“Para ser un buen artista no solo se necesita talento”: Daniel Anzola, graffitero independiente en Bogotá

Martes, 03 Junio 2025 08:18
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A pesar de las dificultades que enfrenta la industria del arte, su disciplina lo llevó a convertir sus sueños en realidad por medio de colectivos e incentivos distritales. 

Obra sin título: Calle 85 con carrera 7||| Obra sin título: Calle 85 con carrera 7||| Daniel Anzola|||
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Juan Daniel Anzola o Kadye, cómo prefiere que lo llamen en el mundo del arte, es un artista callejero que conoció su pasión por el graffiti cuando tenía tan solo 13 años de edad. Actualmente se dedica al graffiti de manera independiente. Sin embargo, lo contactan diferentes colectivos para realizar obras alrededor de la capital.

Vestido con un pantalón tipo cargo, una camisa holgada, una mochila terciada y unas botas, me espera Daniel en el punto de encuentro, el Parque de los Hippies (calle 60 con carrera séptima). Al llegar al sitio, desde lejos me doy cuenta de sus botas, las cuáles tienen salpicaduras de pintura, una señal que me ayudó a ubicarlo antes de encontrarme directamente con él. Me recibe con un espontáneo y cálido saludo, y me dice: “caminamos?, a mi me encanta caminar y charlar”.

Mientras íbamos recorriendo las calles que bordean el Parque de los Hippies y sus alrededores, Daniel se toma el tiempo de decirme como ha sido su proceso dentro del graffiti, es decir, desde sus inicios, hasta lo que es hoy en día. Anécdotas, risas, dificultades y retos hacen parte de su relato, pues está lleno de experiencias por las que ha pasado a lo largo de su vida y que han logrado construir poco a poco la persona que es ahora.

La familia, que es su motor y principal apoyo, vio como un problema la decisión que para muchas personas puede resultar difícil, dedicarse de lleno al arte y vivir de eso. Su familia no lo veía con buenos ojos, pues no consideraban que fuera una profesión establecida como las demás. Sin embargo, al ver que este trabajo si generaba sus frutos, decidieron apoyarlo.

Su perseverancia logró superar todos los obstáculos que se intentaron atravesar en su camino para convertirse en lo que es hoy en día, un artista callejero, enfocado en el graffiti y en el arte independiente. En sus proyectos no está pertenecer a un solo colectivo, pues considera que trabaja mejor así como la ha venido desarrollando, sin embargo, no descarta realizar uno que otro trabajo con alguno de estos.

 Su nombre artístico, como el de algunos artistas, no proviene de una palabra en otro idioma , una religión, una creencia o algo parecido. Tampoco fue creado para tener un significado como tal. Daniel al ver que todos contaban con un nombre diferente al original, decidió ponerse en la búsqueda de uno para él y no quedarse atrás. Sin embargo, esta tarea no fue para nada sencilla.

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¿Cómo llegó a “Kadye”, tu nombre artístico?

Cuando empecé a pintar vi que todo el mundo tenía un nombre así, super raro, y que eran palabras en otros idiomas y tal. Entonces empecé a mirar palabras, y cuando me inventé una palabra, dije: bueno, este va a ser mi nombre. Cuando me di cuenta que ese nombre ya existía, me tocó ponerme otro, pero ese también existía. Me ponía otro y entraba a internet y también existía. Todos los nombres que se me ocurrían, no se podía, no sabía qué hacer.

Sin embargo decidí dejar de buscar y empezar a dibujar. Entre el proceso de la geometría y el dibujo como tal, fueron surgiendo las letras, como de a poquitos. Y sin darme cuenta, fui montando letra por letra hasta llegar a Kadye. Y este nombre se atribuye a algo visual, no de significado que tenga la palabra, por que no lo tiene. Pensaba en cómo se veía más que el significado que tuviesen.

 

Daniel tiende a reírse cuando se habla sobre sus orígenes en el mundo del arte, pues hubo varios momentos. Uno de ellos, en el colegio, donde no hacía nada más que encerrarse en los baños a rayar las puertas y las paredes. Podía durar horas ahí dentro….

