El pasado 3 de mayo, la ONG Reporteros Sin Fronteras, dedicada a la protección de la libertad de prensa, publicó su informe anual dedicado a calificar la situación mundial de este derecho fundamental. Como viene sucediendo en años pasados, Colombia se ubica entre las 50 posiciones más bajas, por lo que lo califican como “como uno de los países más peligrosos del continente” para ejercer esta profesión.
Este año, el país se situó en el puesto 145 de 180, un resultado que refleja el aumento de amenazas y riesgos que han tenido que enfrentar los periodistas entre los que se encuentran hostigamientos hacia los periodistas por parte de ciudadanos y autoridades, así como amenazas y acoso en redes sociales.
Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2022 #RSFIndex: Análisis regionales. Se abre hilo
— RSF en español (@RSF_esp) May 3, 2022
- Un entorno cada vez más tóxico en América Latina
- Precariedad crónica y agresiones en América del Nortehttps://t.co/gdNQlEy9W4 pic.twitter.com/2fYBHwTnhH
La mala clasificación del país en cuanto a libertad de prensa se debe, en parte, a los estallidos sociales que se han dado desde finales del 2020. Estos escenarios han servido para que tanto manifestantes como dirigentes e integrantes de la Fuerza Pública ataquen y estigmaticen a los periodistas. Asimismo, la violencia en las zonas rurales y el control de grupos armados en algunas de esas áreas siguen siendo una constante que pone en riesgo la vida de quienes denuncian la corrupción, la violencia y los atropellos contra el medio ambiente.
Es importante destacar que el bajo puntaje de Colombia en el informe se debe a los recurrentes perfilamientos y seguimientos hacia periodistas hechos por miembros de la Fuerza Pública en el marco de las manifestaciones ciudadanas, que, a su vez, se han juntado con el acoso hacia la prensa en redes sociales.
La más reciente vulneración a la libertad de prensa en Colombia
El pasado 28 de marzo se realizó una operación militar en la vereda El Remanso, en el municipio de Puerto Leguízamo, Putumayo, con el fin de combatir al frente 49 de las disidencias de las FARC. Sin embargo, la comunidad de dicha zona denunció que hubo irregularidades en el procedimiento, el cual dejó once civiles muertos y al menos cinco lesionados.
A raíz de estas especulaciones, seis periodistas decidieron investigar las anomalías con el fin de dar a conocer la verdad de los hechos. Después de una exhaustiva investigación y de su posterior publicación bajo el título “Operativo del Ejército manchado con sangre de civiles”, los reporteros pertenecientes a los medios de comunicación Vorágine, Cambio y El Espectador, han sido víctimas de señalamientos por parte de algunos actores de la esfera pública.
Los periodistas que investigan el operativo del Ejército enviaron una solicitud de apoyo a la @FLIP_org, el @pressfreedom y a @PVacaV, Relator Especial para la Libertad de Expresión de la @CIDH, ante los mensajes amenazantes que han recibido.https://t.co/YCvYkssGL0
— Vorágine (@VoragineCo) May 5, 2022
Alfredo Molano, periodista de Cambio, fue señalado en su cuenta personal de Twitter por Laura Medina, jefe de prensa del exsenador Álvaro Uribe: “No me sorprende en nada su reportaje, no le inquietó tanta plata, tanto whisky, no contó de bazares cocaleros anteriores, en fin”.
De manera similar, el reportero gráfico Mauricio Alvarado de El Espectador fue tildado de “guerrillero” en redes sociales y acusado por Ernesto Yamhure, activista del uribismo, de colaborar con el vandalismo. Asimismo, la periodista Valentina Parada de Colombia +20 ha sido estigmatizada como “chavista” en redes sociales y tanto José Guarnizo, director de Vorágine, como Daniel Coronell, columnista y presidente de la Revista Cambio, fueron tildados de “narco periodistas” y comunistas.
Estos son solo algunas de las difamaciones a las que dichos reporteros se han visto enfrentados y que fueron consignados en un documento solicitando apoyo a la Fundación Para la Libertad de Prensa (FLIP) y al Comité para la Protección de los Periodistas. Se incluyeron cerca de 20 acusaciones por parte de personajes públicos en Colombia, que no solo ponen en riesgo a los periodistas, sino a la labor misma.
¿Qué dice la FLIP al respecto?
En entrevista con Plaza Capital, Daniel Chaparro, coordinador pedagógico de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), comenta que, en los últimos años, desde esa ONG ven con mucha preocupación el panorama de la prensa en el país. “Nosotros hemos registrado unos números altísimos de agresiones tanto el año pasado como durante este año. En el 2021 se registró un número récord de 684 agresiones, tanto a medios como a periodistas, el mayor número de agresiones hacia periodistas de los últimos años”.
Chaparro manifiesta que durante lo corrido de este año los índices no han sido significativamente menores. Hasta la fecha, se han registrado 185 agresiones a periodistas, que, en su mayoría son en el departamento de Arauca (38 casos), en Bogotá (35 casos) y en la ciudad Medellín (22 casos).
Cada 3 de mayo se conmemora el #DíaMundialDeLaLibertadDePrensa, una fecha para insistir en la importancia de defender la libertad de expresión y alertar sobre los riesgos para ejercer periodismo. Este año le ponemos lupa al asedio digital a periodistas.
