Fisiculturismo: el arte de la disciplina, la constancia y las prácticas extremas

Jueves, 11 Febrero 2021 12:25
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Sandra Mathis, una de las fisicoculturistas más reconocidas del país, habló con Plaza Capital sobre este deporte que mueve todo tipo de sentimientos. Desconocido por mucho, incomprendido por otros y admirado por un pequeño grupo en Colombia, el fisicoculturismo sigue abriéndose paso con competencias y torneos. 

En competencia de bikini.||| En competencia de bikini.||| Sandra Mathis|||
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Sandra Mathis es una mujer de cabello largo y rubio, tiene los ojos color café enmarcados por unas cejas muy bien cuidadas y unas pestañas negras, largas y crespas. Su tez es blanca, aunque en ciertas ocasiones se torna color canela por las sesiones de bronceo a las que a veces asiste. 

Mientras hablo con ella es imposible no centrar mi atención en su amplia sonrisa que deja ver sus deslumbrantes y emparejados dientes blancos. Además, sus manos son delicadas, sus uñas están maquilladas de un color rosa pastel, su cabello bien arreglado con ondas sutiles envuelto en una cola alta y sus labios pintados de color nude.

Es tal mi impacto porque su rostro y sus manos no son, precisamente, lo que una se imagina al pensar en una mujer que ha dedicado cuatro años de su vida a entrenar en el gimnasio siete días a las semana haciendo levantamiento de pesas y llevando estricto control de los alimentos que consume. Sin duda alguna, pocos serían capaces de seguir su rigurosa rutina.

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Su cuerpo es un claro 90-60-90, como un reloj de arena. Su espalda está bien formada, los músculos de sus hombros están redondos y sus brazos dejan ver todo el trabajo que ha hecho para mantenerlos firmes. Su cintura es como la de una avispa, bien pequeña y definida. Pero, sus glúteos igualan el ancho de su espalda dándole suma armonía a su cuerpo. Además, sus piernas no dejan ver ni un solo rastro de celulitis o flacidez, todo lo contrario, sus músculos son los protagonistas. No se esperaría menos después de que la competidora en la categoría de bikini sea tan disciplinada con su alimentación y entrenamiento físico.

Los entrenamientos de los culturistas es un tema que despierta demasiada curiosidad, o bueno, en mi caso es así. Por eso, mientras espero que Sandra termine de tomarse un sorbo de agua de su enorme botellón, me pregunto: ¿Qué tanto ejercicio se necesitará para lograr un cuerpo de ese calibre? dejemos que sea Sandra quien nos cuente como son sus rutinas y su día a día.

— Mira, esto es como un trabajo común y corriente porque requiere de tu tiempo y de disponibilidad de determinas horas al día. La diferencia es que en vez de estar en una oficina vestida con falda y tacones, estás en ropa deportiva, tenis y en un gimnasio —dice Sandra mientras enreda un mechón de su cabello en su dedo índice ­—. Mi rutina diaria consiste en despertarme a las 8:00 am, si me levanto con hambre desayuno de una vez. Sino, empiezo a hacer mi rutina cardiovascular acá en mi casa porque tengo una caminadora y una elíptica y después de eso si desayuno.

— ¿Haces ejercicio sin desayunar? —la interrumpo sorprendida—

—Como es entrenamiento cardiovascular y estoy acá en mi casa no hay problema. Después de mi entrenamiento cardiovascular salgo para el gimnasio y antes de irme si o si desayuno, porque esa es mi segunda sesión de ejercicio diario y es la más desgastante y exigente. En el gimnasio puedo llegar a hacer entre 60 y 90 minutos de entrenamiento con pesas. También asisto a clases de Pilates porque siento que no me dedico el tiempo suficiente para estirar los músculos y el cuerpo. Básicamente, esta es mi rutina de todos los días.

