La mañana del 11 de marzo de 2025, la Avenida Caracas, una de las arterías viales de Bogotá, vio su tráfico paralizado. Esta vez, no fue por las obras del tan anhelado Metro, cuya construcción no permite el tránsito de vehículos particulares desde hace un año, sino por los trabajadores que están materializando semejante proyecto.
Con pancartas al frente del corredor vial de la calle 72 en pleno corazón financiero de la capital, los obreros exigieron el pago de sus sueldos, que, según ellos, no han recibido desde hace meses. El tráfico en la vía colapsó, varios buses suspendieron su servicio, y muchas personas tuvieron que caminar para llegar a sus destinos. A las 10 de la mañana, volvió la normalidad y el torrente de buses y pasajeros se llevó la noticia al pie de página de los diarios.
Un mes después, Plaza Capital descubrió que los trabajadores de la Caracas no son los únicos que denuncian salarios impagos. A 15 kilómetros de distancia, cerca al Portal de las Américas, en el suroccidente de la ciudad, tres empresas que trabajaron en la construcción de esta mega obra no han recibido el dinero acordado por los consorcios, incluso 6 meses después de entregar su parte de la obra. Una deuda de 256 millones de pesos, de la que ni el distrito, ni los consorcios quieren hacerse responsables.
Los efectos de no recibir el dinero pese a entregar las obras
La intersección entre la Avenida Ciudad de Cali y la Avenida de las Américas en este momento está rodeada de poli sombra y polvo, señales que le indican a los ciudadanos que allí se están realizando obras. Sin embargo, el marco de acero que forma una estación de Transmilenio no es el de una reparación cualquiera. Allí, según el distrito, se está construyendo una nueva troncal con 31 estaciones, que conectará con el Metro de Bogotá en 2028. Estos proyectos reducirían en hora y media el trayecto para llegar al centro de la capital, ayudando a desarrollar una zona predominantemente de estratos uno y dos, beneficiando a dos millones de pasajeros y a 726 mil habitantes.
En esta parte de la obra, trabajó la empresa Transportes MJ, proveyendo volquetas y maquinaría amarilla. Según Malky Alvarado, gerente general, en septiembre del 2024 fue que empezaron los problemas con los pagos. “De un momento a otro empezaron a retrasar los pagos, pero no se tenía sospechas de nada en realidad. De hecho, venían pagando puntualmente y fue que dijeron: ‘Bueno, esta semana no pudimos pagar, pero pues en 8 días pagamos, entonces se siguió trabajando y a los ocho días no pagaron’”. Aun así, la obra se entregó en octubre con firmas de interventoría, y se llegó a un acuerdo para pagar el 28 de diciembre, el cual también se incumplió. Hasta el día de hoy, no les han pagado los 100 millones de pesos que les deben.
GEOTAM SAS, encargada de la topografía, es decir, de los estudios de suelo, relata la misma historia, lo mismo que TESSA Ingeniería, encargados de tubería. A una le deben 45 millones, y a otra 63. Entre las tres compañías suman una deuda de 256 millones de pesos, un monto pequeño si se compara con los 770 mil millones que cuesta todo el metro, pero que, para una microempresa o PYME, pueden ser letales.
Malky comenta que tuvieron que liquidar a 20 familias para lograr una solvencia financiera, mientras tanto Edisson Granada, encargado de GEOTAM, tiene préstamos de 60 millones solo para pagar la nómina de sus empleados. TESSA carga con un déficit de 220 millones de pesos y ha dependido de donaciones de familiares para seguir a flote. “Mi mamá que tenía ahorritos. Me dijo: ‘Hija, tome para que pague una seguridad social y pueda seguir trabajando’”, dice Silvia, su gerente, con una mezcla de rabia y resignación, clásica de aquellos que tienen que estirar el dinero.
Según Álvarado, Consorcio Proyecto Metro (CPM), encargados de ese sector de las obras, se excusaba en que Metro Línea 1, el ejecutor general, no les había entregado dinero. El 31 de marzo, las tres empresas recibieron el rumor de que Línea 1 había entregado el dinero de una tubería a CPM. Buscando respuestas, salieron a protestar con 45 trabajadores que nohan recibido su salario, liquidación ni horas extra en la sede de Línea 1. Allí, la representante legal se comprometió a pagarles a cada uno a su debido tiempo, pero afirmó que no podían entregar más dinero hasta que CPM, a quienes desconocen, cumplieran sus deudas. “La historia con CPM ustedes se la conocen de sobra”, dijo a los manifestantes, refiriéndose a los subcontratistas de la obra.
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La Ping-Pongeada: nadie se hace cargo
Aquí comienza lo que Silvia denomina como ‘La ping-pongeada’ entre CPM y Metro Línea 1. Para comprenderla, hay que saber esto: los 770 mil millones de pesos entregados por el gobierno nacional y distrital vía Metro S.A para construir el metro cayeron en manos del consorcio Metro Línea 1. Línea 1 los administra entre diversos consorcios que llevan a cabo las obras como CPM. Desde CPM, llegan a los diversos subcontratistas donde están las empresas de logística como MJ, las de estudios como GEOTAM y las de construcción como TESSA. En esta cadena de dinero, los dos primeros eslabones están presentando fallas.
