Educación basada en la naturaleza: aprender lejos de los salones y las ciudades contaminadas

Jueves, 26 Septiembre 2019 20:30
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Luis Camargo, emprendedor social y líder de cambio global, es pionero en un método educativo que busca generar conciencia ecológica en los niños mediante la creación de vínculos profundos con entornos naturales. 

En el nuevo método de educación ambiental, el profesor es solo un intermediario entre el aprendizaje del niño y la naturaleza.||| En el nuevo método de educación ambiental, el profesor es solo un intermediario entre el aprendizaje del niño y la naturaleza.||| Organización para la Educación y Protección Ambienta|||
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  • Coautor 1: María Camila Pulido Muñoz

Cierre los ojos por unos segundos y evoque un lugar que era importante para usted en su infancia. Diríjase al espacio que lo hacía feliz cuando tenía seis o siete años. Observe los colores, sienta los olores. Recorra caminos escondidos en la memoria. Veinte segundos de reflexión serán suficientes.

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Recuerde en qué lugar se encontraba en ese momento. Le sorprenderá saber que la mayoría de personas menciona que el sitio al que mayor cariño guardaron en su infancia tenía entornos naturales.

Con este ejercicio de introspección suele comenzar sus conferencias Luis Camargo, líder de cambio global y director de la Organización para la Educación y Protección Ambiental (OpEPA). Según Camargo, la memoria humana guarda con especial afecto los espacios verdes, porque estos generan una sensación de asombro en las personas, además de una emoción de tranquilidad y fascinación.

En una ciudad como Bogotá, en donde la flora y la fauna son reemplazadas por el concreto frío y los ruidos de los autos, los niños cada vez son más lejanos al contacto con la naturaleza. Probablemente, en veinte años sus recuerdos no guardarán las imágenes del campo que caracterizan a nuestra generación.

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Su sonrisa es el rasgo más memorable de su cara. Con ojos achinados y una amplia mueca de alegría, Luis Camargo nos recibe en su departamento ubicado en el norte de la ciudad. Plantas decoran la sala y las ventanas del pequeño apartamento.

Este hombre, de mirada sencilla y voz cálida, es pionero en uno de los métodos educativos que está tomando mayor acogida en Bogotá. Su nombre es ‘educación basada en la naturaleza’, un tipo de enseñanza en donde se aprende sobre medio ambiente, sumergiéndose directamente en los entornos verdes.

Agotado de los salones tradicionales, del encierro en el que viven los estudiantes y de la burbuja en que están los jóvenes en varios colegios del país, Luis Camargo buscó crear un método de enseñanza que permitiera que las nuevas generaciones verdaderamente se concientizaran del daño irreversible que se está causando al medio ambiente. “El símbolo de OpEPA es un ojo con el planeta en el centro, porque su objetivo es que las personas abran los ojos y vean el mundo de una forma diferente; que puedan ver cómo el mundo que los rodea se está acabando”, afirma el ambientalista.

Camargo todavía recuerda su primer choque con el sistema educativo. Era un joven de 16 años y estudiaba en el colegio San Carlos, de Bogotá. Rodeado por herméticos salones de clase y espacios cada vez más cerrados, Luis Camargo sintió que su proceso de aprendizaje se obstaculizaba por el entorno en el que se encontraba. En un inicio, tuvo bastantes problemas con los profesores. Incluso estuvo a punto de ser expulsado del colegio en varias ocasiones.

Era el niño rebelde. Constantemente retaba a los profesores y les hacía dudar sobre el papel del salón de clase en el aprendizaje de las personas. Hubo un punto en el cual el rector del colegio, al percibir su rebeldía, le preguntó si creía que existía un mejor método de enseñanza que el que se impartía en el colegio. Luis respondió que el verdadero conocimiento se conseguía afuera del salón de clase, estudiando al aire libre y estimulando el autoconocimiento. A partir de ese momento, el rector le permitió seguir su propio método de aprendizaje.

Luis comenzó a estudiar al aire libre todo el tiempo; solo entraba al salón de clases para presentar los exámenes. En poco tiempo, el joven estudiante comenzó a obtener excelentes notas. El encierro del salón ya no obstaculizaba su proceso de aprendizaje. Fue en este punto en donde nació un nuevo método de enseñanza.

Plaza Capital entrevistó a Luis Camargo, ganador del premio Joven Líder Global en 2008, sobre la educación basada en la naturaleza como un método de innovación pedagógica.

¿Cómo nació la idea de crear OpEPA?

Nace en 1991. Una vez acabé mi posgrado, comencé un proceso de introspección y auto entendimiento para poder comprender qué quería hacer con mi vida. Yo había estudiado Ingeniería Mecánica e hice una Maestría en Arte, tenía un perfil atípico. En mi ámbito de estudio, no encontré un trabajo que sincronizara con mi personalidad. No quería trabajar en Ingeniería.  Pero siempre me había apasionado el tema ambiental y el aire libre. Una vez acabó mi proceso de introspección, concluí que quería crear una organización que generara los procesos de educación y protección para el medio ambiente. De ahí nació OpEPA. 

