Luz Marina Ramírez: una mujer que nunca ha dejado de rodar

Sábado, 20 Julio 2024 09:46
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Ahora, a sus 69 años, la pionera del ciclismo femenino en Colombia se dedica a documentar los procesos barriales de la localidad de Ciudad Bolívar.

Luz Marina Ramírez en el mirador del barrio El Paraíso||| Luz Marina Ramírez en el mirador del barrio El Paraíso||| Laura Catalina Franco Vargas|||
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El viento frío llega hasta El Paraíso. Desde la última estación del Transmicable se pueden ver los barrios y las montañas de Ciudad Bolívar. Desde arriba, la localidad parece un mosaico de casas pintadas, un collage de cuadros verdes, amarillos, rosados y azules. Las canastas del Transmicable avanzan, se balancean, se detienen. Entre las tantas personas que se quedan en la estación un sábado a las nueve de la mañana, está Luz Marina Ramírez, quien se prepara para documentar otro día en la localidad que la ha acogido desde 1987.

Ella anda cómoda y sencilla. Va con un pantalón de sudadera, un chaleco negro y una camiseta aguamarina. Lleva consigo un monopod y una maleta roja. “Vamos a ver los grafos”, me invita mientras caminamos por las calles empinadas del barrio Alameda El Paraíso. En este sector, los artistas y grafiteros de la localidad están plasmando el pasado, el presente y el futuro de Ciudad Bolívar en las fachadas de las casas que están en el corredor del mirador.

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“La Luz Ma por donde anda tiene amigos”, me dice ella misma mientras vamos de camino. Luz Marina entra a una tienda y dicehola amigas”, va pasando y se encuentra a los vecinos y les dice “hola amigos”, necesita hablar con alguien y dice: “amigo...”. Ella conoce a todo el mundo.

En el corredor ya están los grafiteros con sus sudaderas, chaquetas y manos llenas de pintura. En el suelo hay cajas con brochas y aerosoles, los andamios se levantan descoloridos, las escaleras se recuestan en las paredes, el rap y el hip hop suenan desde los parlantes que acompañan a los artistas.

Luz Ma va con su cámara de mano Vixia HF R50, observa con mucha emoción los grafitis que ya están terminados y ve con esperanza los que están en proceso. “Horrendo, ¿no?”, me dice Luz Ma cuando ve un grafiti. No supe si eso era bueno o malo hasta que lo vi: dos caracoles coloridos; uno de ellos no tiene caparazón sino casas como las que se ven en la localidad. Este mural fue realizado por Arkano, uno de los grafiteros más reconocidos del sector, quien se inspira en la naturaleza para hacer sus trabajos.

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Luz Marina Ramírez rodó en su bicicleta desde los 15 hasta los 30 años, convirtiéndose en la pionera del ciclismo femenino en Colombia. Ahora, a sus 69 años, va de rodaje en rodaje con sus propias producciones, pues es una cineasta que cuenta por medio de lo audiovisual las memorias de la localidad de Ciudad Bolívar.

La etapa de ciclista de Luz Marina estuvo marcada por el éxito. El génesis de su afición por el ciclismo fue cuando, a los siete años, su mamá le alquiló un triciclo y ganó una de las microvueltas que se realizaban en esa época en el Parque Nacional. Luego, a los 14 años, participó en un bazar de ciclismo en Puente Aranda, el cual también ganó.

A los 15 años empezó a consolidar más su pasión por este deporte, que, según ella, le dio una sensación de libertad. Empezó a salir a rodar por carretera los fines de semana con sus amigos. En 1978, Luz Ma, a sus 23 años, vivió uno de los hitos más importantes de su vida y del ciclismo femenino en Colombia: fue la única mujer que compitió, contra 75 participantes, en una carrera clásica de Apulo a Girardot y quedó en cuarto lugar.

