En el caso de Nagasaki, por un error de cálculos del avión donde se transportaba la segunda bomba, el gobierno estadounidense de ese entonces apenas arrasó con la vida de 39.000 personas, y hasta el día de hoy, desde que inició la pandemia del coronavirus, se han muerto 27.737 personas en todo el mundo. Estos son apenas algunos casos de los cuales se podría decir que el ser humano ha alcanzado la crueldad, la miseria y la desolación en niveles extremos.
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Sin embargo, quedan cortos los ejemplos para describir como los seres humanos, en la historia moderna, no solamente hemos sido crueles dejando vejámenes con cada acción que hacemos en la sociedad, sino también catástrofes en el planeta. Aunque el panorama dibujado por todos los desastres hechos por la sociedad luce triste, agobiante y desolador, la humanidad ha tenido pequeños momentos de brillantez o por lo menos de reflexión profunda. Varios de estos se dieron con el final de la Segunda Guerra: (la creación de la ONU) y la creación del Estado de Israel: un arma de doble filo en la actualidad, y otros más con el fin del genocidio de Rwanda en África entre los Tutsis y los Hutus, o los tratados de paz en Irlanda con la guerrilla del IRA al final de los 90.
Definitivamente creo que la cuarentena que ha forzado al mundo entero a aislarse por el coronavirus ha sido otro momento de lucidez del siglo XXI: un espacio para crear nuevas costumbres, (algunas un poco estúpidas e innecesarias) como hacer 21 de fútbol con papel higiénico o retomar algunas que hemos olvidado con los años como leer un libro, reunirse en familia o simplemente compartir con uno mismo sin necesidad del ajetreo de la sociedad. Por otro lado, también pienso que será un espacio en el cual la humanidad logre reflexionar, reinventarse y avanzar de diferentes formas, pero sobre todo generar conciencia de lo que estaba bien y hay que seguirlo haciendo, y lo que definitivamente NO estaba bien y hay que cambiarlo.
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Tal vez, este es el momento de quiebre en el cual el planeta, estaba esperando a decirnos que estamos a un paso de un viaje de no retorno. Quizás, este fue el momento en el cual el mundo como lo conocíamos se detuvo por nuestras acciones consumistas sin control, individualistas y envidiosas por aquel que tiene y el que no. Este es el otro momento de lucidez que el planeta entero tanto había esperado: Ya no se trata de que cierta nación tenga más que otra, o que porque aquella que no tiene tanto entre en guerra con ella para lograrla superar, sino como sin importar las diferencias cooperamos como una sola para salir adelante. O en términos más allegados al diario vivir: la cuestión ya no está en competir por quien tiene más oportunidades contra una persona que no las tiene.
Realmente está en ser conscientes en como podemos ser útiles y ayudarle al otro. Esta coyuntura sea tal vez el único el momento que tenemos para actuar como una sola sociedad dejando a un lado todo aquello que nos hace diferentes. ¿Y usted, esta dejando sus diferencias para ayudar?