No hay justicia, así que hay escrache

Domingo, 12 Noviembre 2023 22:57
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Para algunos, el escrache es la mejor opción para denunciar violencias, mientras que para otros, mancha el buen nombre de inocentes. ¿Por qué se escrachea? ¿Se debería detener o alentar esta práctica?

Marcha 8M en Córdoba, Argentina, 2021.||| Marcha 8M en Córdoba, Argentina, 2021.||| luzencor, bajo licencia CC BY-ND 2.0 DEED|||
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En Colombia, cada 28 minutos una mujer es víctima de violencia sexual y aproximadamente cada 18 minutos es víctima de violencia intrafamiliar por su pareja o ex pareja, de acuerdo a la ONG Sisma Mujer, basándose en las cifras oficiales del 2021. Ese mismo año. En los casos de violencia sexual, la impunidad fue más del 90%. Solo el 6,85% de los casos de delitos sexuales llegaron a juicio y menos del 1% terminaron en condenas. Con cifras así, ¿acaso es sorpresa que las mujeres recurran a las denuncias públicas extraoficiales, al escrache?

El escrache tiene una larga historia de llenar vacíos en la justicia cuando la constitucionalidad no responde y la impunidad gobierna. La práctica empezó en los años noventa en la Argentina posdictadura, donde se usó para señalar a los protagonistas de la represión militar que gozaban de libertad y anonimato a pesar de sus crímenes. Hoy, el escrache se refiere a un conjunto de prácticas en las que las personas, normalmente mujeres, nombran públicamente a sus abusadores, violadores y/o agresores y denuncian los daños que sufrieron. A veces son anónimas, a veces no. A veces es en persona, a veces es por las redes. 

Es importante entender que el escrache es más que “funar” o “cancelar” a alguien. No es una nimiedad basada en diferencias de opinión. Es, tal como lo dijo la Corte Constitucional en la Sentencia T-241 de 2023, “un ejercicio de la libertad de expresión, un medio para proteger las denuncias anónimas y una respuesta a la violencia institucional”. Tampoco es la primera vez que el alto tribunal de justicia ha defendido esta práctica, también están las Sentencias T-275 del 2021 y T-061 y T-452 del 2022.

Se tiende a señalar a las víctimas que no pueden o no quieren denunciar a sus victimarios formalmente ante la ley, pero esto no es un crimen. El proceso implica enfrentarse a la revictimización, a exámenes invasivos, a cuestionamientos traumáticos y rara vez resultará en una condena. ¿Por qué hacer algo que sabes te puede causar más dolor o te puede poner en peligro si ni siquiera te traerá justicia o seguridad? 

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Érika Aponte fue asesinada por su expareja el 13 de mayo de este año en Unicentro. Días antes de su muerte había denunciado a su asesino y solicitado medidas de protección. No se tomaron acciones por parte de las autoridades. Su feminicidio es una muestra más de que el Estado no protege a las mujeres como debería, incluso si estas denuncian “como se debe”. 

Son muchos los que están en contra del escrache. Creen que pone en riesgo los derechos del debido proceso, del buen nombre y de presunción de inocencia de los presuntos agresores. En 2020, Cristina Gallego, ex esposa del cineasta Ciro Guerra, criticó en El Tiempo el cubrimiento de las denuncias públicas de ocho mujeres contra Guerra por parte del medio Volcánicas. Lo llamó un acto de “venganza a mano propia”, un “linchamiento” que lastima a su ex esposo y su familia. 

El escrache no es un reemplazo de la denuncia a las autoridades, pero no significa que no sirva. Las consecuencias del escrache son positivas para las víctimas: les dan la oportunidad de recuperar su agencia bajo sus propios términos, compartir su dolor y advertir y proteger a los demás de personas posiblemente peligrosas. 

Críticas como las de Gallego son entendibles, pero en muchos casos priorizan la reputación de los hombres sobre la dignidad y expresión de las mujeres. La Corte Constitucional, después de que Guerra presentara una tutela en contra de Volcánicas, falló a favor del medio y dijo que “no violaron los derechos del peticionario, sino que presentaron un reportaje de interés público y político, que refleja un discurso especialmente protegido y necesario para enfrentar la discriminación contra la mujer y la violencia basada en género” (Sentencia T-452/22). Porque haya gente que mienta no se debería silenciar a todos, ni se debería asumir que la presunción de inocencia implica la presunción de falsedad. 

Algo que sí toca resaltar es que el escrache no tiene consecuencias judiciales— no busca castigo ni pena al victimario. No es un reemplazo de la denuncia a las autoridades, pero no significa que no sirva. La justicia no es solo lo que determine un proceso judicial. Las consecuencias del escrache son positivas para las víctimas: les dan la oportunidad de recuperar su agencia bajo sus propios términos, compartir su dolor y advertir y proteger a los demás de personas posiblemente peligrosas. 

El escrache de Harvey Weinstein, un productor de cine actualmente encarcelado por el acoso sexual y violación de múltiples mujeres, cambió a Hollywood para siempre. Según una lista recopilada por Asia Argento, una de las denunciantes, al menos 80 mujeres denunciaron ser víctimas de acoso por parte del productor. Él utilizaba su dinero e influencia en la industria para silenciar a sus víctimas, pero, tras denuncias públicas masivas, perdió su poder y se iniciaron las investigaciones que llevarían a su arresto. La industria de entretenimiento no es perfecta y aún ocurren casos de abuso, pero el escrache de Weinstein demostró que las víctimas no serán calladas y que los victimarios no se saldrán siempre con la suya. 

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El escrache sí tiene resultados y los seguirá teniendo en cuánto cambie nuestra realidad social. “El derecho se ha moldeado a partir de las prácticas sociales que le preceden”, dice Susana Echavarría Medina, estudiante de derecho de la Universidad de los Andes, en su tesis 'Si no hay justicia, hay escrache': una nueva forma de denuncia social contra las violencias basadas en género en Colombia (2022). El escrache ayuda a eliminar el estigma de denunciar y muestra los vacíos de justicia del estado, dándole la oportunidad a este de llenarlos.

El escrache no es una solución perfecta ni final, porque no existe tal cosa. No hay un molde para todas las experiencias de las víctimas ni un proceso ideal para ellas. Pero el escrache les permite recuperar su agencia, proteger su comunidad, y obtener justicia social, cuando los métodos de denuncia oficial las revictimiza y dejan a los victimarios impunes. Se dice que cuando no hay justicia, hay escrache. Y en Colombia no hay justicia, así que habrá escrache.