Con ayuda de Efraín Forero, el primer ganador de la Vuelta a Colombia en 1951, Luz Marina y otras mujeres ciclistas hicieron parte del primer club femenino de ciclismo Maquipan del grupo “El indomable Zipa en 1984. Luz Ma hizo parte del equipo Postobón, Suramericana de Eléctricos, Café de Colombia y de la Selección Nacional.

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Aunque sí hay un inicio en su carrera como ciclista profesional, los límites son borrosos al hablar de sus comienzos como documentalista.  Mientras caminamos por el corredor, Luz Ma me cuenta que lleva “39 años jodiendo con el tema, al inicio era toda esa goma de ir filmando”. Ella conoce Ciudad Bolívar al derecho y al revés, tiene fotos de cada lugar que recorre y de cómo se han ido construyendo las casas y las vías desde 1987, cuando fotografiaba con una cámara Kodak de plástico. Luego, empezó a filmar con una de las primeras videocámaras, la VHS 1600, los eventos sociales de sus vecinos, desde matrimonios y bautizos, hasta construcciones y protestas, sin imaginarse que estaba construyendo memoria y que su archivo haría parte del patrimonio fílmico de la localidad y del Museo de la Ciudad Autoconstruida.

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Pese al paso de los años, Luz Ma sigue siendo una mujer fuerte, con brazos y espalda ancha, con manos grandes que le han ayudado a mantener firme el manubrio, a cargar las cámaras pesadas y a construir su casa en Ciudad Bolívar. Ella llegó a la localidad con la promesa de un lote con servicios, en el cuál empezó a trabajar para construir su vivienda Arborizadora Baja, pues en el fondo sabía que el ciclismo profesional no le permitiría tener una propiedad. Le pregunto a Luz Ma si ha vuelto a rodar los fines de semana. Sin embargo, ahora que es documentalista de tiempo completo, me responde que solo usa la bicicleta para ir por los mandados.

La edad ya se ve en su rostro, las líneas de expresión circulan por su piel trigueña, color que resalta sus ojos verdes. Su cabello, originalmente negro, se va perdiendo entre las canas, siempre lleva una balaca o el cabello recogido para mantener su rostro despejado. Tiene cejas ya grises por el tiempo, que van sutilmente hacia abajo y da la impresión de que tiene el ceño fruncido, lo cual contrasta con su carácter extrovertido y la amabilidad que tiene con todos sus vecinos.

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Luz Ma no anda sola, siempre va con su equipo fílmico (cámara, baterías, memorias y trípode) y con su equipo humano: Andro, quien es su camarógrafo de confianza. Lo conoció en 2017 en un taller de formación de la Cinemateca: “Luz Ma es un personaje, cada vez le descubres más cosas”, me cuenta Andro, quien camina con nosotras y va haciendo time lapse de lo que están pintando los grafiteros.

Pocos son los que no saben de ella, los artistas locales la conocen, la saludan y la abrazan. Luz Ma conoce a todos los “pelaos”, como ella misma dice. Luki Rojo es uno de los muralistas que trabaja en el embellecimiento del corredor. “Estamos en la sociedad del mutuo elogio: yo la admiro mucho”, dice luego de que Luz Marina lo entrevistara para un documental de Canal Capital en el cual ella es una de las protagonistas.

“Todos nos reconocemos porque hemos estado en la misma lucha”, dice Luz Ma mientras filma, el trabajo de los artistas urbanos. Ella se ha posicionado como una lideresa, se describe como una matriarca en el barrio que, por medio del documental, ha visibilizado el progreso de esta localidad del borde sur de la ciudad: “Soy como la Marta Rodríguez de Ciudad Bolívar”.

Cuando le pregunto por qué le gusta tanto el trabajo documental, me responde con la frescura de quien no teme expresar lo que piensa: “Eso es como a quien le gusta el bazuco: uno no sabe por qué, pero le gusta”. Ese gusto, que llega más a la pasión, le ha permitido conocer y trabajar con directores de cine como Katia Lund y con escritores como Alberto Salcedo Ramos, Cristian Valencia y Mario Mendoza.

