Empoderarse como mujer a través del baile, el ‘twerk’ y cómo comprenderlo

Jueves, 19 Noviembre 2020 10:58
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Si hablamos de baile son muchas las clases que existen, sin embargo, una profesora caleña parece haber resignificado el famoso ´twerk' para convertirlo en una herramienta de empoderamiento para las mujeres. En medio de la cuarentena, ha multiplicado sus clases por la facilidad que ofrece la virtualidad. Al día de hoy, ya son más de 231 mujeres las que han disfrutado de una hora de bailar, ejercitarse y, sobre todo, empoderarse.

María del Mar Posada ha convertido su vida en un constante “arriba el amor propio, abajo las malas energías”||| María del Mar Posada ha convertido su vida en un constante “arriba el amor propio, abajo las malas energías”||| Instagram @mariadelmar.posada|||
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Son en promedio cuatro clases al día, una hora cada una, solo tres seguidas porque ella no es “cuerpo glorioso” y necesita descanso. “No solo me dedico a dar clases de twerk, también trabajo como publicista”, pero parece que el día le alcanza para hacerlo todo. Así es la rutina de María del Mar Posada, una caleña de 25 años que desde hace cuatro dicta clases de ‘twerk’.

Los orígenes del 'Twert'

Los orígenes de la danza llamada ‘twerk’ se encuentran en la ciudad de Nueva Orleans, Estados Unidos, en los años ochenta. Se define como el “tipo de danza que se efectúa individualmente y consiste en realizar movimientos sugerentes con las caderas y agitar los glúteos”. Hay mucho de esta típica definición que es problemático para María, como la llaman sus estudiantes, y por eso ella misma ofrece su concepto. “El ‘twerk’ es un baile para mujeres que se atreven, que se quieren amar tal como son, que se quieren sentir sensuales, seguras, poderosas y fuertes”.

Pero los componentes de esta teoría personal no son infundados, por el contrario, encuentran todo su sentido en la práctica y en los años de experiencia. María del Mar recuerda perfectamente cómo fue que llegó a ser profesora: “Dictaba clases en una academia de Pole Dance y mis estudiantes me pedían mucho que les diera clases de twerk, no me sentía capacitada, pero ellas insistieron”. El tiempo comenzó a pasar y los comentarios del estilo de “me siento más segura” “creo que ahora soy más sexy” no se hicieron esperar.

Escuchar a sus estudiantes le hizo saber que lo estaba haciendo bien y descubrió que “aprendí enseñando”. Sin embargo, también comprendió que todo aquello que estaba sembrando y cosechando en sus estudiantes era algo que ella no estaba pensando ni generando en sí misma. Para ese entonces tenía problemas con su pareja, se habían separado y las inseguridades eran muchas, por completo inversas a su nivel de autoestima, su vida profesional no marchaba bien y, como ella lo explica “mi mal momento solo atraía energía negativa”.

Las cosas empezaron a cambiar y luego de comprender que no tenía sentido empoderar a otros sin empoderarse todo fluyó de manera conjunta, el proceso de evolución de sus alumnas era suyo también y simplemente “escuché los mensajes”, sus propios mensajes. Dejó de temerle a los “posibles comentarios familiares” y a los “tabús” que ahora le parecen absurdos. “El twerk no es solo movimiento de nalga, la técnica va mucho más allá” y su acento caleño se hace más fuerte, representa la rabia que le generan aquellos que “hablan sin saber, sin haberlo hecho”.

Tres de las actuales estudiantes de Mari, (como también le dicen a veces) están de acuerdo con el hecho de que antes de hacerlo los pensamientos son completamente contrarios a lo que ahora saben es la realidad. “Creía que se necesitaba un cuerpazo”, afirma Melissa, quien inició clases el 8 de agosto. “Mi cuñada tomaba clases y nos mostraba los videos, eso me animó”, confiesa, por su parte Ángela, quien inició el 5 de mayo. “Veía mujeres bailar ‘twerk’ y me preguntaba ¿cómo lo hacen?”, dice Laura en medio de una carcajada conjunta. Ella inició el 27 de marzo luego de haber hecho un taller de sensualidad en el que su profesora participaba, “tenía problemas con mi novio y con mi seguridad”, pero esos tiempos terminaron.

María del Mar sabe que hay muchas personas (no solo mujeres) que opinan que las canciones que típicamente se bailan en ‘twerk’ denigran y convierten en un objeto la figura femenina y está de acuerdo con la discusión, pero prefiere no entrar en ella. Decidió ignorar la literalidad de las letras, obviarlas. “La música que uso en mis clases es seleccionada por su ritmo y no por lo que dice” y empieza a explicar, usando sus manos, ‘los golpes’ que necesita una canción para ser perfecta para una clase y para construirle una coreografía.

