A comienzos del 2019, Valentina Zamora se une al grupo fundador del tejido social Hyntiba, una red comunitaria que busca la integración y participación activa de los habitantes de la localidad de Fontibón. Pero a finales de ese mismo año, decide fundar y dirigir la coordinadora Hyntiba Feminista. Un espacio en el que mujeres de la localidad, provenientes de todos los estratos, edades e identidades, se organizan para participar en iniciativas que buscan visibilizar a la mujer como un actor activo dentro de la comunidad.
Tiene 26 años y es bogotana; magíster en musicología de la Universidad Nacional de Colombia. Pero es, antes que todo, mujer; una mujer feminista. No habla de su vida, la familia o los amigos, “eso a quién le importa”. El feminismo es lo que le interesa. “Uno debe hablar únicamente cuando tiene algo que decir”, y ella, que es directa y seria, dice todo, no se queda con nada. Tiene una voz suave en la que retumban sus pesadas palabras, la fuerza de sus ideas. Valentina es una lideresa de pies a cabeza. Debe serlo, pues, aunque suene redundante, coordina una coordinadora cuyos miembros son todas mujeres. Y todas ellas le han confiado sus historias, su pasado y su presente.
Valentina, empecemos por este proyecto, ¿cuál es el objetivo de la coordinadora Hyntiba Feminista?
Hyntiba es por definición un colectivo que busca la transformación política, cultural y social en el territorio de la comunidad. Entonces, Hyntiba Feminista busca algo muy similar pero mejor, porque en nuestro caso el territorio que exploramos es nuestro cuerpo. Los cuerpos de las mujeres como territorios libres y plenos.
¿Pero cómo se transforma política, social y culturalmente el cuerpo de una mujer, siendo que históricamente ha sido un territorio en conflicto?
En Colombia los cuerpos de las mujeres son campos de guerra. El simple hecho de que no nos cuelga un pene ya nos hace seres de conflicto. Y cuando ese conflicto que generamos lo interiorizamos, pues es necesario hacer algo. Por eso la transformación de la que hablo no ocurre de forma única. Es un proceso que viven las mujeres individualmente pero que se trabaja en comunidad. Está muy atado a sus experiencias como mujeres, situaciones muy puntuales que no voy a comentar, pero que a la vez hacen que entre ellas se vean tan compatibles dentro de la diversidad que hay en Hyntiba.
Ya que usted habla de diversidad, en Hyntiba hay todo tipo de mujeres en edades e identidades –andrógenas, transgénero, cisgénero, etc. ¿Cómo vinculan a estas mujeres en ese proceso de transformación, pues naturalmente hay en algunas de ellas cuerpos diferentes, muchas veces distantes de sus planteamientos?
Es que precisamente es eso. Por poner un ejemplo: una mujer transgénero, desde el momento en que dice “soy mujer” entra en conflicto con una sociedad machista, patriarcal y violenta, como lo es la colombiana. Entonces su cuerpo, al igual que el del resto de mujeres, inmediatamente se vuelve objeto de conflicto dentro de esta cultura conservadora y asquerosa. Y es allí cuando y donde todas somos iguales. O sea, todas somos mujeres sobreviviendo al patriarcado.
A demás de dirigir esta coordinadora, usted también dicta un taller semanal acerca de feminismo ¿en su enseñanza tiene alguna influencia el feminismo de Simone de Beauvoir, Virginia Woolf, Martha Nussbaum, o alguna de las grandes pensadoras de este movimiento?
No, no he leído a ninguna de estas mujeres y por eso no las enseño; la verdad es que en los talleres no leemos nada.
Pero ¿las conoce?
Sí, sé que son feministas pero no me interesan.
¿Entonces en dónde se fundamenta su feminismo?
¡En las mujeres! Para ser feminista no hay que leer a nadie; para ser feminista no hay que entender a nadie más que a una misma y a las otras. Hay que entenderse como mujer y las consecuencias que socialmente esto impone. Ese es el primer paso. El segundo, y más importante, es dejarse persuadir y hacer algo en contra de las consecuencias: el patriarcado, el machismo, el sexismo.
Una de sus colegas en Hyntiba Feminista me comentó que el feminismo es por y para las mujeres, y que allí no hay cabida para hombres. ¿Qué opinión le merecen los llamados “aliados del feminismo” u hombres feministas?
Eso de llamar a los hombres “aliados” es una estupidez, el nombre se lo debieron poner ellos mismos, de seguro. El feminismo, como bien se lo dijo mi compañera, es por y para las mujeres, punto; si no es mujer, no joda, cállese. Pero no, ustedes no pueden tener la boca cerrada. Es tal la magnitud del patriarcado en que viven, que no estar metidos, no poder participar en algo que es exclusivo para las mujeres los enfurece. El patriarcado y el machismo quieren contralar a la mujer, por eso se les volvió una necesidad entrar al feminismo dizque como aliados. Y además que no hay razones para que hombres y mujeres sean aliados.
¿Entonces cuál cree que debe ser la relación entre hombres y mujeres, entendiendo que las relaciones se dan desde afectivas, sexuales y amistosas hasta familiares, laborales, etc.?
