El pasado mes de septiembre, tras nueve meses de debates, se conoció el fallo de la Corte Constitucional relacionado con la fiesta taurina en Bogotá. En el documento se ordenaba a las autoridades distritales disponer de todo lo necesario para reanudar las corridas de toros.
Hoy, dos meses y medio después del fallo, las puertas de la Santamaría siguen cerradas. El Distrito ha dicho que son necesarias reformas estructurales en la plaza antes de su reapertura. Por estas “demoras burocráticas”, como las califican los aficionados taurinos, la huelga de los novilleros ha tomado fuerza día a día.
Dada la situación, el maestro César Rincón, reconocido torero colombiano, organizó una manifestación pacífica para “celebrar la inminente vuelta de las corridas de toros a la Santamaría y felicitar a los novilleros por su valerosa lucha contra la intolerancia y las injusticias”. La cita fue el pasado miércoles 12 de noviembre, en la explanada principal de la plaza de toros de Bogotá.
Eran las dos de la tarde y el cielo bogotano presagiaba lluvia, cientos de aficionados a la fiesta brava empezaban a llegar a la Santamaría. Monteras, capotes, pancartas, corbatas con patrones de toros y mancuernas con la forma de este animal se veían por todas partes. Delegaciones de departamentos como Antioquia y Valle llegaban lentamente y ocupaban sus lugares frente a la tarima que, más tarde, albergaría a los grandes del toreo mundial.
A un lado de la plaza, en donde están ubicadas las tiendas que han sido la casa de los novilleros en huelga durante más de tres meses, estaba Alfredo Peña, artífice de la protesta contra la resolución del alcalde Petro sobre las corridas de toros. Este veterano miraba cómo la explanada se iba llenando y comentaba “somos conscientes de que las corridas no volverán mientras este alcalde esté en el poder, pero hoy celebramos y nos sentimos más apoyados que nunca por la comunidad taurina nacional e internacional”.
El ambiente vibraba, se empiezaban a oír gritos de “¡vivan los toros!”, “¡olé, olé, olé!” y “¡torero, torero!”. Lejanas notas de pasodobles taurinos se escuchaban saliendo de una vieja grabadora ubicada en alguna carpa. Mientras tanto, los minutos iban pasando y la llegada de los grandes maestros, de los matadores, se acercaba.
Si bien los más esperados eran 'El Juli' o Iván Fandiño, otros toreros fueron por iniciativa propia para hacer parte de la celebración. Sebastián Ritter, torero colombiano residente en España, fue uno de ellos. “El toreo es la expresión de la libertad y estamos aquí para apoyar esa causa. El arma que los novilleros han usado hasta hoy ha sido la de su derecho a la libre expresión, y eso es algo que nadie le puede quitar a una comunidad unida”, afirmó el matador.
Sobre las tres de la tarde llegaban todos los toreros en un mismo grupo. Intentaban entrar por la parte trasera de la tarima, pero muy pronto fueron abordados por cientos de aficionados taurinos que se desvivían por una foto, un autógrafo o simplemente por llamarles “maestros” y decirles lo mucho que los admiraban. El Juli, Miguel Abellán, Sebastián Castella, El Fandi, José María Manzanares, Miguel Ángel Perera, Escribano, Luis Bolívar, Iván Fandiño, Alejandro Talavante, El Payo, Juan José Padilla y César Rincón fueron los hombres que conformaban un grupo que derrochaba clase y talento.
“Hoy es un día para relanzar el toreo, para defender la libertad, para defender los derechos de los seres humanos y para que nadie nos pueda coartar esa libertad de ejercer nuestra profesión, de hacer lo que amamos y nos da vida”, fueron algunas de las palabras de El Juli, torero español que ha salido incontables veces en hombros de las plazas de toros alrededor del mundo.
Estas figuras internacionales de la fiesta brava se deshicieron en palabras de admiración por los novilleros, por su valentía y su determinación de no dejar morir la fiesta brava en Bogotá. “Los respeto muchísimo porque son los valores de la tauromaquia encarnados en los hombres y estoy orgulloso de ellos, pues dignifican lo que es ser torero”, comentó El Juli.
