Detrás del Batallón de Reclutamiento del Ejército, que en algún momento recibió a la facultad de Medicina de la Universidad Nacional, en la Avenida Caracas con calle 9 estaba ubicado uno de los lugares más peligrosos de Bogotá: el Bronx. Hace más de dos años la Alcaldía de Bogotá intervino este lugar, donde el consumo y venta de droga, la prostitución infantil y las casas de tortura fueron las protagonistas por más de dos décadas. El pasado domingo 24 de julio, James, Falcao, Quintero y toda la Selección Colombia se tomaron el lugar desde una pantalla gigante que transmitió el partido contra Polonia.
A las 12 del mediodía el lugar, que ahora es conocido como Bronx Distrito Creativo, se empezó llenar con algunos trabajadores del centro de la capital de la República que querían ver el encuentro deportivo. Minutos más tarde llegaron un grupo de exhabitantes de calle, quienes por años caminaron esas tétricas calles en busca de droga. Estas personas ahora se encuentran en proceso de rehabilitación.
Los jugadores colombianos y polacos saltaron a la cancha sobre la 1 de la tarde, la emoción se tomó a los cientos de asistentes. Cuando sonaron las primeras estrofas del himno Nacional, todos se pusieron de pie, para enviar su mano al pecho y empezar a entonar uno de los símbolos patrios. A algunos se les aguó el ojo mientras el "¡Oh gloria inmarcesible!" retumbaba en el que llegó a ser el lugar más temido de la ciudad.
La pelota rodó en Kazán y el centro de Bogotá se empezó a llenar cada vez más. Llegaron algunos habitantes de calle, trabajadores del sector y simples curiosos con toda su familia, inclusive bebés, que querían ver el partido.
Al frente una pantalla de cuatro metros de altura, a mano izquierda la parte trasera del batallón y a mano derecha la parte trasera de un viejo edificio que fue testigo, como revelaron algunos videos, cuando un holandés se escapó de los temidos capos del Bronx en aquella época en que la ley la imponían los temibles 'sayayines'. Ahora solo es una estructura que se cae lentamente mientras las matas se toman el desolado lugar.
“Ya no están todos esos ñeros vendiendo droga”, dijo uno de los muchachos que llegó ya empezado el partido. Sin embargo esa fue última referencia de lo que era ese temible lugar. De ahí en adelante todo fue emoción.
Los 90 minutos
En Kazán, Colombia jugaba su mejor partido en años y con un tridente en el mediocampo, conformado por James Rodríguez, Juan Fernando Quintero y Juan Guillermo Cuadrado, logró generar 13 ocasiones de gol. Pero la primera que logró vencer el pórtico del arquero polaco, Wojciech Szczęsny, fue al minuto 40, cuando tras un centro del '10', el defensa Yerry Mina, que mide un metro con 94 centímetros cambió con su cabeza el curso del balón y puso el 1-0.
En ese momento, en el antiguo Bronx, todo fue euforia, los primeros en levantarse a gritar fueron los exhabitantes de la calle, se abrazaron entre ellos y saltaron de la emoción. Con el pitazo que dio fin al primer tiempo, varias de las personas que veían el partido, y que son empleados del sector, se fueron. Todos hablaban del partido, después del traspié contra Japón esta Selección mostraba otra cara muy distinta, un equipo sólido en defensa con Yerry Mina y Davinson Sánchez. En los laterales, Santiago Arias y Johan Mojica fueron los encargados de darle la tranquilidad y salida a la selección.
Para el segundo tiempo, esta calle ubicada entre el batallón y el antiguo Bronx, que hoy se reduce a casas abandonadas y otras destruidas de las que solo quedan los escombros, recibió de nuevo a las personas que se habían ido. Los nervios estaban presentes, pues no servía empatar ni perder, solo ganar y la diferencia era de un gol. Pero David Ospina dio confianza en el arco tricolor ante cada llegada del conjunto europeo.
Al minuto 25 del segundo tiempo, un pase filtrado entre la defensa polaca por Juan Fernando Quintero dejó mano a mano con el portero a Falcao García que definió con borde externo al palo derecho del portero. El gol que todos los colombianos esperaban luego que 'El Tigre' perdiera el pasado Mundial por una lesión. En el Bronx todo fue alegría de nuevo, todos se pararon de sus asientos, e incluso una pareja se daba un gran beso de felicidad.
Los nervios se habían cambiado por tranquilidad, pero nadie se había acomodado aun, cuando, tras un pase de James Rodríguez, Juan Guillermo Cuadrado selló la victoria colombiana con el tercer gol del encuentro. Como en los dos goles anteriores, todas las personas que asistieron a ver el partido en la pantalla gigante saltaron de sus asientos y se abrazaron entre sí.
En los minutos finales del encuentro los colombianos controlaron el balón y salvo un problema con el arquero David Ospina en su tobillo no hubo ningún tipo de percance.
A 10 segundos que se cumpliera el tiempo adicional, las personas empezaron a contar cada segundo. “¡Treeees!, ¡dooos!, ¡Unooooo! y ¡ceeeeero!”, ahí el árbitro del encuentro dio por terminado el partido y todos, desde la capital bogotana, se dieron un abrazo. Desde Kazan, los jugadores colombianos hicieron lo mismo entre ellos.
Algunas personas se quedaron a recoger la basura que quedó en el lugar y las sillas antes de irse. Todos salieron caminando por donde en algún momento caminaron ‘Sayayines’, y no los de Dragon Ball Z, sino los escoltas y sicarios del lugar, y ‘ganchos’, como se les denominaba a los grandes capos del sector.