El arte urbano es una forma de expresión en espacios públicos que ha logrado contribuir a la construcción de la paz en Bogotá. En el marco del posacuerdo ha cobrado fuerza desde 2019, fruto de un trabajo entre grafiteros, artistas locales y sobrevivientes del conflicto armado en Colombia.
Campañas como la cátedra de Educación y Cultura de Paz de la Unesco; la Campaña por la verdad, liderada por el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice) y Lidera la Vida, representada por la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes) adelantan proyectos en los que el arte urbano se relaciona con el perdón, la memoria, la justicia y la verdad.
Tras el asesinato del joven estudiante y grafitero Diego Felipe Becerra Lizarazo a manos de un patrullero en agosto de 2011, el Concejo Distrital de Bogotá reglamentó el arte en espacios públicos por el Acuerdo 482 del 26 de diciembre de 2011. En 2012, La Alcaldía de Gustavo Petro decidió destinar recursos al arte urbano como una forma de reivindicar los derechos de los artistas que pertenecen a la escena cultural.
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Por medio del Instituto Distrital de las Artes (Ideartes) se gestionaron proyectos enfocados en los sectores más vulnerables de la capital que impulsaban las obras de colectivos barriales. La Alcaldía de Enrique Peñalosa continuó con el plan y otorgó 3.500 millones de pesos entre el 2017 y mediados del 2019, según dijo Jaime Cerón —ex subdirector de las Artes de Idartes—a la Revista Semana.
Esto, sumando a iniciativas que aportan a la paz como Lidera la Vida, Campaña por la verdad o las actividades de diferentes colectivos de arte urbano, ha llevado a que Bogotá sea reconocida como un escenario característico del arte en espacios públicos.
Aunque el arte urbano ya estaba presente en la ciudad en los años 70, se intensificó en los 80 desde las universidades públicas, con el fin de cuestionar a la sociedad capitalina sobre los presos políticos, la desaparición forzada, la violencia de grupos paramilitares y criticar al gobierno por sus acciones frente al conflicto armado. Como expresa Cartel Urbano, medio independiente de periodismo cultural, el arte en espacios públicos se fue popularizando y colectivos emprendieron en muros de barrios como Las Cruces, un estilo menos político, a diferencia del grafiti universitario, que identificaba a la cultura del hip hop y el rap.
Creación colectiva
‘Procu’ es uno de los siete murales que ha realizado la campaña ‘Lidera la Vida’ con el objetivo de visibilizar el asesinato sistemático de líderes sociales en el país. Se encuentra ubicado en uno de los muros del edificio central de la Procuraduría General en el centro de Bogotá.
Este retrata el desplazamiento forzado a causa de la violencia a través del simbolismo del maíz (resiliencia), la olla comunitaria (liderazgo colectivo) y los rostros de los líderes sociales. Fue desarrollado por la Fundación Colectivo Atempo, un grupo con experiencia en grafiti e intervenciones en el espacio público, en conjunto con quienes han pasado por situaciones de violencia relacionadas con el conflicto armado y otros artistas.
Para la creación artística de todos los murales se han desarrollado talleres con representantes de la sociedad civil, líderes y lideresas. “Cuando tú pones un brochazo, ese mural también se vuelve aún más tuyo, aumentando tu sentido de pertenencia”, explicó Diego Malaver, integrante de la Fundación Colectivo Atempo. Añadió que la creación colectiva construye tejido social y pretende conectar la ruralidad y lo que se encuentra marginado dentro de las urbes con la cotidianidad citadina.
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Este es el segundo que se realiza en Bogotá, aunque ya se han adelantado en otras regiones como Villavicencio, Buenaventura e Ibagué. El próximo lanzamiento estaba programado para el 5 de mayo en Cartagena. Sin embargo, por la pandemia a causa de la COVID-19, el evento fue aplazado y todavía no hay una nueva fecha.
'Justicia poética'
La Campaña por la verdad surgió en el 2018 como una iniciativa del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice) en conjunto con otras once organizaciones sociales, entre las que se encuentran la Asociación MINGA, la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ) y Humanidad Vigente. Tiene como objetivo hacer seguimiento a la presentación de militares ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y generar un debate público sobre los crímenes cometidos con participación del Estado en el marco del conflicto armado.