¿Qué diferencias existen entre la educación basada en la naturaleza y la educación ambiental?

La educación basada en naturaleza acepta que los espacios verdes son parte esencial del entorno de vida que tenemos. La naturaleza puede ser un gran maestro para el estudiante, pues tiene todos los ejemplos de relaciones entre los distintos sistemas de vida. Usted va a cualquier bosque y este tiene miles de plantas, animales, aves, insectos, y todos están relacionados. La educación basada en naturaleza busca que los entornos verdes sean nuestro maestro, y que nos permitan aprender sobre las relaciones entre los animales, plantas, etcétera. Por otro lado, la educación ambiental sigue siendo antropocéntrica, pues analiza el mundo como si el humano fuera el ser más importante. La educación basada en la naturaleza nos analiza como parte de un sistema interdependiente, por lo que nuestro proceso de aprendizaje debe ser con la naturaleza, aprendiendo de la misma.

¿Por qué es necesario hacer un cambio en el sistema educativo?

La educación en Colombia es bastante anticuada. Estamos educando para un mundo que ya no existe; se implementa un sistema educativo con el modelo de un mundo de hace 50 años, que era estable y en donde los recursos eran abundantes. En la educación actual, crecemos en un salón de clase, creyendo que somos externos a los entornos naturales, por lo que nuestras soluciones nunca contemplan la inclusión de los sistemas de vida. Por ello las soluciones tecnológicas que brindamos hoy en día suelen atentar contra esos sistemas naturales. Debido a lo anterior, la educación basada en naturaleza empieza a transformar los colegios. Si en un inicio tenían aulas cuadradas, después comenzaron a desarrollar aulas en el bosque o en el aire libre. Así, el profesor actúa como un facilitador del descubrimiento y el proceso de auto-aprendizaje del alumno.

¿Es usted optimista sobre la difusión del método de educación basada en la naturaleza?

Yo creo que el trabajo se está expandiendo. Cuando comenzamos, los colegios no salían al campo. Empezamos con nuestra idea y detrás de nuestro trabajo vinieron los campos de verano y las agencias de viaje en los colegios. Hoy en día, es un estándar en todos lados. Actualmente, estamos pasando al sistema de educación basada en naturaleza y estamos trabajando con maestros y colegios que comprenden que este método es importante. Instituciones como el Marymount y El Gimnasio Moderno ya están integrando el método. Además, estamos apoyando a la red de colegios Cerros de Bogotá, que son 93 instituciones educativas de toda la ciudad.

¿Qué se necesita para que los colegios adopten lo educación basada en la naturaleza?

Los colegios tienen que evolucionar hacia una educación mucho más humana, ambiental e integrada, pero esto es un proceso lento. Tenemos que darle las herramientas a los profesores, generar aceptación a un modelo que valore la empatía, el trabajo en equipo, la colaboración, entre otros principios y que no sólo se valoren los exámenes estandarizados. Necesitamos generar un sistema económico que además valore las destrezas humanas y el conocimiento emocional más allá de las simples destrezas técnicas. Todos los sistemas deben ir cambiando y lo están haciendo, pero van muy lento. El más quedado de todos los sistemas es el de la educación. No estamos cambiando el contenedor que nos da el sistema educativo: seguimos en colegios con asientos y con filas, maestros que enseñan y que no tienen a veces la metodología para hacerlo.

¿Cómo es la rutina al aire libre con los niños? 

En este tipo de paseos nos despertamos bastante temprano, porque empezamos a funcionar bajo las normas del día solar, no del día urbano (el cual puede empezar y terminar a cualquier hora). Nosotros amanecemos con el sol y también nos dormimos con este, porque así es el ciclo natural de luz. Al despertar, observamos el amanecer. Luego hacemos  actividades que nos permiten estar en silencio con nosotros mismos. Después de eso preparamos la comida, preferiblemente en estufas de acampar si estamos en una travesía. En ese proceso nos comenzamos a relacionar con las otras personas, pues nos esforzamos bastante por generar espacios de conversación. Posteriormente, llegan las actividades, ya sean de aventura o caminata. En las actividades hay momentos de descubrimiento y de procesamiento interno, que pueden realizarse ya sea en solitario o en grupo, y en donde un instructor empieza a hacer una serie de preguntas para facilitar conversaciones desde las emociones.

¿Cuál es la mayor enseñanza que le han dejado los niños de la fundación?

