El objetivo del programa Opciones y Apoyos para la Transición a la vida adulta de jóvenes con discapacidad (OAT) es brindarle a esta población acceso a educación diferencial y guiarlos en el pleno ejercicio de su derecho al trabajo, mediante el emprendimiento y la construcción de confianza en sus relaciones sociales.
"Estoy muy contenta y muy orgullosa de estar en la universidad, esta universidad es mi sueño", dijo Daniela Camacho, una joven con síndrome de Down. En el OAT estudiantes como Daniela tienen la oportunidad de transitar a la adultez por medio de asignaturas que alimentan su conocimiento y los preparan para la vida.
Según Claudia Moreno, coordinadora académica del programa OAT, la idea surgió en un proyecto de investigación en la sede Quinta de Mutis en el año 2010. Tras una prueba piloto entre la Corporación Transiciones Crecer y la Universidad, formalizaron la iniciativa seis años después, cuando llevaron el programa a la Dirección de Estudiantes.
De esta manera la universidad se convirtió en pionera en la inclusión de personas con discapacidad intelectual dentro de un espacio académico. Aunque los jóvenes no entran a hacer parte de las carreras profesionales que se ofrecen en el Rosario, el programa OAT se ajusta a las habilidades de cualquier estudiante que desee ingresar.
Los jóvenes con alguna discapacidad tienen derecho a pertenecer a una universidad en la que aprendan temas que en un futuro contribuyan a su vida personal. Inés Elvira Restrepo, directora científica de la Corporación Transiciones Crecer, señaló que lo más importante del programa es generar determinación en la toma de decisiones y de responsabilidades, a partir de un proyecto de emprendimiento en el cual los jóvenes puedan trabajar sin ninguna limitación.
Actualmente en la sede de Transiciones Crecer, algunos jóvenes trabajan en un emprendimiento de frutas deshidratadas que planean lanzar al mercado en el corto plazo. Así mismo, se ha buscado acercar el empleo a los jóvenes con discapacidad. A través de una alianza con la Cooperativa Coopmente, los jóvenes podrán aumentar sus posibilidades en la obtención de un trabajo después de realizar sus estudios académicos.
Las materias que les ofrece la universidad van de la mano con la formación que han recibido en la Corporación Transiciones Crecer: matemáticas, argumentación, educación sexual y Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs), entre otros. En la clase de TICs, por ejemplo, conocen los riesgos y los usos de las redes sociales y aprenden a utilizar las herramientas tecnológicas actuales. Las asignaturas están diseñadas para incentivar la creación de emprendimientos y la adquisición de habilidades en el sector laboral y social.
El gusto de participar en actividades en la universidad motiva a los jóvenes a seguir en el programa, por ello compartir otros espacios universitarios, como el restaurante, la biblioteca y el gimnasio hace parte del proceso formativo. En las prácticas socio-laborales, por ejemplo, los estudiantes comparten con los funcionarios de la universidad en lugares como CASA UR y las oficinas administrativas.
Respecto a la relación con los demás estudiantes de la universidad, algunos jóvenes con discapacidad sienten que otros estudiantes deberían acercarse más, ya que ellos también hacen parte de la institución. “Veo la posibilidad de compartir con mis compañeros muy remota, pero sí me gustaría estar más con ellos“, dijo María Natalia Camacho, estudiante de OAT. De este modo, el proyecto pretende buscar estrategias para estrechar esa relación.
Para Claudia Moreno, los padres han perdido el miedo por dejar salir a sus hijos y contribuyen a que ellos aprendan a vivir en el mundo real. El proceso de aceptación por parte de la familia ha contribuido a fomentar el programa, lo que se está convirtiendo en un ejemplo para otras universidades, como la Universidad Pedagógica Nacional, en donde los jóvenes del programa OAT hacen prácticas socio-laborales y toman algunas clases de licenciatura en educación especial.