— ¿No descansas nunca del ejercicio? — Le pregunto mientras pienso en todas las veces que dije que empezaría a ir juiciosa al gimnasio el lunes siguiente—

—Por lo general mi día de descanso es el domingo, es mi día de no levantar pesas. Entonces, solo hago una sesión de ejercicio ese día, porque de todos modos, hago entrenamiento cardiovascular. Mejor dicho, esto es algo de todos los días —dice, haciendo claro énfasis y alargando la palabra “todos”—

Sandra sale todas las mañanas de su casa en su Mercedes Benz S550 blanco para el gimnasio, un auto a juego con la elegancia de esta mujer. El camino es algo largo, pero mientras llega a su destino tiene la hermosa vista del parque nacional Red Rock Canyon National. Un ecosistema algo desértico, pero con tonos rojizos que pintan las montañas y rocas del paisaje.

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Nicolás, el hermano menor de Sandra, la describe como una mujer comprometida, decidida y capaz de lograr todo lo que se proponga. “Ella demuestra esto día a día y así ha sido desde que tengo uso de razón”, comenta Nicolás con un tono que deja ver la admiración que siente hacia su hermana.

Su sueño, mientras se encontraba estudiando fisioterapia en la Universidad del Rosario, siempre fue salir de su país natal, Colombia. Para ella, estudiar significaba tener la posibilidad de irse a otro país para acceder a una mejor vida a pesar de que ya contaba con un buen empleo en la clínica Palermo de Bogotá.

En un principio, Sandra tenía pensado irse a Italia ya que había estudiado ese idioma, pero las cosas no se dieron así. Hizo un intercambio a Estados Unidos que duraba un año con posibilidad de extenderlo hasta dos. Empezó a estudiar nutrición deportiva y en un abrir y cerrar de ojos se habían pasado esos dos años. Ella estaba decidida a continuar su vida en USA y así fue. Desde el 2011 hasta el día de hoy, Sandra solo ha regresado a Colombia para pasar una navidad con su familia.

Las navidades de Sandra y Nicolás en Bogotá, antes de que ella se fuera a vivir su sueño, se caracterizaban por ser una festividad que todos en su casa disfrutaban, por los buñuelos y natillas que confirmaban que la época del año más esperada para estos hermanos había llegado y por los desastres que quedaban en la cocina después de que ambos decidieran prepararle arepas a Ana Olivia, su mamá, ya que a ella le encantan. También había llantos y berrinches por parte de Nicolás cuando armaban el árbol y ponían la estrella sin él, tanto así, que Sandra lo desarmaba para que su hermanito estuviese feliz. Después de todo, ella es 15 años mayor que él.

—Siempre me ha gustado mucho la navidad, entonces sí, si armaban el árbol de navidad sin mí lloraba mucho y me ponía triste— dice Nicolás mientras se queda mirando hacía una lado como a quien le llegan muchos recuerdos de la nada.

— ¿Y cómo son las navidades desde que Sandra se fue? Tengo entendido que viajas todos los diciembres a Estados Unidos para verte con ella.

—Sí, siempre viajo en diciembre y paso la navidad allá para poder estar con mi hermana, somos muy unidos a pesar de estar lejos. Mi mamá ha venido unas pocas veces, pero yo si vengo siempre­— menciona Nicolás, un chico de cabello largo y, a diferencia de su hermana, un poco cachetón.

La navidad, aparte de ser la festividad favorita de Sandra, es una época que disfruta demasiado porque le encanta la nieve. Le gusta armar muñecos haciendo bolas gigantes y usando ramas, rocas y alguna zanahoria para terminar de hacer los tradicionales muñecos de nieve de Estados Unidos.

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Pero hay algo que ama aún más de esta época, esquiar. Ella sabe que cuando se acerca la navidad debe empezar a desempolvar sus botas y guantes para ir a descender las colinas montada en dos tablas. Para Sandra, sentir el viento helado en los pocos espacios de su rostro que no están tapados por las gafas de esquiar, los gorros y bufandas es maravilloso. Además, deslizarse por la nieve le produce una sensación de adrenalina que disfruta muchísimo.

Una podría pensar que cuando esta mujer no está entrenando, levantando pesas o preparando sus comidas diarias con precisión exacta de la cantidad de nutrientes, proteínas, carbohidratos y grasas; está descansando o viendo alguna serie para pasar el rato en Netflix. La realidad es todo lo contrario, en los ratos de ocio de esta mujer es imposible verla quieta, siempre está haciendo algo. Ella es una mujer sumamente activa, y si que lo pude notar mientras veía como se movía de un lado para otro cada tanto en la silla de su escritorio mientras la entrevistaba.

