El proyecto de Museo Abierto de Bogotá, liderado por el Instituto Distrital de las Artes (Idartes), tuvo como objetivo propiciar espacios de encuentro y mejoramiento de la seguridad y la convivencia, a través de la implementación de procesos artísticos en las zonas bajo puente. El propósito de intervenir estos espacios priorizados por el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) fue contribuir a la reactivación económica, la participación ciudadana, la apropiación y la transformación física, cultural y social de los puentes de la ciudad capitalina.
“Es así como el tema adquiere una significativa importancia, por presentar estas zonas con altos índices de inseguridad y hurtos en la ciudad, y considerarse prioritario una intervención que logre mitigar dichas circunstancias”, afirma Catalina Rodríguez, gerente de artes plásticas y visuales de Idartes. Por tal motivo, para la institución es primordial generar acciones de corto plazo como estas intervenciones artísticas, que promuevan el interés ciudadano y visibilicen estas zonas.
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De acuerdo con Idartes, las zonas bajo puentes eran zonas inseguras y se presenciaban muchos robos, pero posteriormente a la intervención la percepción de seguridad cambió, al igual que el entorno y el sentido de pertenencia de quienes viven cerca.
Para Pablo Medina, cuidador de carros del Cementerio Central que colinda con el puente Avenida Ciudad de Quito con Av. Gabriel Andrade (Calle 68), a pesar de que el arte ayudó a que el puente se viera con más vida, la gente transita con inseguridad y miedo igual que antes, pues el espacio “se sigue prestando para mucho robo y se sigue con la misma zozobra”, afirma el cuidador de carros.
De acuerdo a Patricia Acosta, profesora en Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, no está claro de qué manera el arte urbano ayuda a que un espacio sea seguro o se perciba como tal, teniendo una relación de causalidad.
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“La calidad de ese espacio o incluso su configuración espacial invita o limita las formas de interacción”, sostiene Acosta. Las personas tienden a comportarse bien en un lugar cuando está en buen estado, y por el contrario las reacciones varían cuando el lugar está descuidado. Si las personas observan las Zonas Bajo Puente en un estado deteriorado, van a considerar el lugar apto para tirar basura.
La profesora menciona que “los espacios debajo de los puentes son espacio público, pero a veces son considerados espacios públicos residuales, porque en realidad no le tenemos uso. Y eso es gravísimo. Cada vez que uno no le tiene uso a algo se vuelve un botadero de basura”.
Margarita Sánchez, residente del Edificio Bosque 11 que colinda con el puente de la Calle 53 con Carrera 30, asegura que el arte debajo del puente no ha cambiado nada a lo que se vivía anteriormente. “Los indigentes continúan viviendo debajo del puente, generando basura, botando escombros y hasta quemando llantas”, menciona mientras señala los residuos que se encuentran por el piso de la zona. A su vez, refuerza la presencia de inseguridad debajo del puente, pues “aún hay expendedores de droga y a partir de las 6 ya no es recomendable salir por la zona”, dice la residente.
El proyecto de Museo Abierto de Bogotá contó con una inversión de más de mil millones de pesos otorgados a 99 artistas de la ciudad para que, a través del arte urbano, recuperarán el espacio público y mejorarán la seguridad y la convivencia de quienes transitan y viven por sus alrededores. Sin embargo, se espera que más políticas urbanas y no solo el arte intervengan en las problemáticas sociales de seguridad y salubridad en las Zonas Bajo Puente de la ciudad.