El mural ‘¿Quién dio la orden?’, que estaba ubicado en la calle 80 con carrera 30, era producto de la ‘Campaña por la verdad’ y cuestionaba el posible vínculo entre los militares allí mostrados, en cabeza del general —actualmente en retiro— Mario Montoya, y las ejecuciones extrajudiciales entre los años 2000 al 2010. En este también aparecían los rostros de otros generales, como Marcos Evangelista Pinto y Nicacio Martínez, quien era el Comandante del Ejército cuando se pintó el mural.
El 25 de febrero un juez ordenó al Movice remover el mural y su versión web que circulaba en redes, ante una tutela impuesta por los generales Montoya y Evangelista Pinto que apelaba a los derechos de dignidad y buen nombre. La decisión generó controversia, pues según la FLIP (Fundación para la Libertad de Prensa), el mural era “una expresión legítima de su reclamo de verdad y justicia”. MOVICE aseguró que la obra ya era patrimonio de la sociedad y que antes de la orden dictada por el juez, el mural había sido censurado el 18 de octubre del 2019 en un operativo arbitrario del Ejército Nacional.
Para Erik Arellana Bautista, artista colombiano y víctima del conflicto, “el arte urbano cumple el rol de esa lucha contra la impunidad, contra el olvido, tiene esas características conmemorativas”. Agrega que el arte en espacios públicos “sería como un acto, lo llamo yo, de justicia poética. Ya que la justicia en sí misma no funciona, ¿cómo hacer esa reivindicación en un acto que vuelva a darle el sentido de dignidad a esas personas?”.
Arellana ha realizado grafitis y murales desde la Fundación Nydia Erika Bautista para la reivindicación de los Derechos Humanos junto con colectivos como Beligerarte y Dexpierte. Considera que el elemento principal del arte urbano “es poner un tema que no ha tenido lugar para la discusión en otros escenarios” y que la estrategia con los hechos que ocurren en contextos de violencia “siempre ha sido negarlos, minimizarlos y justificarlos”.
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Arellana y sus colaboradores han posicionado en la opinión pública la desaparición forzada por medio de intervenciones en el espacio público. Dentro de la campaña ‘Pasó, repasamos lo que pasó y exigimos que no se repita’, creada en el año 2013, trabajaron con familiares de desaparecidos, dando como resultado un mural en homenaje a mujeres desaparecidas en el Centro Financiero de Bogotá, que posteriormente fue retirado por el anuncio de un parqueadero. En el marco de esta iniciativa se realizó una intervención en el centro de la ciudad con rostros de desaparecidos y la frase “jamás olvidaremos”.
Reproducir, hacer visible y grabar en la memoria
‘Grabar en la memoria’ es un proyecto en el marco de la cátedra de Educación y Cultura de Paz de la Unesco, liderado por la Universidad Pedagógica Nacional desde mediados del 2019. Miembros del semillero de investigación Creación Arbitrio de la Facultad de Bellas Artes, estudiantes y las Madres de Falsos Positivos de Bogotá y Soacha (Mafapo) se reúnen para crear en conjunto obras a gran escala mediante la técnica del grabado-xilografía (tallado en madera).
El objetivo es generar una plantilla que facilite la impresión y reproducción de la obra que será expuesta mediante cartelismo, una forma de arte en espacio público. Se quiere “hacer visible y repetir la imagen del relato de memoria construido alrededor de la muerte y desaparición de sus hijos como víctimas de crímenes de Estado”, explicó Eduard Andrés Barrera, coordinador del proyecto y docente de la Universidad Pedagógica Nacional.
Barrera afirma que lo esencial del arte urbano “no es solo poner una imagen que a mí me conmueva como artista, sino que necesito la voz de aquellos que han sido víctimas del conflicto, entender su lugar y desde ahí proponer las intervenciones artísticas”.
Detalló que la expresión de arte en el espacio público conecta con la gente cuando se refleja en las paredes lo que ha ocurrido en el territorio. Grabar en la memoria está pensado para el contexto capitalino, “nos permite evidenciar un lugar de memoria, unas formas de habitar ese territorio en las que no repitamos más ese acto”.
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‘Grabar en la memoria’ está suspendido actualmente por la contingencia mundial de la COVID-19. Esperan retomar sus actividades tan pronto pase la emergencia sanitaria para finalizar las obras y realizar la exposición del cartelismo.