Ella, para nada es una mujer sedentaria y disfruta todo lo que la mantenga activa. Vive en Las Vegas, la ciudad donde sus calles se llenan de vida, luces, fiestas y apuestas a la luz de la luna. Unos años atrás, esta ciudad hubiese encajado perfectamente con el espíritu rumbero, alegre y divertido de Sandra. Sin embargo, ella pasó de vivir en Washington a Las Vegas al tiempo en que empezó su proceso para convertirse en la deportista que es hoy en día.  

Sandra nunca tuvo entre sus planes ser culturista, aunque si tenía la costumbre de ir al gimnasio y fue, precisamente, en uno donde conoció a quien la introdujo en este mundo. El entrenador físico que trabajaba en el gimnasio al que ella empezó a asistir luego de mudarse a Las Vegas, entrenaba a otras mujeres para las competencias de bikini.

“Mi entrenador de ese entonces me pregunto si yo estaba interesada en participar en las competencias de bikini. Después de todo, Las Vegas es una de las ciudades más grandes en cuanto a culturismo se trata. Yo le dije que sí aunque con cierta incredulidad, pues nunca me imaginé que mi cuerpo podría llegar a verse como se ve hoy en día. Es que yo me veo en el espejo y no me creo que tenga 64 centímetros de cintura cuando antes yo no tenía ni siquiera una ligera curva en esa parte”, cuenta Sandra mientras mira impaciente su botellón de agua queriendo terminar de responder para dar otro sorbo.

— ¿Qué fue lo más difícil de empezar el proceso?  

—Para mí lo más difícil fue la alimentación. Definitivamente uno no sabe comer y bueno, yo crecí en Colombia. Allá es muy común que nuestras abuelas nos digan que debemos tomar leche o comer queso para que nuestros huesos estén fuertes y estemos sanos, pero acá tuve que dejar de consumir lácteos. También tuve que empezar a pesar y racionar mis alimentos. Esto aún lo hago, pero al principio si era algo tedioso de hacer—

— ¿Dejar de salir a fiestas y tomar no fue difícil para ti? — Pregunto porque su hermano, Nicolás, contó que cuando ella vivía en Bogotá solía salir seguido de fiesta y sus primeros años en estados Unidos también fueron así—

—En realidad no, creo que es una etapa que quemé y que disfruté un montón. Pero hoy en día parezco una abuelita que debe irse a dormir a las nueve de la noche— se ríe dejando ver, nuevamente, su sonrisa perfecta—

Sandra empezó su proceso y fue el doble de demorado de lo que acostumbra ser para cuando una mujer desea competir. Normalmente, son tres meses de preparación antes de asistir a alguna competencia, pero ella duró seis meses preparándose para su primera competencia.

El proceso antes de competir es aún más exigente que el día a día de los culturistas. En el caso específico de las competidoras de bikini, deben someterse a dietas sumamente estrictas durante tres meses en las que semana a semana se va disminuyendo la cantidad de carbohidratos y grasas que consumen, eso sí, continúan comiendo seis veces al día como es costumbre dentro de este deporte.

Además, empiezan a aumentar el peso que levantan cada semana para llevar los músculos a la hipertrofia y disminuir de peso, ya que en las competencias de bikini lo que los jurados buscan son cuerpos pequeños, bien definidos y marcados. Sandra menciona que ha llegado a pesar 45 kilos durante las competencias.

Por otro lado, una semana antes de la competencia las competidoras reducen su consumo de agua al punto de pasar de beber entre tres y cuatro litros diarios a solo unos pequeños sorbos. Esto, con el fin de que su cuerpo se deshidrate y se acentúen aún más sus músculos y venas.

Estas prácticas son duramente criticadas por médicos y especialistas en la salud pues es llevar el cuerpo a su límite y trae serias consecuencias en un fututo como fallas cardiacas, deficiencia renal, problemas en las articulaciones, problemas hormonales, etc.

