“Para el pueblo, lo que es del pueblo, porque el pueblo se lo ganó. Para el pueblo, lo que es del pueblo. Para el pueblo, liberación", Piero
“No tenemos plata ni recursos, pero tenemos muchas ganas de trabajar” es la frase más recurrente de la reunión. Aquí somos 20, pero allá afuera hay muchos más. Todos dispuestos a ayudar a la madre de uno de los mal llamados “falsos positivos”, quien hoy quiere llegar al Senado. Su lucha comenzó en 2008 con la desaparición y muerte de su hijo Fair Leonardo Porras, quien fue presentado como un guerrillero “dado de baja” por el Ejército Nacional en el gobierno de Álvaro Uribe. Ahora, 10 años después, parece estar llena de fuerza, lista para hacer su debut en la política colombiana.
Allí estábamos, jóvenes y adultos de variadas edades, unidos por las ganas de ayudar con una campaña política que se está haciendo “con las uñas”. Todo, desde poner un afiche suyo en una ventana, hasta difundir sus redes sociales y seguir sus hashtags en Twitter, es ayuda y es bien recibida.
Luz Marina nos saludó a todos en la entrada estrechando nuestras manos. Solo sus conocidos la saludan con un beso en la mejilla. Ella, de baja estatura, cabello largo con raíces canosas y arrugas en los ojos. Ella, que viste botas, jeans cómodos y una camisa de lentejuelas que le resalta el tono canela de su piel, a primera vista parece tímida, pero la firmeza de su postura, la frescura de su sonrisa y de sus ojos verdes cuasi azules dejan en evidencia a una mujer que se la ha guerreado porque lo ha sufrido todo.
Mientras el resto de políticos van más de dos meses en campaña, Luz Marina tan solo lleva dos semanas. Sus redes sociales están activas desde entonces, están llenas de mensajes de apoyo y de resistencia. La simpatía que esta mujer despierta en la gente no es en vano. Muestra de ello somos las 20 personas que estamos aquí. Muchos somos jóvenes que decidimos pasar nuestra tarde de sábado en la sede de Colombia Humana, en la reunión de voluntarios que convocó el pasado jueves.
La presentación transcurrió con total normalidad. El punto de quiebre, por supuesto, fue la presentación de ella. Espero hasta el final. Todos aguardábamos sus palabras. Yo ansiaba, por fin, escuchar a la mujer por la que estaba allí. “Hola a todos. Mucho gusto, soy Luz Marina Bernal. Soy una de las conocidas ‘Madres de Soacha’ y aspiro a llegar al Senado para representar las víctimas del Estado”. Silencio absoluto. Nadie habla. Nadie murmura. El eco de su voz se toma el salón. Todas las miradas se dirigen a la mujer. Todo gira en torno a ella.
Con la misma fuerza que inició, continuó presentándose. Su historia es desgarradora: el martes 8 de enero de 2008 su hijo, Fair Leonardo Porras, desapareció. Él tenía una discapacidad mental. Se veía como un adulto de 26 años, pero su condición lo llevaba a pensar como un niño de diez años. Ese día inició su odisea.
Después de ocho meses de búsqueda, fue contactada por funcionarios de Medicina Legal, quienes le dijeron que su hijo había sido encontrado en una fosa común de Ocaña (Norte de Santander). Al llegar a esa zona del país se enteró de lo peor: su hijo era acusado de ser miembro de la guerrilla de las Farc y había sido reportado como una “baja” de este grupo subversivo por parte de la Brigada Móvil No. 15 de Ocaña.
Titubeó por un momento. Quienes no conocíamos la historia necesitábamos digerir lo dicho previamente. Después de unos instantes, Luz Marina se dispuso a relatar sobre su lucha desde entonces: ha estado trabajando en organizaciones de víctimas e incluso, llegó a estar nominada al Nobel de Paz de 2016. Concluyó su presentación diciendo que el caso de Soacha, el de las ejecuciones extrajudiciales, los “falsos positivos” es uno entre miles que existen y que no han salido a la luz.
