La incertidumbre, el miedo, la frustración y la penumbra sobre lo que pueda pasar en Europa oriental tienen al mundo en vela. Millones de inocentes pierden la vida, otros se ven obligados a huir de sus hogares, alejarse de los suyos e, incluso, hay quienes son puestos presos por pedir el fin de la invasión de Rusia a Ucrania. De un lado o del otro, en Kiev o en Moscú, hay quienes nada tienen que ver pero tienen todo que padecer en esta absurda guerra. 

Angie Natalia es una bogotana de 22 años, estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Federal del Lejano Oriente (FEFU, por sus siglas en inglés), en Vladivostok, Rusia. En sus cuatro años viviendo en ese país, nunca tuvo tanto miedo de estar lejos de de su familia. El cierre de fronteras, la suspención de operaciones de bancos y redes sociales, entre otras represalias del mundo contra el gobierno de Putin, afectaron su vida al punto de considerar dejarlo todo y regresar a Colombia. 

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