El 12 de mayo de 1990 alrededor de las cuatro y cuarto de la tarde explotó un carro bomba con aproximadamente 80 kilos de dinamita en la vía principal del barrio Quirigua. El narcotraficante Pablo Escobar y los Extraditables hicieron este día tres atentados en las ciudades de Bogotá y Cali. En este acto terrorista murieron quince personas, entre estas, siete niños y 150 personas quedaron heridas. Tres edificios quedaron totalmente destruidos y los automóviles que estaban detenidos en el semáforo sufrieron daños.
La historia de Juan
María nos cuenta “estaba en el segundo piso con mi papá y mis niñas cuando escuchamos una explosión. Todo el piso se movió como un terremoto. De un momento a otro, vimos por la ventana una estampida de gente huyendo de la principal. Empiezan a gritarme “su hermano, su hermano”. Juan, de 15 años iba en un bus dormido de vuelta a su casa cuando la explosión lo tomó por sorpresa. Llegó a la casa a verse en el espejo y María recuerda cómo gritaba “mi cara, mi cara” y empezaba a “botar sangre” por toda la casa. El vecino tenía una tienda y montó a Juan, a María y a su papá en la camioneta con los bultos de papa.
La mamá de Juan se había ido poco tiempo antes a la cevichería de su hija ubicada en la calle 80 con Avenida Boyacá. En el local estaban viendo en las noticias el atentado en el Centro Comercial Niza cuando recibió la llamada de María desde el hospital comentándole lo sucedido. Ella agarró su bolso y llamó a la póliza de salud para comentar que su hijo estaba siendo atendido en el hospital, que había sido victima del atentado y necesitaban a un representante de la empresa aseguradora para ayudarlos con los tramites.
En esos años la mamá de Juan y Maria trabajaba mucho y tenía una mujer en casa que trabajaba haciendo los deberes. Su nombre era Teresa y presenció todo desde la mañana. “Juan era un niño muy consentido, ese día se emberracó porque el almuerzo no estuvo temprano y decidió irse a acompañar a un amigo a una vuelta, aunque yo y la hermana le dijéramos que se esperar aún poquito”, nos dice. Fue en el camino de regreso a su casa cuando la bomba explotó y le cambió la vida para siempre. Ella quedó en la casa limpiando la sangre y cuidando a las hijas de María.
Existen daños irreparables
La recuperación de Juan ha tardado años, que estuvo un mes hospitalizado y perdió mucho de peso. Tenían que hacerle procedimientos en su cara cada mes. No podía comer porque el lado derecho de su cara quedó destruido. Tuvieron que reconstruirle sus mejillas, sus dientes, su mandíbula. Nunca terminó de recuperar la sensibilidad en su cara y oculta con su barba las cicatrices que le han dejado tantas cirugías faciales.