“El periodismo sin independencia no es periodismo, es jefatura de prensa”, Gustavo Gómez, periodista

Miércoles, 07 Octubre 2020 17:44
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Gustavo Gómez, actual director de 6AM Hoy por Hoy, en Caracol Radio, comenta en esta entrevista su paso por los programas de Caracol Radio, su visión acerca del periodismo y los mayores retos que enfrenta el oficio hoy en día.

Retrato a Gustavo Gómez||| Retrato a Gustavo Gómez||| Foto cedida por el entrevistado|||
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Ya lleva más de un año como director de 6AM Hoy por hoy. ¿Cómo se ha sentido en este trabajo respecto a La Luciérnaga, donde estaba antes?

Antes de La Luciérnaga, trabajé en el equipo de Darío Arizmendi, en 6AM, durante 8 años, y me encariñé mucho con el programa. Cuando el doctor [Hernán] Peláez dejó La Luciérnaga, después de tantos años y de convertirlo en lo que es hoy, la empresa me preguntó si yo quería dirigir el programa. Entonces conversé con Darío [Arizmendi], que, además de mi jefe, siempre ha sido un buen amigo porque, en el periodismo, la gente se vuelve amiga cuando cumple, cuando hace las cosas como toca. En ese orden de ideas, siendo amigo de Darío, él me dijo que me apoyaba si decidía quedarme en 6AM o irme a La Luciérnaga. Y me fui, pero, finalmente, al regresar a 6AM, pues sentí que regresaba a mi casa, porque ya había estado 8 años en ese programa.

¿Cuál considera que fue la diferencia más grande entre esos cambios de programa? ¿Cuál cree que ha sido la diferencia más notoria entre los programas?

En el fondo, todos los programas de Caracol son informativos. Es una cadena informativa. Su principal enfoque es la noticia, la información como tal. Tiene programas de noticias o de opinión, pero que tienen un corte noticioso, como Hora 20; de entretenimiento y de deportes, pero todos son informativos.

En ese orden de ideas, La Luciérnaga no es un programa de humor. Uno tiende a pensar lo contrario, pero no. Es un programa informativo que usa el humor como herramienta. Si uno se pone a detallarla bien, La Luciérnaga es el espejo humorístico de 6AM. Todo lo que pasa en 6AM, pasa en La Luciérnaga, pero con esa herramienta del humor. Por ejemplo, en 6AM uno entrevista al expresidente Juan Manuel Santos y en La Luciérnaga también, solo que a una imitación. Eso fue lo que, en un principio, me dio más duro.

Recuerdo, por ejemplo, cómo Claudia Morales, que ya estaba en el programa cuando yo llegué, me dijo: “tranquilo, Gus, que en un principio es difícil”. Y sí. Recuerdo un momento durante la primera semana: precisamente hubo una entrevista con Juan Manuel Santos. Yo venía de 8 años de entrevistar a Juan Manuel Santos, el de verdad, y cuando empecé a hablar con el Juan Manuel Santos de La Luciérnaga me dio mucha risa porque era Polilla, y me miraba del otro lado y me hacía muecas mientras me hablaba [risas]. Yo no podía de la risa, pero tenía que hacer la entrevista en serio.

Me demoré unas semanas en entender que ellos [el equipo de La Luciérnaga] también prestan un servicio informativo a la gente porque a través del humor están criticando, cuestionando, sacando a flote hechos de corrupción, coyunturales, de información general, de interés para los colombianos. Así que cada programa, en lo suyo, tiene un valor enorme. Pero la principal diferencia sí es esa: que La Luciérnaga es una mezcla de realidad y ficción y 6AM es realidad, aunque a veces también tiene ficción, pues yo diría que muchas veces los entrevistados mienten.

¿Cuál cree que es el mayor reto que enfrenta el periodismo y los periodistas en Colombia, actualmente?

Yo entiendo que muchos de mis colegas dan muchas vueltas sobre el tema digital. Sí, eso innegablemente es uno de los retos; pero los principales son la independencia, el equilibrio, tratar de buscar la verdad y mostrar varias caras de un mismo hecho. Y esos retos del periodismo eran los mismo hace dos, cinco, diez siglos.