Sandra, al haber estudiado fisioterapia y nutrición deportiva, conoce todos los riesgos que conlleva su deporte. De hecho, ella reconoce que lejos de ser beneficioso, este deporte no es saludable porque someten el cuerpo a un estrés constante y nada en exceso es bueno. Pese al conocimiento que tiene sobre los riesgos, la evidencia que existe de personas jóvenes que han muerto debido a este deporte y todas las críticas que giran en torno a este mundo lleno de cuerpos esculturales, ejercicio desmedido, vanidad y culto hacia la imagen física, Sandra es feliz haciendo lo que hace y no tiene pensado dejarlo en un futuro cercano.

Para ella esto es parte de sí misma y aclara que todo su proceso ha sido de manera natural, es decir, los esteroides anabólicos y las inyecciones de aceite para aumentar la masa muscular son temas que nunca ha contemplado hacer con su cuerpo por las consecuencias que trae hacer uso de estas sustancias. “La voz te cambia, se te pone mucho más gruesa, te puede empezar a salir vello corporal más grueso, pero se te cae el cabello y, además, el crecimiento del músculo no es natural por lo que eso se termina convirtiendo en grasa y tu cuerpo queda hecho un desastre”, comenta Sandra con cara de disgusto y de desapruebo total.

Aparte de los cambios que Sandra menciona, usar estas sustancias en el cuerpo puede producir aparición de acné, senos en los hombres, aumento de tamaño del clítoris, coagulación de la sangre, quistes o tumores en el hígado, rotura de tendones, hipertensión, retención de líquidos y un sinfín de afectaciones que terminan por afectar gravemente la salud de quienes deciden acelerar el proceso de manera no natural.

—Yo creo que todo es mental, si te lo propones lo puedes lograr sin necesidad de inyectarte nada. Es cuestión de ser paciente, disciplinada y exigente contigo misma. No usar esteroides no hace que el culturismo sea un deporte sano, pero si uno mucho más seguro— dice Sandra con plena convicción.

— ¿Pero cómo reconocer el límite de tu cuerpo? — le pregunto curiosa.

—Esta pregunta me encanta. Es un tema muy importante porque los culturistas no sabemos cuándo parar, o ese es mi caso. Siempre quiero más, levantar más peso, hacer más ejercicio, estar más marcada, tener un mejor cuerpo, tener más músculos… pero es necesario ser consciente de lo que puede y no hacer mi cuerpo. Cuando uno empieza a sentirse cansado sin motivo alguno, o a no poder terminar ciertas rutinas que antes podías hacer con facilidad o simplemente estás levantando pesas y sientes que tu cuerpo no da más es momento de parar. Esas son las formas físicas e inmediatas de darte cuenta de que algo anda mal. Sin embargo, uno debería asistir frecuentemente a controles y chequeos médicos para ver cómo estas de salud y como están tus hormonas. El cuerpo tiene cambios hormonales abruptos debido al giro de 180 grados al que uno se somete cuando decide volverse culturista ­— dice usando una que otra palabra en ingles que no recuerda como se dice en español—

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El fisicoculturismo es una de las cosas más importantes en la vida de esta mujer que solo pondría en pausa por una cosa, hacer los preparativos para la boda de sus sueños. Se comprometió con Toby Mathis y se casó en el año 2018 con él. Durante este año continuó entrenando con dedicación y llevando la vida a la que está acostumbrada, pero dejó de competir para planear la boda.

Su lugar favorito de todos es Hawái por su clima, su gente y su belleza. Aquí fue la boda, una elegante reunión que tuvo lugar el día 30 de junio a la orilla de la playa. Acompañada de su familia que viajó desde Colombia para asistir a uno de los eventos más especiales e importantes para Sandra, una mujer amable y dulce, que se casó con un abogado estadounidense de ojos azules.

Esta boda significó tener que acostumbrarse a vivir con Peaches y Clint, dos gatos que eran una parte importante en la vida de Toby. Ella no es muy amante de los animales, pero hoy en día los quiere mucho y también los considera muy importantes.

Desde que no se metan con su enorme colección de tenis y de zapatos de lujo todo está bien. A Sandra le encanta comprar zapatos y más aún, si son de alta costura. En su casa hay dos armarios repletos de zapatos, tenis, tacones y sandalias. Su colección oscila entre unos 100 y 130 zapatos. Además, no pueden faltar los bolsos, ella intenta tener un bolso por cada par de zapatos, así que, se podrán imaginar la cantidad de bolsos que tiene esta mujer en su armario.