Metro Línea 1 está compuesto por dos empresas chinas: China Harbour Engineering Company Limited y Xi’an Rail Transportation Group Company Limited. Es la primera vez que dos compañías del gigante asiático se encargan de un proyecto tan importante para el país. Sin embargo, estas no son conocidas por sus proyectos ferroviarios. China Harbour es la encargada de proyectos como el Nuevo Puerto de Ilo en Perú y está entre las 500 mayores empresas globales según la revista Fortune. En 2019, fue denunciada por la asamblea nacional de Panamá, donde está construyendo un puente sobre el célebre canal, por presuntas irregularidades en la adjudicación del contrato. Actualmente, la obra va en un 20%, después de un retraso de cinco años.
Por su parte, Xi’an Rail no ha trabajado en Latinoamérica, pero es conocida por el metro de su provincia, involucrado en un escándalo en 2017, donde entregaron un soborno de 700 mil dólares.
Su rol en el metro tampoco está libre de controversia, CPM los demandó ante la Cámara de Comercio de Bogotá por no pagarles una deuda de 6,500 millones de pesos, un caso que, hasta ahora, no se ha resuelto. En medio de las protestas de la 72, Yang Qiwu, representante legal del consorcio, afirmó que han pagado todo a tiempo. Plaza Capital intentó contactarles, pero los teléfonos referenciados en la plataforma LinkedIn no contestan.
CPM está compuesto por dos empresas: LM CONSTRUCTORA SAS y HYS INGENIERÍA Y TECNOLOGÍA SAS. Esta última tiene sede en Barranquilla y no aparece en la Cámara de Comercio del Atlántico. LM fue fundada en 2018 y trabajó en las obras del Movistar Arena. De acuerdo con Granada, Mario Espitia, su gerente, fue quien lo llamó para participar en la obra, pero no ha vuelto a aparecer desde que iniciaron los retrasos.
Espitia recibió una sanción de oficio por la corte suprema de justicia en 2021 por su participación en el desfalco de los recursos para los juegos nacionales de Ibagué en 2015. En ese mismo proceso, fue acusado de ayudar al ex alcalde de Ibagué Luis Hernando Rodríguez en el transporte de estupefacientes, y porte ilegal de armas. Plaza Capital le preguntó a Metro de Bogotá S.A.S sobre el actuar de Espitia en la obra y sobre su conocimiento acerca de estos líos judiciales. Ellos le pasaron toda la responsabilidad al consorcio Metro Línea 1, quienes, hasta el día de hoy, no contestan.
Granada menciona que el responsable de estos retrasos es CPM. Además, algunos trabajadores afirman que Metro Línea 1 sí ha puesto voluntad para pagarles. Pero, para Malky, lo único que ha traído este conflicto es una distribución de culpas que ha creado ‘mil trabas para facturar’: “Ellos [Metro Línea 1] dicen que no deben nada porque cuando los contratistas les entregan como tal los tramos o les entregan las obras, incluso ya firmadas por interventoría, todavía no autorizan que les facturen, todas las obras de CPM se entregaron en diciembre.”
El gerente de Metro S.A, Leonidas Narváez, ha declarado que no es posible verificar toda la cadena operativa y afirmó que Metro Línea 1 ha recibido todos los recursos solicitados. No obstante, según Caracol Radio, aún se adeuda a Línea 1 una compensación de 2.4 millones de dólares debido a las demoras reportadas el año pasado.
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Un Modus Operandi que no responde a los que realmente trabajan en el proyecto
En medio del fuego cruzado de todas estas disputas, los subcontratistas manifiestan sentirse abandonados no solo por la alcaldía, sino también por los interventores: “Nadie se ha puesto en los zapatos de los pequeños contratistas, los que realmente estamos haciendo patria”, dice Silvia con rabia, una rabia heredada de anteriores demandas por retrasos en los pagos a entidades como Aguas de Bogotá y la alcaldía del Carmen de Bolívar. “Parece ser un Modus Operandi”, afirma, al hablar de los incumplimientos constantes. Más allá de las declaraciones a medios de comunicación, la Alcaldía de Bogotá no quiso responderle a Plaza Capital para conocer su versión de los hechos.
Mientras tanto, los trabajadores que han levantado las columnas mostradas en los medios y han puesto la fuerza para materializar la ilusión de tener metro reclaman su sueldo: “Nos están debiendo 7 meses de liquidación de la liquidación, nos sacaron sin sueldo, y nos debían cualquier cantidad de horas extras”, “no me han pagado los sueldos ni liquidaciones. El 29 de diciembre me ilusioné, volví a trabajar en el pozo de lanzamiento. Nos sacaron y tampoco nos pagaron.”, “He tenido muchos inconvenientes, me ha tocado pedir prestado para poder pagar el arriendo, los servicios y así poder también mercar. Estoy en la inmunda”, son algunas de las afirmaciones que han realizado por su descontento.
Tanto trabajadores como subcontratistas están en la inmunda, sin recibir la remuneración de su trabajo en la obra más importante de Bogotá en los últimos tiempos. Ahora, están atrapados en una telaraña de recusaciones, malos manejos y silencio por parte de los responsables, silencio que aún intentan combatir.
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