Creo que a veces confundimos las plataformas con el periodismo. Por eso, en muchos casos la gente estudia periodismo y está preocupada por qué elementos tecnológicos le van a dar en la universidad, pero no dejan de ser plataformas. El periodismo siempre es el mismo, sus reglas no cambian, son las mismas: cruzar fuentes, tratar de acercarse a la verdad, aprender de los maestros del oficio y consultar con ellos. En fin, mil cosas que el periodismo tiene, porque es un oficio maravilloso, que funcionan y tienen que funcionar igual en cualquier plataforma digital, ahí está el periodismo.

Obviamente, hoy en día parte del reto es que hay muchas más voces compartiendo el espectro con nosotros los periodistas, pero eso no me parece del todo malo. Creo que cualquier cosa que sume para la libertad de expresión y para el enriquecimiento de voces está bien. Lo único que me preocupa es que muchas veces esas voces no respetan las reglas del periodismo y eso puede causar confusiones: crean fake news, no verifican, no confrontan, entonces, todos quedamos en la misma bolsa. Y los periodistas no estamos en la misma bolsa de todos los que están en el mundo digital. No todo el que está en los medios de comunicación es periodista.

¿Cree que en el futuro la independencia seguirá siendo el mayor reto del periodismo, o quizás se logre una mejoría?

Es que el periodismo sin independencia no es periodismo: es jefatura de prensa, lo cual no está mal. Cuando uno tiene que decir lo que alguien le dice que tiene que decir, por más bien que lo diga, por más virtuoso que sea para presentar de una manera digerible, no es periodismo. Entonces, el reto del periodismo siempre es la independencia. No sé si se pierda o se gane, pero sobre eso hay muchos mitos, por ejemplo, el de la solidez de los medios.

A veces las personas dicen: “en los grandes medios como Caracol o como RCN, los periodistas no son independientes”. Resulta que tenemos más posibilidades, quizás, de ser independientes porque hay unos señores que venden la publicidad y negociando, que no se meten con nosotros, y eso nos da la tranquilidad de poder trabajar. En muchos escenarios regionales, en el caso de Colombia, los periodistas venden la publicidad y además hacen los programas de radio. Cuál es la independencia que pueden tener cuando el programa de radio del mes depende de que se venda la publicidad. Todo depende, nada es blanco o negro en el periodismo.

Usted empezó estudiando Derecho, pero luego decidió estudiar Comunicación. ¿Qué motivó esa decisión?

Yo soy hijo de dos abogados, mi único tío es abogado y, de alguna forma, yo pensé, por esa influencia familiar, que nunca fue una presión, que yo podía tener un futuro en eso. Y, en un principio, el derecho me gustó mucho, pero cuando llegaron los procesales, entendí que no iba a ser abogado porque eso era aburridísimo para mí, y entendí que esa responsabilidad era muy grande. Pero no tenía mucha idea de qué hacer en la vida, hasta que se me cruzó la revista Cromos por el camino y comencé a trabajar allí de una forma muy natural, genuina, y espontánea, mientras todavía estaba en derecho. Luego me retiré y estudié comunicación social.

Yo creo que nunca está de más estudiar, nunca está de más saber, nunca está de más la academia. Ahora, lo que sí es muy claro, y por eso fue que yo llegué al periodismo, es que este es un oficio, y el oficio se aprende como montando bicicleta e imitando a los mejores maestros. El periodismo no está solo en las aulas, está en la calle, en las salas de redacción, en los medios. Y si uno tiene un bagaje universitario y académico fuerte y sólido, pues qué mejor.

¿Qué lo motiva hoy en día a hacer periodismo?

Pagar la luz, el agua, los colegios de mis hijos [risas]. Yo creo que el periodismo es una pasión. Por ejemplo, tengo un contador para facturar mensualmente, y creo que él [el contador] a las 6 de la tarde no quiere saber de pérdidas y ganancias, no quiere saber de la declaración de renta, de las exenciones tributarias… no quiere saber de eso. En cambio, yo soy periodista las 24 horas del día. Todos los periodistas lo somos siempre. Es una cosa que llevamos por dentro, eso no se aprende en la universidad.

