El misterio de Toxicómano, el grafitero de los grandes muros de Bogotá

Viernes, 13 Octubre 2023 19:24
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Su nombre es Andrés y pocos conocen el rostro detrás de la máscara que suele usar. Plaza Capital conversó con el artista. 

Toxícomano jaguar||| Toxícomano jaguar||| Foto sacada de EXCLAMA|||
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El hombre estaba de pie en la mitad de la calle. Su rostro estaba cubierto por una peculiar máscara de calavera tradicional del Día de los Muertos. Lo único posible de distinguir era el contorno de sus ojos. Su acento era el de una persona nacida y criada en la capital del país. Las personas que lo miraban tenían duda y un poco de miedo en sus ojos. Debieron pensar que era un ladrón. Pero, como una obra de arte, uno siempre debe mirar más de dos veces para comprender los mensajes que transmiten. 

Detrás de la máscara está Andrés, de quien se pueden decir pocas cosas. Estudió Publicidad, pero nunca trabajó en una oficina, tiene 43 años y muy poca gente conoce su rostro. De hecho, tampoco saben su nombre. Lo que muchos sí conocen es su seudónimo: Toxicómano Callejero.

Andrés tiene un objetivo claro para difundir, una historia que contar y arte que transmitir. Todo esto lo hace con el grafiti. Habla sobre el descontento social, político y la gran mayoría de las veces aparecen personas o animales en blanco y negro con el objetivo de mencionar la diversidad o la falta de esta en Colombia. 

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Toxicómano. Esa es la identidad que ha quedado plasmada en decenas de muros de Bogotá. Con sus trazos, con sus colores e ilustraciones, Andrés ha creado una apuesta visual única. Ha grafiteado calles importantes de la ciudad, ha honrado a personajes icónicos como Gabriel Gracia Márquez y Jaime Garzón. Además, en sus obras aparecen frases ingeniosas como si fueran slogans de campañas publicitarias: “No somos falsos, somos positivos”, “Cuida lo tuyo, es nuestro”, “Leer es sabroso”, “El agua vale más” y “Los feos somos muchos más”. 

Toxicómano demora hasta dos días en pintar un muro. Aún permanecen muchos de sus trabajos en paredes que quedaron al descubierto después de la construcción de Transmilenio por la avenida 26. También ha ganado convocatorias con el Distrito para pintar algunos lugares emblemáticos, como la Biblioteca Nacional.

Para Andrés, su historia con el arte callejero inició a los 18 años. “En el proceso entre salir del colegio y decidir qué quería hacer con mi vida, llegó el punk. Cambió mi vida. Iba a muchos conciertos y me fascinaba regresar a casa caminando y rayando las calles”, explicó con una voz un poco nostálgica. 

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Al principio, sus obras consistían principalmente en grafitis con frases típicas, pero con el tiempo, comenzó a incorporar plantillas en su trabajo. Pintó mucho por el barrio en el que vivía, Santa Isabel, pero también trabajó por varios sectores de la ciudad como el centro y Chapinero. Aunque su inicio como Toxicómano fue diferente:

Mis papás eran muy viejos y no comprendían mi trabajo. Los primeros años los llamaba mucho para que me recogieran porque la policía me había cogido, pero con el pasar del tiempo mis padres me regalaron de Navidad una máscara para pintar porque se dieron cuenta de que no había paso atrás.

Si le preguntan a Andrés qué es Bogotá, la definiría como la ciudad donde trabaja y su origen para adentrarse en el mundo del grafiti. Pero para Toxicómano la respuesta es diferente: es un lienzo en blanco con posibilidades infinitas. Es la puerta que dio paso para que su trabajo fuera reconocido internacionalmente. Es el lugar donde ha pasado varias noches en las estaciones de Policía. Bogotá, para él, es una obra de arte que no se ha visto ni contado aún. Como el rostro que nunca se vio o la posible sonrisa que nunca se apreció.