperan nada de parte del Estado, dado que nunca les han colaborado. Jesús Pirela, venezolano, barbero de profesión y reciclador, desde hace 5 meses, nos manifiesta que por la pandemia perdió su trabajo a cuenta de la cuarentena decretada a nivel nacional. Desde ahí, no tuvo otra salida que salir a las calles a reciclar junto a su padre Pedro Pirela, su esposa Wendi Ruiz y su pequeño hijo de dos años exponiéndose a principalmente al virus y a todo tipo de atropellos tanto de la gente xenófoba.
La migración venezolana en estratos de pobreza
Pirela afirma que “a veces nos tratan como a perros, solo por no ser de acá”, además de recibir continuos abusos de la Policía. La migración venezolana es un punto ineludible al hablar de pobreza en Bogotá ahora. Al ser países vecinos desde antaño, ha habido migración, por parte y parte, pero al estallar e intensificarse la crisis económica en Venezuela, las cifras de migración no han parado de crecer, especialmente en Colombia, que es el lugar predilecto de migración para los venezolanos.
Actualmente, son unos dos millones de venezolanos los que estarían radicados en Colombia, muchos de ellos, pobres, según Migración Colombia. Aunque esta problemática no sea algo nuevo en el país y cada vez se vea más reflejada en las calles, en realidad, tristemente por parte del estado se ven pocas y a veces nulas acciones positivas.
Según cifras del DANE, la pobreza creció un 48 % respecto al 2019, en el mismo periodo de tiempo. Los pobres, en general, lo que hacen es hacerse más pobres en este país, debido a las escasas oportunidades que ya tienen per se, aunque esta situación nos haya afectado a todos. Aunque mucho se habla de las pérdidas económicas del país, copando la atención de los medios de comunicación convencionales, existe una gran indiferencia y una desinformación que nubla el concepto de que hay miles de personas en Bogotá que habitan en las calles como auténticos supervivientes.