Yo puedo estar a las 8 de la noche en la cama y, si alguien me llama y dice: “le tengo una noticia”, yo brinco y prendo el computador y miro cómo es la cosa y qué toca hacer. Eso no es de Gustavo Gómez, es algo natural de los periodistas de todo el mundo. El periodista siempre está para la noticia y la noticia siempre sabe encontrar al periodista.

Usted, en varias ocasiones, ha demostrado una pasión por la literatura. ¿Qué papel ha jugado en su carrera como periodista?

Ha sido muy importante, pero, voy a hacerle una confesión: más que la literatura, los libros. A mí me apasionan los libros. Yo llego a una casa y si no veo libros, me preocupo. No hay que tener 50 mil millones de volúmenes. Pero que uno entre en una casa y vea discretamente que hay 40 libritos, eso da mucho que pensar de una persona. Leer hace al ser humano. No leer impide que la gente progrese. Y debo decir también que cuando veo discos en una casa me satisface enormemente.

Los libros son parte de mi vida, no puedo vivir sin ellos. De hecho, por ejemplo, y se lo confieso, la literatura, formalmente hablando, me encanta. Pero yo soy más de historia, me gustan más los libros de ese género.

¿Cuáles son algunos títulos que lo han marcado como periodista? Los que usted crea que son referentes para el oficio.

A las personas que quieran leer sobre periodismo, recomiendo los tres libros de la “Memoria del fuego”, de Eduardo Galeano. Son una excelente manera de entender dos cosas: cómo se le puede dar un tono y una aproximación genuina a los hechos cotidianos; y la concisión, que es importantísima en el periodismo. Recomiendo mucho leer ese libro de Galeano como muchos otros de él.

Recomiendo también leer a Cabrera Infante, y entender que uno puede tener su propia voz, lo que, estrictamente, no solo funciona en la literatura, también puede hacerlo en el periodismo, porque literatura y periodismo se cruzan en muchos escenarios. Y si se quiere tener un ejercicio mucho más divertido y mucho más grato, recomiendo el “Diccionario del diablo”, de Ambrose Bierce. Es un libro que no es estrictamente periodismo, pero, quien ame el oficio, amará ese libro.

Volviendo al periodismo en Colombia, ¿cuál cree que es el mayor riesgo de hacer periodismo hoy en día en el país?

El periodismo siempre ha estado acosado, sobre todo por los poderes. Por eso uno de los mayores riesgos es lograr mantenerse a una sana distancia del poder. Me explico: el poder es una fuente apasionante para cubrir, pero es como el sol: si uno se acerca mucho probablemente se chamusque. Entonces, hay que acercarse en una nave que tenga un revestimiento suficiente para que se sienta el calor, pero no chamusque.

El gran riesgo del periodismo es que los poderosos adulan a los periodistas, los envuelven, y algunos son expertos en hacerlo, y en algún momento se puede perder la independencia.

¿Usted cree que hoy en día hay censura en Colombia?

La censura ha existido siempre, no solo en el periodismo, en todos los escenarios de la vida humana. Pero yo pensaría que hoy, en Colombia, es más un tema de auto censura. Muchas veces los periodistas decimos: “no, esta información puede causar algún daño.” Y tendemos, a veces, a auto censurarnos. Me parece que eso es muy nocivo, aunque hay excepciones. Yo me he censurado algunas veces por no causar un daño colateral. Me parece que muchas veces uno, como ser humano, dice: “qué está primero, la chiva o el beneficio en la comunidad.” Claro, la respuesta siempre será la chiva si uno es periodista, pero es que los periodistas tienen que tener corazón

Y ahora, en un tema de avances tecnológicos: hace unos días, el diario británico “The Guardian” publicó una columna escrita en su totalidad por un robot programado para ese fin. Según eso, ¿cómo ve el futuro del periodismo escrito en competencia con este tipo de avances?

Se lo voy a responder de esta forma: el periodismo ejercido por un robot es como el sexo con un robot.

Es decir, ¿los periodistas de carne y hueso, en definitiva, no pueden ser reemplazados?