 Iba en primaria y todos estábamos con las cartas de Dragon Ball y eso, entonces todos intercambiábamos cartas de los Simpsons, y eso a mí me gustaba mucho. Hubo un tiempo que empecé a hacer esos dibujos de Dragon Ball y ya en un momento los tenía muy desarrollados, entonces como que me los empecé a inventar yo también. Y ya cuando entré a bachillerato, digamos que ya sabía, ya tenía una idea de dibujar, pero ya en el bachillerato como que había muchos parches como de hip hop, breakdance, freestyle, punkeros y otros.  Yo me pegué más como al parche de los raperos que hacían graffiti. Y ahí conocí el graffiti. En el colegio yo no iba a hacer nada sino dibujar, rayar también los pupitres, los baños. después a limpiar con papel o limpiar y quedaban las grietas así untadas de pintura. Y yo salía después de dos horas así al baño. Eso fue para problemas todo ese periodo. 

 

¿Qué dijo su familia cuando le dijo que se iba a dedicar al arte toda su vida?

Yo me considero inteligente y la gente y los profesores me querían, era compañerista y todo, pero era muy vago y muy cansón y muy buscapleitos. Entonces como que fue muy problemático como en la infancia y la adolescencia y cuando empecé a pintar fue más problemático. Los papás en ese entonces lo veían muy mal porque uno dañaba la ropa, manchaba todo. Sin embargo cuando mi mamá empezó a recibir dinero del grafiti entonces aflojó un poco ante la situación de tener un hijo que se dedique a vivir del arte.

¿Recuerda alguna experiencia o situación que haya marcado su origen dentro del arte?

 En el colegio y en cada curso había discusiones sobre qué íbamos a hacer después? O sea, como que después del colegio hay una vida y uno tiene que hacer algo con esa vida. Claro. Y yo un día dije, ¿yo qué voy a hacer con mi vida? Y llevaba así días sin dibujar, ni sin pintar, ni nada. Pero igual era un niño, tenía 14 o 15 años tal vez. Y yo dije, no, pues yo me voy a poner a pintar porque no se que más ponerme a hacer. Y al final del día, eso era lo que más me gustaba. Por un lado, como el instinto, como el arte. Y por otro lado también como la presión social de que uno se está metiendo. Usted tiene que hacer algo con su vida. Y así fue como me adentré de lleno al mundo del graffiti, mirando qué oportunidades se daban por un lado y por otro, empezando por el barrio y la localidad en la que vivía.

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De esta manera fue que Daniel conoció las mesas locales de graffiti, un programa que se inició desde la alcaldía para apoyar al graffiti….

Cada localidad tiene una mesa, se llaman así mesas. También hay mesas de barristas, hay mesas de cannábicas, hay mesas de mujeres, hay mesas de graffiti de mujeres. Entonces las mesas de graffiti fueron una vaina que se inventaron después de que se murió Diego Felipe Becerra, en la que, el distrito, a manera de reparación empezó a dar unos rublos, es decir, unos dineros para la práctica responsable del grafiti. Entonces en cada localidad hicieron una mesa, y la mesa es como un espacio en el que, pues, toda la gente se encuentra, se sienta, se sienta, se sienta, se sienta, se sienta, se sienta, se sienta, se sienta. Y la gente que comparte, o sea, lo canábico, las mujeres, o el grafiti, las mesas de graffiti, pues todas las personas se reúnen para organizarse y hacer cosas. Entonces, desde que yo era niño ya había grafiti, mesas de graffiti. Fue así como empezamos a montar un parche, como de conocidos, y ya después, como que varios nos desvinculamos ahí de ese proceso, y de los amigos conocidos, pues se formaron Remakia, que yo al principio no estaba.

 

Es decir, ¿el colectivo Remakia empezó por unos pocos amigos que se unieron para compartir una misma pasión?

Sí, todo comenzó como en un bar, y unos amigos que iniciaron como un grupito que se dedicaba a hacer como ese tipo de cosas. Al principio algunos ya eran amigos desde antes y todo, pero la mesa de graffiti fue la que nos vinculó a todos, y como que los que más se conectaron y más empeño querían, dijeron, bueno, podemos organizarnos, escribir proyectos, gestionar dineros, ejecutar más. Entonces, como que los más diligentes del parche, que ahí yo no estaba, se organizaron para eso. Entonces básicamente Remakia funciona como un equipo de fútbol, donde las cuatro cabezas que lo lideran son los que dicen: bueno, para este proyecto necesitamos a tales personas con tales perfiles, tales aptitudes y tales destrezas. Entonces si me necesitan a mí para pintar, ya saben cómo es mi trabajo, y dicen, bueno, esta vez trabajamos con Kady, mañana trabajamos con este, y así sucesivamente. Sin embargo, también le dan la oportunidad a esas personas que nunca han participado, eso sí, revisando antes su portafolio.

