Arquitectura antisísmica: ¿Bogotá está preparada para un terremoto?

Viernes, 25 Agosto 2023 16:47
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Los terremotos son impredecibles e inevitables. Pero las estrategias de prevención y supervivencia empiezan mucho antes de que ocurran, a menudo sin que nos demos cuenta.

Edificación parcialmente destruida en Chapinero, tras el sismo de 1917.||| Edificación parcialmente destruida en Chapinero, tras el sismo de 1917.||| El Gráfico, 1 de septiembre de 1917.|||
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Hace más de 100 años, en la mañana del 31 de agosto 1917, Bogotá experimentó el peor terremoto de su historia. “No tiene precedentes el pánico que se presenta en Bogotá”, reportó el diario El Tiempo al día siguiente. Unos días antes, ya habían ocurrido otros sismos de menor intensidad, pero el de ese viernes fue el peor de todos. Cientos de casas, además de varias iglesias, escuelas y hasta hospitales resultaron gravemente afectados. Al menos seis personas fallecieron. 

El pasado 17 de agosto a las 12:04, un sismo de 6.1 grados de magnitud nuevamente sacudió a Bogotá. Hubo pánico, como en el caso de una mujer que falleció al caerse de un edificio tras una crisis psicológica. Sin embargo, hasta el momento y tras 178 revisiones por parte del Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (Idiger), no se reportaron afectaciones mayores.

Puede que la tecnología antisísmica haya avanzado desde 1917, pero el riesgo de desastre sigue presente. Con más de 100 años para prepararse, ¿está Bogotá y su ciudadanía lista ante un terremoto?

¿Qué es un evento sísmico?

“Un sismo es el efecto de una energía que se libera en partes profundas del planeta”, explica Sebastián Zapata Henao, geólogo y profesor principal del programa Ciencias del Sistema Tierra en la Universidad del Rosario.

“El origen es variado, pero en general, la mayoría de los sismos se generan por movimientos frágiles de fracturas presentes en las rocas. Las rocas se desplazan con respecto a las otras. En algún momento, esos movimientos bruscos liberan cantidades significativas de energía, que se convierten en ondas y generan movimientos en la superficie”, explica Zapata.

Hay dos conceptos importantes cuando se discuten los sismos, señala geólogo: magnitud e intensidad. La magnitud, según Zapata, que “es una cuantificación en una escala de 1 a 10 de la energía liberada por el sismo”, mientras que intensidad se refiere a qué tan fuerte se siente el sismo. La intensidad depende de qué tan cerca se esté del epicentro (el lugar donde origina sismo)  y del hipocentro (la profundidad en que se origina sismo).

Por ejemplo, el sismo del 17 de agosto tuvo su epicentro en El Calvario, Meta, un hipocentro superficial (a menos de 30 kilómetros de profundidad) y una magnitud de 6.1 grados. La intensidad del sismo fue más fuerte para aquellos que estaban más cerca del epicentro, es decir, de El Calvario.

Colombia, un país de sismos

De acuerdo al SGC, Servicio Geológico Colombiano, entidad encargada de evaluar y monitorear la actividad sísmica nacional, ocurren en promedio 2.500 sismos al mes. La alta actividad sísmica del país se debe a su ubicación geográfica única. Se encuentra en lo que se denomina una margen activa, es decir, una zona de actividad tectónica donde interactúan y se rozan tres placas continentales: la de Suramérica y la de Oceanía.

 (Puede ver los eventos sísmicos en Colombia en tiempo real a través de la página web de la SGC, disponible aquí).

 La Asociación Colombiana de Ingenieros Sísmicos (AIS) dividide Colombia en tres diferentes zonas de amenaza sísmica: baja, intermedia y alta. Bogotá se encuentra en la zona intermedia. Sin embargo, estas zonas no responden de la misma manera a los sismos. Incluso en Bogotá, hay áreas muy diferentes entre sí que requieren consideraciones específicas.

Mapa de zonas de amenaza sísmica en Colombia, donde verde es baja, amarilla es intermedia y rojo es alta. Fuente: Grundkarte Shadowxfox, Relief Alexrk2, licencia CC BY-SA 3.0

Respecto a qué tan preparada está Colombia y su capital para un sismo, Zapata opina lo siguiente: “A pesar de que hemos avanzado mucho, por ejemplo, Bogotá tiene una zonificación sísmica (identificando cuáles son las zonas más peligrosas en comparación con otras), creo que todavía falta mucho. Estamos muy poco preparados. (…) Si algún día ocurre un sismo muy grande en ciudades como Bogotá, Medellín o Cali, no sé cuánto quedaría en pie”.