Comprar ropa deportiva también le gusta mucho porque la motiva a ir al gimnasio, después de todo, de siete días que tiene la semana, cinco utiliza ropa de gym. El fin de semana, luego de cumplir con sus rutinas de ejercicio, se coloca sus tacones, escoge algún bolso, se coloca más joyas de las que acostumbra usar y queda lista para salir con su esposo a cenar o a pasar el rato en reuniones con sus amigos.

El 2020 fue un año duro para Sandra, solo pudo competir una vez debido a la pandemia. En los últimos meses los gimnasios han empezado a abrir y las competencias están retomándose, pero con medidas de bioseguridad que desmotivan a las competidoras. “Ha sido terrible, es que imagínate esto, pagas más o menos 1000 dólares del vestido de baño y 300 para que te maquillen y te peinen, quedas divina y las personas no te pueden ver la cara porque te toca usar un tapabocas”, dice Sandra con un tono de tristeza que se torna en enojo.

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Las competencias de bikini pasaron de tener audiencias que gritaban y alababan los esculturales cuerpos que modelaban en las pasarelas a reducirse únicamente a los jueces. Para algunos esto podría no representar ningún problema, pero para Sandra sentirse admirada y observada por otros para que puedan ver todo el esfuerzo que ha hecho para tener un cuerpo así es vital y la llena de motivación para continuar. Por esto decidió que durante este año no iba a presentarse a ninguna competencia.

Además, las sesiones de fotos son otra parte fundamental en las competencias de bikini, para ella las fotos son el único recuerdo que queda del día de la competencia y del duro trabajo que se realiza para estar marcada, con las venas brotadas, con la piel pegada a los músculos y en un peso mucho menor al que habitúa tener.

Muchas personas creen que el cuerpo que se ve en las competencias es el cuerpo que estos deportistas tienen siempre, pero no es así. Ese es un cuerpo de pasarela que se trabaja tres meses antes, pero mantener siempre ese cuerpo sería imposible debido a la baja ingesta de carbohidratos, grasas y a la deshidratación a la que se someten para estar listos para competir.

Pese a las dificultades que la pandemia ha generado en el mundo del fisicoculturismo, el cuerpo que Sandra logró y los resultados que ha visto este año en su imagen física son los mejores que ha tenido en los cuatro años que lleva siendo culturista. Su meta para el próximo año es competir en un nacional y ganar la competencia para obtener el cartón profesional, un reconocimiento que se les hace a los mejores deportistas dentro de este deporte.

Tener hijos hace parte de los planes a futuro de esta mujer, pero antes de eso debe conseguir su cartón profesional porque no quiere perderse ese triunfo, ya que puede que su cuerpo vuelva a estar como está en este momento como puede que no. Cuando cumpla esta meta si contemplará la idea de tener hijos y retarse a tener un cuerpo envidiable después de haber dado a luz. Es evidente que el ejercicio será parte de la rutina de Sandra el resto de su vida, ella no se imagina dejar de hacer ejercicio en ningún momento por más años que tenga.

Tampoco cree volver a Colombia más allá de pasar unos días de vacaciones, pues ella se siente más cómoda y ya está acostumbrada a su vida en Las Vegas. Bogotá ahora es una ciudad que ella no reconoce y le parece sumamente caótica, le cuesta conseguir la comida que está acostumbrada a consumir porque acá todo tiene demasiada sazón, salsas o condimentos y ella come muy simple.

Una de las pocas cosas que esta mujer de nacionalidad colombiana, pero con corazón estadounidense extraña, son las arepas. En Estados Unidos, por más que se quiera, es imposible encontrar los ingredientes para hacerlas, así que cada que vuelva a Colombia no le podrá faltar romper su dieta para comerse una arepita boyacense de las que venden por carretera camino hacía algún pueblo turístico del país.

Sandra es una mujer alegre y agradecida con la vida que tiene hoy en día a pesar de las críticas que muchos pueden hacer por como luce su cuerpo o por su estilo de vida. Para ella esto no tiene relevancia porque ama su cuerpo tal y como es, ama la vida que tiene junto a su esposo y espera seguir compitiendo muchos años más. Esa es su pasión y eso pesa más que cualquier crítica que otros puedan hacerle.