Nadie puede ser reemplazado. Para el humano es natural el riesgo, el avance, la duda, la ciencia y todo esto genera, muchas veces, que algunas actividades tengan reemplazos tecnológicos. Pero, no todo lo pueden reemplazar los robots, ni siquiera lo puede hacer la inteligencia artificial, cuando esta exista porque, aunque creemos que existe, si lo hiciera, no sería inteligencia artificial, sería otro tipo de inteligencia.

Pero los robots son capaces de cometer menos errores que los humanos, sobre todo en un oficio como el periodístico, que es muy susceptible a las equivocaciones.

Ese es el problema. Que el periodismo es un oficio, es una actividad humana. Como tal, debe tener posibilidad de errar. En toda actividad humana está de por medio la no perfección, porque el hombre y la mujer no son perfectos. Puede que el robot sea más perfecto, pero entonces será menos humanos y será menos periodismo.

Respecto a un panorama internacional, ¿qué opina del ejercicio periodístico de grandes cadenas estadounidenses durante esta época electoral?

El periodismo es como la política, la arquitectura, la medicina o la repostería: sean oficios, profesiones, disciplinas, no se pueden englobar todos en la misma bolsa. No todos los periodistas son iguales y por eso digo que, aunque todo ejercicio periodístico respeta unas normas básicas, hay que entenderlo en el momento geográfico, histórico y temporal en el que se vive.

Me parece, eso sí, que hay una situación en el periodismo de Estados Unidos, especialmente en época electoral, aunque siempre ha sido así, que uno a veces no sabe si es buena o mala: son muy frenteros para decir por qué línea ideológica o política van, mientras que aquí nos empeñamos en no decirla.

A veces me pregunto qué será mejor para el periodismo: que los periodistas tengan la suficiente honestidad para decir “soy republicano” o “soy demócrata” o que no lo digan. Francamente no tengo la respuesta, pero sí puedo decir que me parece tremendamente nocivo que los periodistas tengan una actividad política. Pueden tener una actividad ideológica. Por ejemplo, yo soy una persona de centro-derecha, pero eso no quiere decir que en Caracol Radio maltrate, hiera, o trate peyorativamente a las personas que son de izquierda. De hecho, muchas veces me pasa que la gente escribe: “yo ya no oigo ese programa de Caracol porque es muy mamerto”. Imagínese, el director es de centro-derecha y dicen que el programa es mamerto. Eso, lejos de molestarme, me llena de orgullo, me indica que voy por el camino correcto.

Retomando, todas las posiciones ideológicas existen. Pero una cosa es una posición ideológica y otra es el ejercicio político de activismo y de candidatos. Yo creo que el activismo y el periodismo no van bien de la mano.

Y ese activismo político de los periodistas en Estados Unidos, ¿cree que es diferente a lo que estamos acostumbrados a ver en Colombia?

Pues, sí. Francamente, nosotros no estamos acostumbrados, y no está bien visto, que los periodistas tengan una posición política y tengan sus candidatos. Lo que sucede aquí es que muchas veces los periodistas de las mesas de trabajo, que muchas veces tienen de opinión en los programas de radio, se les puede salir un matiz. Y los periodistas que además son columnistas, suelen tener la idea de cada tanto recomendar por quién votar. Yo respeto eso, pero no podría hacerlo. No me veo escribiendo una columna, en un ejercicio de estar sobre un pedestal, de yo, Gustavo Gómez, decirle a la gente que me lee en una columna o que me oye en radio: “te sugiero votar por tal”. Simplemente no me lo planteo, pero respeto a quienes han escogido ese camino y creen que tienen el deber social y cívico de hacerlo. Allá ellos, yo no lo hago.

Para terminar, una enseñanza que le haya dejado el periodismo en todos estos años que lo ha ejercido.

Muchas veces la noticia está donde creemos que no está: menospreciamos un escenario, una fuente, un momento, una llamada, un correo, una comunicación. Por estar mirando la magnificencia de las estrellas, y decimos “este pequeño lucero…” Luego la vida nos enseña que no debemos poner esas categorías, pues muchas veces la gran noticia, la que toca el sentimiento de los oyentes, de los lectores, de los televidentes, estaba donde creíamos que no estaba. Mejor dicho, el periodismo no se puede hacer con prejuicios.