— FLIP (@FLIP_org) May 3, 2022
?Acá les contamos más?? pic.twitter.com/N8CTRyuiX8
En el departamento de Arauca, un gran número de las violaciones hacia los periodistas son causadas por las disidencias que se encuentran ubicadas en esa zona. En general son casos de hostigamiento y amenazas. Sin embargo, hay un suceso que resalta para la FLIP: el atentado ocasionado por un carro bomba en Saravena. El cual afectó la sede del medio Trochando Sin Fronteras y también las instalaciones de Sarare Stereo (emisora comunitaria del municipio).
Las estadísticas según el periodista son alarmantes y, si bien “repetir los números puede parecer un ejercicio muy simple, hay que entender que detrás de cada número queda una violencia que perdura un poco en el tiempo. Los periodistas, sus colegas y los medios de comunicación tienen que desarrollar su trabajo en un ambiente hostil”.
Estigmatización, otra forma de agresión
Para la FLIP, la estigmatización constituye otra forma de agresión que afecta directamente y daña a la imagen social de los medios de comunicación y de los periodistas. Justamente, en lo recorrido de 2022 se ha presentado un incremento de este fenómeno, especialmente por el contexto de las elecciones legislativas y presidenciales.
En varias ocasiones estos ensañamientos se han visto reflejados, uno de estos ejemplos es el trino de la congresista María Fernanda Cabal, por medio del cual afirmó que las emisoras de paz de RCTV son “controladas por excombatientes de las FARC”. También el candidato presidencial Gustavo Petro ha caído en estas conductas. El pasado 28 de marzo, publicó a través de su cuenta de Twitter un mensaje que decía “Neonazis en RCN”, haciendo referencia a una columna de opinión escrita por David Ghitis.
Daniel Chaparro afirma que “en las últimas décadas se ha perdido un poco el valor social hacía el rol que ejercen los periodistas y eso, en parte, se debe a la estigmatización que se da en períodos de elecciones. Cuando uno tiene voces de representantes del poder político que están estigmatizando un medio o a los periodistas, termina siendo un lugar que estigmatiza a todo un oficio, y eso es un flanco que se le puede hacer a la sociedad y a la democracia”.
De lo deductivo a lo inductivo: la violencia en zonas específicas del país
Si bien son muchas las zonas del país donde las agresiones hacia periodistas son recurrentes, hay una región donde sus niveles son mayores: el departamento de Arauca (38 agresiones hasta el momento).
Esta situación es preocupante, ya que, en Bogotá en lo que lleva del año, hay 35 agresiones hacía periodistas, la cual se acerca a la cifra del departamento de Arauca. Esto, no tiene punto de comparación, no solo por la cantidad de habitantes que tienen, sino por la cantidad de periodistas que tiene cada zona permanecen en esa zona.
“Hay que mirar, entonces, las dimensiones de la tragedia de la violencia, específicamente en el ejercicio del oficio periodístico. Y no es que se apaguen las voces, porque los periodistas siguen estando allí, pero sí hace la labor mucho más difícil en esas zonas del país”, comenta el periodista.
Daniel Chaparro resalta la importancia de darles más espacios a los periodistas de estos lugares vulnerables que a los medios de la capital o extranjeros, porque ellos son los que realmente conocen las características y circunstancias del departamento.
Nuevos mecanismos de amenaza
Diego Alonso García, profesor de la facultad de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario y doctor en Comunicaciones y Cultura de la Universidad Federal do Rio de Janeiro en Brasil, explica que las limitaciones a la libertad de prensa en Colombia son cotidianas. Pese a que existe una protección constitucional a este derecho, es normal que se violente la labor periodística y se coaccione, en general, la libertad de expresión.
También considera que es importante tener en cuenta el entorno de las redes sociales, las cuales, si bien representan un beneficio, se han transformado en un espacio negativo para los periodistas. “La gente, a partir del anonimato, se siente capaz de violentar el periodismo”.
Otra de las tendencias en aumento que amenazan la libertad de prensa son los acosos hacia el periodismo por parte de instituciones estatales y miembros de la Fuerza Pública, como las 247 agresiones registradas por la FLIP hacia periodistas en el marco del Paro Nacional del 2021, o la advertencia de esta misma ONG sobre el entorno de intimidación y autocensura de la Fiscalía contra la prensa. Esto constituye una grave vulneración, pues son las entidades y persona que deberían garantizar los derechos de los periodistas.
Lo preocupante, además, es que esto se ha convertido en algo regular, pues los ataques hacia la prensa por parte de figuras visibles e influyentes han ayudado a que se normalicen dichos comportamientos. “Esto es un deterioro democrático e institucional grave”, comenta el profesor al respecto.
Por tal motivo, García sugiere que debe haber mecanismos más prácticos para defender la libertad de prensa: “toca hacer visibles los casos y dar a conocer, con nombres, quienes son los agentes que coartan estas libertades”, pero también resalta la importancia del apoyo que debe haber entre periodistas para que haya una defensa colectiva de la libertad de prensa.
El panorama para el periodismo en Colombia no pinta bien. El hecho de haber disminuido once posiciones en el informe de Reporteros Sin Fronteras debería prender las alarmas del gobierno para buscar instrumentos que garanticen y protejan realmente la libertad de prensa en el país.