Yo hago parte de Remakia, pero a la vez no hago, yo no me siento parte de ningún colectivo. Yo estoy ahí puesto para lo que haya que hacer, y ellos son mis amigos. No eres únicamente perteneciente a ellos, sino a otras cosas, como que no es lo único que haces. Sí, mi proyecto es independiente. Principalmente. Pero también haces parte, o sea, independiente. Sí, yo tengo otro club, digamos. Remakia es un colectivo muy formal, digamos. Es un colectivo que nace... Ya establecido en el marco de los dineros públicos y de toda la inversión que hay del distrito y el gobierno, como el arte urbano y los espacios públicos. Entonces Remakia nace por y para eso, pero mi trabajo es independiente a eso. 

 

¿Cómo es la rutina diaria de una persona que trabaja de manera independiente en la industria artística?

Yo estaba estudiando Estudio Literario en la Universidad Nacional, completé el 70% de la carrera y me retiré. Si, me retiré porque me dije nuevamente que me dedicaría toda la vida a pintar, y lo que debía hacer era sentarme juicioso a pintar. Me gusta salir a caminar, en la calle es donde está mi trabajo. Cuando salgo a la calle, que por lo general es por las noches, me puedo dar cuenta de qué cosas se han hecho y cuáles no. Con eso yo puedo saber y tener una idea en mi cabeza de cuál será el próximo proyecto, sin caer en la repetición y la monotonía.

 

¿Cuáles son las dificultades que usted tiene como artista de graffiti en la ciudad de Bogotá?

 Teniendo en cuenta que soy un artista independiente, la principal de todas es que hay meses donde tengo trabajo y otros meses donde no tengo trabajo, y eso es crítico para mí. Por lo general, los meses donde peor me va son los primeros meses del año; enero, febrero y marzo, porque todas las personas tienen otras prioridades y gastos, y en los últimos, se encuentra el arte, la decoración. Por ejemplo, es común que el dueño de un local en lo último que piense sea en la decoración, en la estética. Primero tienen que resolver lo básico del local y ahí si entrar a mirar otras cosas, que pasan a un segundo plano. 

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Teniendo en cuenta estas dificultades, desde la Alcaldía de Bogotá se lanzó la iniciativa “Museo abierto de Bogotá”. ¿Qué tan efectivo es este programa para mejorar y ayudar a los artistas grafiteros de Bogotá?

 Por medio de esta iniciativa se ha dado un apoyo en términos económicos y de oportunidades para los artistas callejeros, para que puedan desarrollarse en su ámbito de manera segura. Las convocatorias que esta iniciativa ha tenido son muchas; pueden ofrecer a unos $10 millones y a otros, $200 millones de pesos por un proyecto de arte. El problema no está ahí, sino que está en la administración de estos recursos, pues ha tenido malos manejos y por lo general no se usa para pintar. De hecho hay investigaciones por corrupción, porque la plata que recibe la gente por medio de estas convocatorias, se la consume en otras cosas y no le dan el uso adecuado.

A mi me alegra que mucha gente haya recibido estos estímulos, porque son una especie de beca que las personas reciben después de postularse a eso. Sin embargo, estos estímulos tienen unos estándares que deben ser cumplidos por quienes son beneficiarios. Y el tema es que son muy buenos, por que es plata, por que hacer arte es caro, comprar una lata para pintar, hoy en día, sale caro. Sin embargo, estos estándares como que restringen un poco a los artistas, pues toca cumplir con los requisitos para recibir el beneficio.

 

Y por último, ¿qué características considera que debe tener un artista para vivir del arte callejero?

Bueno, más allá del talento, la disciplina es parte fundamental. Y no es tener disciplina y juicio por momentos o épocas, es tenerlo siempre, así como trabajar mucho. No es necesario nacer pródigo para considerarse artista, pero sí ser constante con eso que se quiere lograr.  Teniendo el talento y la disciplina, llega la suerte. Y no es un golpe de suerte de la nada, no, es ser consistente con los objetivos, la suerte llegará en el momento más inesperado.

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