Tampoco faltaron las opiniones sobre el “arbitrario decreto” de Petro que dio por terminado el contrato de arrendamiento de la Santamaría, el fallo de la Corte Constitucional y la falta de respuesta del distrito ante la inminente vuelta de los toros. Juan José Padilla, más conocido como el Ciclón de Jerez, manifestó que la decisión de erradicar una fiesta cultural no debe depender de un hombre ni de la política, sino del pueblo, de la gente. “No se puede coartar la libertad de manera arbitraria, la fiesta del toreo es una expresión artística y como tal debería ser patrimonio intangible”, dijo el español.
A las cuatro de la tarde, los toreros subieron a la tarima y fueron aplaudidos por la multitud. Tras ellos, subieron los catorce novilleros, “los héroes” como los llamaban, y recibieron una ensordecedora ovación. En medio de gritos de “¡fuerza, novilleros!”, “¡que viva Colombia!” y “¡qué vivan los toros!”, se dio inicio a los actos protocolarios.
Los himnos de Colombia y Bogotá fueron los primeros protagonistas, seguidos del famoso pasodoble taurino interpretado por una banda en vivo. Las primeras notas de la trompeta despertaron el fervor de aficionados y toreros que, al final, se unieron en un solo clamor: “¡Olé!”.
El momento más emotivo de la tarde fue cuando, en un minuto de silencio, se recordó al fallecido padre de José María Manzanares. El homenaje hizo que se le saltaran las lágrimas al torero, quien agradeció a la multitud el cariño y apoyo mostrado. “Hoy no me siento con fuerzas de enfrentar a un toro, pero tengo la fuerza para celebrar la reivindicación de los toros en Bogotá”, dijo Manzanares.
Minutos después, fue el turno para hablar de César Rincón, quien agradeció la masiva asistencia a esta manifestación pacífica y aseguró que se estaba viviendo un momento histórico. “¡Queremos la libertad de la tauromaquia! Este reducido grupo de personas, queremos el libre desarrollo de esta actividad que genera tantas pasiones”, fueron las palabras con las que cerró su discurso el doctor del toreo.
La lluvia arreciaba ya en la explanada de la Santamaría, pero eso no hizo que los aficionados taurinos se perdieran de los mensajes que los toreros nacionales e internacionales tenían para ellos. Se escucharon palabras de gratitud que reflejaban la felicidad al ver unidas a las peñas taurinas, mensajes recalcando lo importante que es la libertad y el amor que sienten hacia el toreo. “Colombia le ha dado un ejemplo al mundo taurino de lo que es defender la libertad y de lo que es estar orgulloso de la tauromaquia”, dijo Diego Silveti, torero mexicano.
Ya sobre el final, se leyó el Manifiesto Libertario Taurino de Bogotá, escrito por el periodista Antonio Caballero y firmado por los toreros y novilleros asistentes a la manifestación. En el documento se dice que la tauromaquia es un acto de alta cultura, un arte, y que se defiende por sí mismo ya que siempre tendrá detractores.
“Somos una minoría y sabemos que nuestros gustos no son universalmente compartidos, por eso no aspiramos a imponernos sobre los de otras minorías haciéndolos obligatorios, sólo pretendemos que no nos impongan sus gustos ni nos supriman los nuestros. No queremos ni mandar, ni prohibir”, rezaba el manifiesto.
Esta fiesta taurina, a la que aún le faltaban los toros, terminó con un ambiente cálido a pesar de la lluvia. Felipe Negret, gerente de la Corporación Taurina de Bogotá, calificó la manifestación como un éxito y dijo que “lo que se ha demostrado hoy es la unidad y civismo de los aficionados taurinos que claman por la libertad”.
La faena concluyó con gritos de júbilo y notas de pasodobles, que fueron acompañadas por el anuncio de que los novilleros levantarán su huelga en el transcurso de la semana. Ahora, lo que queda en la Santamaría es la promesa tácita de volver una vez los toros salgan por la puerta de las cuadrillas y un valiente matador esté esperándolos en el ruedo.