Coreografía y clase construida por María del Mar en Instagram 

Y es que la literalidad no significa nada si cada vez que una clase termina sus estudiantes parecen renovadas, con sonrisas y sudor de satisfacción. Ángela es quien mejor lo sabe “el twerk es una razón para ejercitarme que no me aburre” y no le tiembla la voz cuando le preguntan “mi disciplina es el twerking” y lo dice con orgullo. Laura no teme ni se le hace mucho decir “la clase me renueva, es la felicidad, hace parte de mí”.

El ’twerk’es mucho más que un concepto

Cambiar el significado típico de lo que se piensa cuando le dicen ‘pole dance’ o ‘twerk', según María del Mar, solo pasa en dos casos. El primero, cuando se pasa de “ver y se empieza a experimentar”. El segundo, cuando “dejamos de juzgar, empezamos a comprender y lo más importante, empezamos a ser”. Respecto a este último punto, explica que ser es “salirse de la zona de confort, abandonar el modo automático y preocuparnos más por nosotros mismos”. No le encuentra sentido a las críticas y a los que aun la hacen solo los invita a comprender que el twerk implica “memorizar, coordinar, fortalecer, fluir (...) en suma, ejercitarse”.

Todo esto puede sonar abrumador, pero sus estudiantes nunca se han sentido así. María siembra en ellas la perseverancia. “Intento mantenerme proponiéndoles cosas nuevas (..) no me gusta caer en la monotonía, las estoy retando siempre”. Las chicas asienten, sus gestos le dan toda la razón. La clase no sería la misma ni tendría tales efectos si no fuera Maria del Mar la guía, “ella tiene una energía sumamente alegre” y no se sabe quién lo dice porque todas opinan lo mismo. “Es la confianza, la confidencialidad, la paciencia, el carisma” y estos aspectos son enteramente de la personalidad, y el conjunto, de la de Maria del Mar.

En las clases se suda más que en una rutina completa de gimnasio y “empiezas a experimentarte y conocerte, a moverte como nunca creíste que podías”. Ella tampoco lo imaginaba, porque, haciendo un recuento al pasado, recuerda la mala vibra que le tenía a la actividad física pero cuyos campos debió incluir en su vida cuando le diagnosticaron escoliosis (una curvatura en la columna que puede generar deformidades en el tronco y problemas cardiacos o respiratorios). Sabe que no pudo elegir una mejor actividad que el Pole y el twerk para disminuir los efectos de su enfermedad de la que en su aspecto no se evidencia un mínimo ápice.

Canal de Youtube de María del Mar 

Y es que a sus estudiantes, empezando por Melissa, el twerk les ha cambiado “hasta la forma de caminar”. La escucha en su mente cuando la mala postura la abruma “niñas, derechas, el pecho congelado”, y todas se carcajean cuando evalúan esa realidad.

Empoderarse es, para Maria del Mar, “tener amor propio, sentirse bien en todas las formas (cuerpo, mente, espíritu) y expresarlo”. Es por ello por lo que, con la voz de aliento de su pareja, hizo públicos sus movimientos, sus coreografías, su talento, su forma de decir “soy feliz y plena”. Hoy, cuatro años después de ese nuevo reto de sus estudiantes, “estoy poniendo mi granito de arena”, eso siente cada vez que llegan mensajes de mujeres que sienten y agradecen lo que el twerk les dio. “Me choca y me molesta pensar que hay mujeres que no son libres”, es incrédula, no entiende cómo es que “en pleno siglo XXI” aún llegan mujeres a sus clases sin el short que necesitan sus para “ver el movimiento y que sea más sencillo” por el simple hecho de que sus parejas no lo permitan.

El Twerk empoderó a Melissa, a Ángela y a Laura, a la primera de ellas porque “despierta la confianza en tí”, a la segunda porque “la música te conecta con tu cuerpo” y a la tercera “porque se pierde el miedo a intentar”. Las clases se convirtieron en el espacio seguro para usar ‘tops y shorts’, son una red de mujeres diversas desde sus mismas facciones que se retroalimentan y apoyan porque saben que “el proceso es largo” y lo que necesitan es “apoyo real”.

El mensaje es este, “atraer más cosas positivas, más amor propio y dejar de criticarse y de herir la propia autoestima”. Recomienda, entonces, verse al espejo y decírselo “qué mujer tan regia, que belleza” y con solo mencionarlo se siente la fuerza y el poder de la palabra de la caleña de alma viajera que, con su baile, ha llegado a tantas ciudades y países del mundo como hubiera querido visitar, pero cuya posibilidad murió con la llegada de la pandemia. Cada una de las estudiantes de María del Mar tiene su voz, pero hablan al unísono para expresar que “hay que intentarlo”, que, además, “no hay excusa que valga y el miedo se pierde” y, en definitiva, la clave es “perseverar”.