Nunca perder el espíritu del asombro: la herramienta más poderosa del aprendizaje. Asombrarse le permite a uno llenarse de todas esas preguntas y reflexiones y a descubrir nuevas cosas de uno mismo, de otros y del entorno. Cuando uno se vuelve más viejo para de hacerlo y más en el sistema de las empresas donde todo está cuadriculado. Uno se transforma en "Gargamel" es decir, el malgeniado que no se asombra y no se atreve a ver la magia que hay alrededor.  Entonces la pregunta es: ¿cómo el sistema educativo puede generar muchas experiencias que fomenten las conexiones cerebrales que están dispuestas para el asombro, amor y la conciencia para la interdependencia? Ahí nos volvemos personas diferentes.

¿A sus talleres han entrado niños con déficit de atención, obesidad o hiperactividad?

Sí, casi todos tienen déficit de atención. La base con la que nosotros creamos OpEPA surge del concepto que se llama "déficit de naturaleza", creado por Richard Louv en el 2005.  Dentro de las investigaciones que existen, se encontró que el déficit de los niños muchas veces está generado por las condiciones del entorno, cuando este es artificial, blanco, cuadrado, no cambiante. El ser humano es un animal que está hecho para estar en un mundo dinámico, no en uno estático. Hay personas que son más sensibles a ello y cuando están en el salón no pueden quedarse quietos. Como me pasaba a mí, yo no quería estar en el salón, y no ponía atención a lo que me decían en clase: yo era el mejor ejemplo sobre déficit de atención y de hiperactividad.

¿Qué cambios positivos han reflejado los niños con déficit de atención e hiperactividad que están con ustedes?

Cuando uno está afuera del salón lo que vemos es que los niños con déficit de atención e hiperactividad en el campo son los mejores. Pueden estar dispersos, pero la educación desde el descubrimiento no necesita que me estén poniendo atención solo a mí. Buscamos que los niños estén atentos a lo que está a su alrededor, que están descubriendo y mirando cada detalle, que alimenten su propio proceso de aprendizaje.

¿La educación basada en la naturaleza es solo para los niños y jóvenes?

No es solo para los niños. Realmente el aprendizaje no es el de una escuela o un colegio, sino  que son travesías de aprendizaje durante toda la vida. Hay gente que está diseñando programas de aprendizaje continuo para la vida que incluye a los chiquitos, medianos, más grandes y hasta viejos. Si el ser humano quiere evolucionar cada vez más, tenemos que estar en constante aprendizaje. Entonces, una persona muchas veces ya no está aprendiendo de forma activa, porque siente que ya no lo tiene que hacer. Yo me pregunto por qué dejamos de aprender. Aprender es chévere, le da emoción a la gente y bienestar. Pero cuando uno es adulto y siempre está trabajando, el proceso de aprendizaje se dificulta. Estamos tan ocupados sobreviviendo y produciendo. Por ello, hay que darse momentos para bajar la velocidad, reflexionar y estar en silencio.

¿Qué ventajas tiene la educación al aire libre?

El contacto directo con el ambiente es fundamental. Principalmente, se incluyen los tres componentes fundamentales para el aprendizaje: educar con el intelecto, o sea, académicamente. En segundo lugar, se educa con el cuerpo, o sea, con los sentidos. Por último, tenemos que educar hacia las emociones. La naturaleza nos brinda momentos mágicos. A través de estos momentos, podemos llegar a reflexiones profundas, que nos permiten llegar al siguiente nivel; desarrollar la capacidad de darnos cuenta que hacemos parte de un sistema interdependiente e interconectado, que es el planeta tierra. Ahí comenzamos a generar una serie de cambios en cómo nos relacionamos. Si nosotros no nos consideramos parte de un sistema interconectado, nuestra relación va a ser desconectada. Nuestra relación no será empática ni amorosa. Las tres formas de aprendizaje nos permiten preparar la mente, el cuerpo y el alma para fortalecer la capacidad empática, no sólo con otras personas, sino con la naturaleza.

 

¿Qué tipo de experiencias con la naturaleza han marcado su vida?

Si uno sale de las ciudades y pasa tiempos prolongados en los bosques, páramos o montañas, el espíritu se abre. Uno percibo cosas más trascendentales que las que se perciben en la cotidianidad y, además, uno comienza a reconocerse como un fragmento de un planeta viviente. Una de esas experiencias mágicas ocurrió cuando visité los Himalayas. Estar en las grandes montañas del mundo lo convierten a uno en un ser insignificante. Ese es un reconocimiento que debemos realizar como seres humanos: es necesario que bajemos nuestro ego y podamos entender que somos solo un pequeño fragmento en este mundo vivo y cambiante. No obstante, somos un fragmento que tiene un poder increíble: el de pensar, planear, modificar. Entonces, pensemos y modifiquemos este mundo, no solo en pro de nuestro beneficio, sino para el bien de todos los seres vivos del planeta