Su rostro refleja nostalgia. Me retiro por unos instantes. Siento que me falta el aire. Necesito digerir todo lo que se atrevió a confesar esta valiente mujer ante rostros conocidos y desconocidos. Yo conocía el caso, pero escuchar un testimonio de primera mano no es fácil. Su intervención se sella entre aplausos. Su hija y su nieta, quienes también estuvieron presentes en la reunión, la abrazaron y le reiteraron la admiración que sienten hacia ella.
Entre los presentes, hay dos personas que sobresalen: un joven politólogo y un comunicador social. Ahora son ellos los que se disponen a dirigir la reunión. Luz Marina, por su parte, se limita a observar y anotar los eventos a los que deberá asistir en las próximas semanas. De hecho, aunque este encuentro es en torno a ella, es, tal vez, la más ausente. Sí, ausente. Su voz solo se tomó el salón cuando se presentó. Ocasionalmente pregunta, pero no dirige.
Su silencio puede justificarse de muchas maneras: inexperiencia, timidez, mucha expectativa… Pero ni siquiera esto inmuta a las personas. Todos, incluyéndome, estamos convencidos de ganar en esta campaña. Todo por las víctimas del Estado. Todo por la paz. Todo por ella.
“Estudiar era un pecado, clandestino era saber… Porque cuando el pueblo sabe, no lo engaña un brigadier” , Piero.
Muchas personas la han cuestionado y han puesto en duda sus capacidades para ocupar una curul en el Senado. Ella, valientemente, se ha defendido. Algunos medios suelen presentarla como una mujer humilde, sin estudios, que pasó por una situación terrible y se armó de valor para combatir al Estado. Algunos suelen revictimizarla y minimizarla y la gente suele quedarse con esa errónea idea de ella.
Ella estudió seis años en la Universidad Nacional para entender sobre Derechos Humanos y tiene un diplomado de género. Su principal objetivo es replantear su imagen pública y mostrarse como una mujer que se ha valido de las oportunidades que se le han presentado para estudiar y prepararse, tanto académica como sicológicamente, para la batalla, para la política. Para cumplirlo, tanto en redes sociales como en entrevistas, ha difundido sus propuestas para llegar al Senado: representar a las víctimas del Estado, defender las fuentes hidráulicas y los páramos y defender derechos como la protesta social y las libertades civiles de la población.
Ella, una mujer de Soacha, aquella a la que le arrebataron su hijo por la guerra y que ahora es reconocida como uno de los rostros de los “falsos positivos”, ahora busca llegar al Senado para representar a las víctimas del Estado, de la guerra y de la vida.
"La Lista de la Decencia" congrega una nómina de personas que aspiran ser elegidos para renovar el Congreso. "Los Decentes" son el resultado de la coalición entre movimientos políticos como la Unión Patriótica (UP), Colombia Humana (movimiento político de Gustavo Petro), Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS), Alianza Social Independiente (ASI, que avaló la campaña de Clara López); coalición que históricamente han tenido poca representación en el Congreso.
Esta nómina ha acogido a personas como María José Pizarro, hija de Carlos Pizarro; Aida Abella, presidenta de la UP, y Gustavo Bolívar, entre otros. Pero el caso de Luz Marina es especial, ella es especial. Ella representa la otra cara del Colombia: aquella que no ha sido favorecida por el estatus político o económico de su familia, que tiene que aguantar los eternos problemas de tráfico de Bogotá y que tiene que soportar la indiferencia de un Estado que no ha sido capaz de reconocer todos sus errores.
Quizá sea ella la única figura política que tenga que convivir día a día con los problemas que aquejan al país. El transporte, la educación, la salud, la corrupción y más. Todo esto tendrá que seguir viviéndolo en caso de que gane una curul. A pesar de ello, sé que solo ella sería la única que, a pesar del tiempo, volvería a saludarme estirando su mano, sonriendo y diciendo con familiaridad: “Hola, si quieres entra”.
“Al país lo remataron, y lo remataron mal. Lo partieron en pedazos y ahora, hay que volverlo a armar” , Piero.