“Yo filmaba sin ninguna intención, toda la vida eso fue un vicio: saque fotos, revele y guarde”, me cuenta Luz Marina. En el año 2007, conoció Ojo al sancocho, el Festival de Cine Comunitario de Ciudad Bolívar donde abrieron talleres para estudiar cine. “Para eso era hebreo, yo no conocía los términos ni nada”, pero con su dedicación y sus ganas de sobresalir, empezó a involucrarse en todas las clases que hacía la Cinemateca para que las personas de los barrios crearan sus propias películas.

Luz Marina siempre ha sido una persona muy activa con el deseo de formarse y aprender: “siempre era muy aplicada, mis trabajos siempre estaban entre el primero y el segundo”. Esa dedicación le ha dado reconocimiento a nivel nacional y también internacional. Gracias a sus producciones ha podido viajar a ciudades como Buenos Aires, Lima y Santiago de Chile.

Ella disfruta del “parche”, de reunirse con jóvenes y con “La montaña audiovisual”, un grupo que incluye 13 colectivos de cine que se dedican a crear documentales, producir historias, recorrer y conocer el territorio. Esa pasión por descubrir dice que viene del ciclismo, donde pudo andar por muchos lugares y conocer a muchas personas: “Hay un reconocimiento y eso me hace seguir trabajando y seguir filmando en la localidad. (...) eso me place y me hace sentir siempre joven”.

En su corazón está visibilizar la localidad: Ciudad Bolívar tiene tanto para contar porque aquí convergen todas las cosas buenas, bonitas y feas del país, aquí llega todo el mundo”. En una ocasión, llevó al director de cine camerunés, Jean- Pierre Bekolo, a Ciudad Bolivar para que conociera la gestión cultural que se lleva a cabo en el territorio. Luego de esa visita, y con la ayuda del Instituto Cerros del Sur y de los vecinos de la comunidad, lograron crear “Potocine” una sala de cine comunitaria en la cual se proyectan los contenidos locales y hacen la experiencia de ir a cine más accesible para las personas del barrio.

Por medio de cursos, convocatorias, becas y talleres, Luz Marina se ha hecho conocer en el mundo del cine comunitario. En el 2023, obtuvo el premio al mejor corto documental con material de archivo en el Primer Festival Internacional de Cine Comunitario Historias en Kilómetros- Serranía de Perijá, con su corto documental “Mi ranchito hermoso”, el cual está hecho con tomas de la Ciudad Bolívar de los años 90.

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Es medio día y Luz Marina sigue con la misma energía y vitalidad de las nueve de la mañana. Ya el viento frío ha dado la vuelta y ahora el sol quema desde la mitad del cielo. El corredor del mirador está lleno de artistas, camarógrafos, niños, padres, perros callejeros y uno que otro turista. Luz Ma no pierde ninguna foto y ninguna oportunidad; se mueve con prisa, busca entrevistas y habla con cualquier persona que se cruce por su paso, así sea un extraño. Pese a su agilidad y su habilidad para encontrar historias, se atreve a decir: “hoy estoy lenta”. Yo me voy, vuelvo al Transmicable, mientras ella y su cámara se quedan para seguir documentando.

La velocidad que requiere para rodar en cicla es igual a su destreza en los rodajes. A Luz Marina Ramírez aún le esperan muchas carreras en el mundo del documental. Entre tantas metas por cruzar, su mayor sueño es profesionalizarse por medio del programa de profesionalización de artistas empíricos en la Universidad Minutos de Dios. Mientras comemos una empanada con tinto en la tienda de una de sus “amigas”, me asegura con determinación y optimismo: “Yo tengo 69 años, pero me quiero profesionalizar así me pongan el diploma al lado del ataúd”.