El acceso a la educación universitaria, técnica o tecnológica para personas con discapacidad es un tema que ha empezado a inquietar a varias instituciones en Colombia desde hace poco más de diez años. Hace unos 15 años las personas con discapacidad debían buscar currículums que se ajustaran a sus limitaciones. En este momento y a futuro, lo que se busca es que las personas puedan acceder a los diferentes programas de educación y cuenten con el apoyo necesario. Para lograr esta meta se creó la Red Colombiana de Instituciones de Educación Superior por la Discapacidad.
La Red Colombiana de Instituciones de Educación Superior por la Discapacidad nace en 2005. Es constituida por cinco universidades que se dan cuenta de las dificultades que tienen las personas con discapacidad para ingresar y mantenerse en la educación superior. La intención de esta red es “trabajar colaborativamente, aportar conocimientos y experiencias que contribuyan al proceso de inclusión de las personas con discapacidad en las instituciones de educación superior”, según la información de su página web. La Red va más allá de que una persona en condición de discapacidad ingrese a un aula de clase, busca que el estudiante logre llevar una vida estudiantil con la misma calidad y acceso a servicios que tienen sus compañeros. La idea es que los estudiantes puedan ser autosuficientes dentro de los distintos campus.
Rocío Molina es fundadora y secretaria técnica de la Red Colombiana de Instituciones de Educación Superior por la Discapacidad y es también directora del programa de inclusión de la Universidad del Rosario: Incluser. “Los estudiantes con discapacidad llegaban hace 15 años por su cuenta, solos. A veces el único acompañamiento era el de sus profesores”, afirma Rocío. Por esta razón, empezó la búsqueda de un acompañamiento eficaz que les garantizara un acceso en igualdad de condiciones. Este acompañamiento se logró por medio de la creación de una oficina de apoyo y de la red de apoyo entre las diferentes instituciones.
Por otra parte, Óscar Díaz es cofundador de DADO, una empresa que trabaja con elementos didácticos, de señalización y publicidad para personas con discapacidad visual o auditiva. Ellos han trabajado con universidades como la Nacional, los Andes y La Salle, entre otras. Desde la experiencia laboral, Díaz cree que “es importante que las Universidades tengan departamentos de inclusión y bienestar, que haya una persona que lidere y conozca de estos temas para que se puedan realizar las adaptaciones necesarias”.
Tanto Rocío como Óscar dicen que el camino ya está trazado, pero que aún falta mucho por recorrer y que los logros a los que se llegue más adelante deben ir de la mano de un compromiso de todos. “No es cambiar las universidades, es poder cambiar nosotros, poder pensar en una educación para todos (…) la discapacidad es un tema de todos”, concluye Rocío.
Desde 2005 la Universidad del Rosario empezó a trabajar en la inclusión desde cátedras como Discapacidad y Sociedad, lengua de señas, lectura Braille. Dos años más tarde, en 2007 nace el programa Incluser en la Universidad del Rosario. Para ese año, dos jóvenes con discapacidad visual ingresan a los programas de fisioterapia y psicología quienes gracias al programa lograron ya graduarse de la universidad. Aunque en este momento no hay personas con discapacidad visual, si lo hay con discapacidades cognitivas y motoras. Rocio Molina destaca que la universidad transita a la inclusión y se prepara para cuando una persona con discapacidad desee ingresar a estudiar.