En Colombia, los niños se ven obligados a vincularse a una labor a temprana edad porque deben participar en la actividad económica de la familia.
A esto se le suma que, en ocasiones, los menores deciden trabajar porque les gusta tener su propio dinero, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).
El Dane publicó la Gran Encuesta Integrada de Hogares (Geih), sobre el trabajo infantil entre octubre y diciembre de 2018. Según esta, 644 mil niños entre cinco a 17 años trabajaron. El estudio reveló la disminución de 152 mil infantes trabajando a comparación del 2018.
En Colombia, muchos niños realizan actividades laborales por obligación de sus padres. El Dane mostró que muchas veces los menores deben ayudar con los gastos de la casa o ayudar a costearse el estudio, por lo que esa es su única opción. Asimismo, los infantes ven el trabajo como algo que los hace honrado y los aleja de los vicios.
Gloria Carvajal, trabajadora y madre de cuatro hijos, asegura que uno de ellos, Jorge*, quien actualmente cursa undécimo grado con 17 años, labora en el taller de tapicería que tiene junto con su familia. Él se dedica a realizar la limpieza general de los autos.
“Él nos ayuda para poder obtener dinero para sus gastos personales y ayuda de la casa”, narra la madre de Jorge. Como este, son miles los casos que se presentan en la mayoría de las ciudades del país. El Dane reveló que muchos de estos jóvenes trabajan y estudian al mismo tiempo, pero hay una minoría que no acude a la educación primaria.
Los casos que se presentan a diario son muy variados. Unos lo hacen por necesidad, mientras que otros tienen la idea de forjar un mejor futuro, por lo que deciden empezar a ganar dinero por sus propios medios.
En el caso de Jorge, según señala su madre, ha pensado en unirse al Ejército por la falta de posibilidades para empezar una carrera universitaria y no quedarse tapizando carros en el taller, por lo que lo que gana ahora es un ahorro que le servirá en unos años.
Esta encuesta muestra que el 47,8% de los niños son trabajadores sin remuneración, es decir, que no reciben pago. Nidia Ariza, empleada del servicio de casa por días tiene una hija de ocho años llamada Alejandra*. Ella cuenta que muchas veces no tiene con quien dejar a la niña por los horarios del colegio, así que la lleva con ella cuando sus jefes se lo permiten y le ayuda en labores que no requieran mucho esfuerzo como doblar o colgar ropa.
Ella señala que es su única opción, pues el padre de la niña también trabaja y no tienen los recursos para pagarle a una niñera. Según ella, la menor al ser tan pequeña, aún no tiene gastos que ellos, sus padres, no cubran. Otra razón por la que Alejandra no recibe dinero a cambio es porque su madre solo gana $50 mil al día y descontar plata de allí sería perjudicial, pues también mantienen a su abuela, quien requiere de medicina y cuidados especiales.
Cifras de explotación infantil
Conforme al Dane, la tasa de trabajo infantil ha disminuido al pasar de los años. Siendo así, en 2012 se presentó un 10,2%, llegando hasta 2018 con un 5,9%. Asimismo, deja en evidencia que la más de la mitad de menores que trabajan son hombres (68,9%) y el restante mujeres (31,1%) y estos, en su mayoría, están entre los 15 y los 17 años.
Por su parte, para que estas cifran disminuyan, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), ha desarrollado una campaña llamada ‘Presente contra el trabajo infantil’ desde el 2018. Su objetivo es trabajar para la protección de la infancia, la niñez y la adolescencia haciendo uso de programas y proyectos que atiendan los casos en los que se presente trabajo de niños.
En el departamento del Atlántico se presentaron más de 60 casos de trabajo infantil en el mes de marzo. Según el ICBF, 10 de estos niños quedaron bajo protección, por lo que se les asignó un hogar de paso, mientras que al resto se les hará un seguimiento por parte del Instituto y de las Comisarías de Familia.
Entre los municipios con tasa más alta de trabajo infantil se encuentra Sincelejo (5,7%), Pereira (4,6%) e Ibagué (4,2%), mientras que Bogotá presenta un 2,4%.
*Los nombres de los menores fueron cambiados para proteger su identidad