“Es imposible resistir totalmente un terremoto”

Omar Darío Cardona, doctor en Ingeniería Sísmica y Dinámica Estructural, así como expresidente de la AIS y de la UNGRD, afirma que “no existen construcciones antisismos, existen edificaciones que pueden tener una capacidad bastante alta para soportar la acción sísmica”. En ese sentido, Cardona aclara que la cualidad llamada sismoresistencia no se debe comprender como una tabla salvavidas ante un movimiento telúrico.

“No es que las cosas no se dañen cuando ocurre un terremoto. En realidad, los ingenieros diseñan los edificios para que se dañen durante sismos”, aclara por su parte Daniel Mauricio Ruiz, profesor del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad Javeriana. “Es un daño controlado. Lo que se busca es que la edificación tenga daños en elementos estructurales y no estructurales, pero garantizando ante todo la vida de las personas”.

“Un edificio sismorresistente es uno en que ocurre un terremoto muy fuerte, se producen daños, pero las personas no mueren”, puntualiza Ruiz.

Durante el sismo y sus numerosas réplicas, se evidenció cómo varias edificaciones sufrieron daños superficiales, pero no pusieron en peligro la vida de los ciudadanos. Un ejemplo en el caso del conjunto Mondarían, que presentó grandes grietas en su fachada, o el Salón Elíptico del Congreso, donde parte de la mampostería cayó.

 

Desde 1984, tras el desastroso sismo de Popayán en 1983, existe un reglamento de construcción sismorresistente en Colombia. Este ha cambiado varias veces desde su concepción hace 40 años. La última versión son las Normas Colombianas de Diseño y Construcción Sismorresistente del 2010 (NSR-10), sin embargo, tanto Cardona como  Ruiz anticipan que una nueva versión de la normativa se publicará este 2023 o a principios del 2024.

Retos en la prevención sísmica

A pesar de que la normativa actual existe y es obligatoria, en la mayoría de los casos esta no se cumple.

“Cuando tienes un barrio marginal o informal, la gente construye donde puede, donde consigue un lote. Sin pedirle permiso a nadie. No es que la normativa no exista, sino que las condiciones sociales del país no garantizan que siempre haya cumplimiento de la normativa”, explica Ruíz.  

La informalidad y el desconocimiento son los principales retos en la prevención sísmica, sostiene Cardona, “En Bogotá, más del 60% de las edificaciones son construidas de manera informal. No cumplen con las normas sismorresistentes (…). Por lo tanto. existe la posibilidad de que ocurra un gran desastre en la ciudad debido a que esas edificaciones podrían no ser lo debidamente competentes para soportar un movimiento sísmico fuerte”.

¿Quién tiene la culpa?

“Cuando te pones a pensar quién tiene la culpa de que ocurra un desastre sísmico así, no puedes decir ‘es que la gente pobre no sabe construir’, sino que más bien es que la gente pobre no tiene acceso, no tiene posibilidades de construir de una manera apropiada, de una manera que sea competente ante los terremotos. Por eso es que muchas comunidades viven en zonas de alto riesgo, ya que no tienen la alternativa de comprar en una zona mejor o construir diferente”, dice Cardona.

“Entonces, el riesgo sísmico se convierte en un problema construido socialmente. Es decir, no es que las edificaciones no se diseñen para ser sismorresistentes, sino que hay unas condiciones económicas y sociales que impiden que se puedan hacer así o se puedan reforzar”, concluye Cardona. “Es un problema más social que normativo”, añade Ruiz.

Todos los expertos consultados coinciden en que uno de los principales retos que tienen los geólogos e ingenieros es convencer a la ciudadanía y a los gobiernos que este es un problema importante y urgente. Un terremoto es una eventualidad, pero no se sabe si ocurrirá mañana o en 80 años.

El paso a seguir sería concientizarnos de que tarde o temprano, un sismo grave ocurrirá, y que más de la mitad de la batalla dependerá de la preparación, no tanto de nosotros, sino de nuestras edificaciones.