En la coyuntura actual, la pandemia por COVID 19 ha sido todo un reto la educación virtual. Las instituciones educativas han intentado adaptarse para lograr una educación virtual de calidad, pero no todas han acertado. Las familias se enfrentan a diversos problemas como crisis económica, su salud mental y física, el aumento de la carga laboral y para quienes tienen hijos, tener un niño aburrido y frustrado en casa.
Cómo lo hacen quiénes tienen recursos económicos a su alcance
Existen un paralelo en la educación primaria en Colombia entre las instituciones públicas y privadas. Las instituciones privadas se enfrentan a conservar sus costos y su prestigio. Nathalia, madre Salomé quien tiene 5 años y cursa transición, nos contó su experiencia en la educación virtual. Mientras ella trabaja tiene a su hija en un escritorio al lado del comedor asistiendo. El colegio decidió conservar el horario de la presencialidad y obligar a sus estudiantes a portar el uniforme. Los profesores exigen a los papás ser activos en las clases con sus hijos para garantizar un buen aprendizaje. Sin tener en cuenta la disponibilidad de los padres.
La reinvención de la metodología usada en la educación virtual privada se ha quedado estancada en muchos casos. Los niños siguen teniendo las actividades en los libros, deben permanecer sentados todas sus clases frente a la pantalla y copiar en sus cuadernos lo que diga el profesor. Además de mantener las tareas y las evaluaciones. Al inicio del año escolar, Salome tenía 25 compañeros y ahora sólo tiene 11. El colegio se ha negado a bajar el precio de sus pensiones y han presionado a las familias en separar cupos para el año próximo. Los niños no cuentan con acompañamiento de cerca a su proceso y tampoco se les da un espacio para expresarse.
La forma austera y efectiva
Por el otro lado, hablamos con la profesora Patricia de un colegio oficial de Bogotá. Ella afirma que lo más importante es el bienestar, la motivación de sus estudiantes y el acceso garantizado a la educación de sus alumnos. El colegio se tomó el tiempo de encuestar a los padres de familia para conocer las condiciones a las cuales se enfrentaban. Debido a los resultados se decidió hacer una recolecta de equipos con egresados y materiales de la institución para aportar a la asistencia de clases.
Las horas de clase disminuyeron, se dividieron a los estudiantes en grupos más pequeños y adaptaron un proyecto de aula interdisciplinar para disminuir el trabajo luego de las horas escolares. Entre las actividades se encuentran video tutoriales, comedia o proyectos. Las asignaturas se dividen por semana y los lunes los profesores envían la guía de trabajo semanal que deben desarrollar los niños y subir la semana siguiente a una plataforma. Los padres que no tengas acceso a estas plataformas o no tengan conocimiento de su uso cuentan con la facilidad de enviar los archivos por mensaje.
Los profesores buscan espacios propicios para la expresión de las emociones y asesorías de tareas individuales para apoyar las dificultades presentadas por el estudiante. También hay un seguimiento a los estudiantes de los departamentos de psicología y fonoaudiología. El colegio ha adaptado en su totalidad el sistema de calificación cualitativo que venía implementando de manera progresiva años atrás con la principal función de enfocarse en el aprendizaje y no en la aprobación.
Las diferencias son muy evidentes y nos llevan a reflexionar sobre el sistema educativo colombiano que se ha visto desafiado en medio del aislamiento. El acceso a internet y a dispositivos para acceder a clases no esta garantizado. La brecha social es cada vez más evidente. La lucha contra la deserción escolar se siente perdida. El completo acompañamiento que exigen algunas instituciones a los padres no está proporcionado a la realidad del teletrabajo. La finalidad de las instituciones educativas privadas en este momento no es garantizar el aprendizaje sino lograr sobrevivir económicamente. Entre los muchos inconvenientes que enfrenta la educación en Colombia.