Desde su llegada a Colombia, hace 20 años aproximadamente, los Hare Krishna se han establecido en pequeños rincones de nuestro país. En este caso, en un pequeño templo en la Avenida Caracas con calle 32 en el centro de Bogotá.
Su cultura, sus rituales y su música, chocan con las creencias a las que los occidentales están acostumbrados. En especial sus sonidos y su vestimenta son las que logran que aquel que vaya por la calle, en un Transmilenio o en cualquier lugar de la agitada ciudad, se persuada de su extraña presencia. Esta es una crónica que representa aquellos sonidos, creencias y algunos de sus rituales.