Esto es importante y lo trabajamos en los talleres: una mujer debe sentirse cómoda con los hombres de su entorno, mas nunca confiada de ellos. Y para todas las relaciones que usted dijo aplica lo mismo, porque ningún hombre, ya sea que se llame papá, esposo, novio, hermano, jefe, jamás entenderá su situación, y no porque no quiera sino porque no puede. Hay que ser mujer para vivir nuestras situaciones, para luchar nuestras batallas; hay que ser mujer para ser feminista. Y mire como se reafirman los hechos, por esto mismo es que ningún hombre puede ir por ahí, como un imbécil, diciendo que es aliado del feminismo o de las feministas; no lo son, no los necesitamos.
Y ya que usted retoma el tema, el hecho de que algunos hombres usen el término “aliado” para ser adeptos feministas o la permanente desconfianza que usted mencionaba, ¿no cree que de alguna manera refuerzan esta vieja critica al feminismo de que más que una consigna de igualdad y paridad lo que plantea es una ‘batalla de los sexos’?
Pero claro que es una batalla, se lucha por la reivindicación, no por la igualdad. Yo no quiero ser tratada igual que un hombre, eso sería horrible.
¿O sea que la ‘batalla de los sexos es real’?
Como no va a ser real cuando en nuestra lucha miles de nosotras han sido asesinadas por hombres que defienden el patriarcado que tanto quieren porque tan bien los tiene. Eso ya es una declaración de guerra. Pero lo que pasa es que muchos, y también muchas, por cobardía se niegan a admitirlo. Se puede hablar de una la guerra contra las drogas, contra la xenofobia, contra el racismo, ¡contra todo! Pero plantear lo que usted llama ‘la batalla de los sexos’ es ser censurado, como si de todas las guerras que hay en la actualidad esta sí fuera ilógica. Además, la de la reivindicación de las mujeres es tal vez la única guerra que valga la pena.
¿Si están en guerra abierta, está usted comandando un pelotón?
No. Vea que la guerra de pelotones y hombres armados matando al que le da la gana porque puede, es la guerra de siempre: la de los hombres. Nuestra lucha es diferente, lleva décadas y ni un solo asesinato se le puede adjudicar al feminismo.
Cambiando de tema, ustedes en Hyntiba practican y fomentan el eco-feminismo.
Sí.
¿Podría explicar brevemente en qué consiste?
Básicamente es que la naturaleza, como mujer que es, se encuentra sometida al patriarcado. El dominio de los hombres sobre la naturaleza, y esto incluye a los animales, es aplastante. Entonces lo que nosotras hacemos es eliminar prácticas patriarcales y remplazarlas por otras más contestatarias como el veganismo, el reciclaje, el compostaje de nuestros desechos… y bueno, en eso vamos.
Uno podría creer que al hacer uso de los términos pero no leer la teoría estarían simplemente interpretando, ¿está de acuerdo con esto?
Sí, pero uno puede interpretar y malinterpretar. Nosotras nunca malinterpretamos.
¿Cómo tomó la noticia de la despenalización del aborto en México?
Me alegró y me alegra mucho por las mexicanas. El aborto es un acto de sensatez, no de rebeldía, como creen muchos. Pero sin duda dejo un sinsabor en donde aún se condiciona el derecho a que las mujeres decidan sobre su propio cuerpo.
¿Esto último lo dice refiriéndose a Colombia?
Exacto. Yo vi como aquí la alegría de muchas por el triunfo de las mexicanas se volvía rabia por la lucha de las colombianas. Llevamos años exigiendo que ese derecho nos sea reconocido, ¡pero no! Fue más rápida y victoriosa esta batalla en una sociedad como la de México que se creía que era mucho más machista, sexista, misógina y católica que la colombiana. Y pues no, Colombia se sigue superando.
Para terminar, me gustaría hacer una breve ronda de preguntas relámpago. ¿Deberían votar las feministas a la izquierda?
No, debemos votar por el feminismo; siempre por una feminista.
¿Cuál es su opinión política sobre la derecha?
Es el patriarcado puro: hombres heterosexuales, ricos, blancos y machistas. Lo peor.
¿Cree que se puede ser feminista y religiosa al tiempo?
La verdad es que no, me perece una estupidez. Las religiones son uno más de los brazos del patriarcado. Ser feministas es estar en contra de las religiones; pero ser religiosa no es más que ser víctima de la cultura patriarcal impuesta.
¿Es positivo para el futuro que haya hijos de madres feministas?
Sí. Sobre todo que haya hijas de madres feministas.
¿Qué opina del lenguaje inclusivo?
Ay no [risas], ese tema se ha vuelto un debate aquí. Pero pienso que no refiere a nadie, por eso me parece muy bobo e innecesario.
¿Entiende que hay feminismos diferentes al suyo?
Lo hago, sí. Y me parece una lástima que nos distanciemos en tantos puntos.
¿Se podría decir que es usted una feminista empírica?
Sí. Y es mi más grande honor.