El fenómeno de la desaparición infantil no es nuevo, pero sí urgente. Las causas varían (desde conflictos familiares y reclutamiento, hasta la trata o el descuido institucional), pero el resultado es el mismo: una infancia interrumpida y una herida colectiva que no cicatriza.
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Las familias viven un proceso emocional que combina la esperanza con la impotencia. En una ciudad donde cada ausencia infantil debería ser una alarma, la desaparición de un niño sigue siendo, con demasiada frecuencia, un eco que se apaga en el silencio.
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En este capítulo buscamos entender el proceso que viven los niños y sus familias desde que la víctima desaparece, hasta que vuelve de nuevo a su entorno. Hablamos con expertos de diferentes profesiones, quienes nos aportarán su conocimiento para comprender mejor esta problemática y por qué persiste en el tiempo.









