Laura Valentina Cortés Sierra

Laura Valentina Cortés Sierra

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Este 4 de julio se celebró en Bogotá la marcha del orgullo LGBTIQA+. En un ambiente musical de danza y colores la emblemática Carrera Séptima se llenó de brillo y escarcha, tanto en defensa de los derechos de la comunidad y la exigencia de una vida libre de violencias, como en celebración de las victorias y espacios ganados. A pesar de ser uno de los momentos más críticos de la pandemia en Colombia, con contagios cercanos a los 30,000 nuevos casos al día y casi 600 muertos, miles se unieron para exigir respeto a la diversidad. 

La jornada que marcó un mes de protestas estuvo llena de música, muralismo y fuerza para la transformación, a pesar de la lluvia. Las vulneraciones a los derechos humanos en los 31 días de protesta han despertado la petición de una urgente reforma que detenga la brutalidad policial. El mes de protestas ha dejado más de 1133 víctimas de violencia física, 66 muertos, por lo menos 47 heridas oculares y 22 agresiones sexuales.

Esta reflexión en forma de poesía nace del dolor y la fuerza con la que cargamos por existir y resistir en este mundo como mujeres. Por Alison y las que nos faltan. Imágenes tomadas el 1 de mayo en Bogotá, el 7 de mayo en Palomino, La Guajira y el 13 de mayo en Santa Marta, Magdalena.

Allí estaba, con mil sensaciones en la garganta y las lágrimas sueltas. Observando a tantos seres que nunca han conocido el cielo fuera de su casa con forma de anfiteatro y en la que ellos son la función diaria para el disfrute de la especie que los amenaza, los extermina y los aísla. Cerca al final de mi tiempo en Arusha tuve la oportunidad de ir a otro parque nacional, el Cráter Ngorongoro. En otra crónica les conté que ir de Safari a otros parques nacionales se sentía como entrar a otro país, ir al cráter para mí fue como visitar otro planeta. Las dinámicas son diferentes, los animales ven el auto y no corren, no se asustan. Claro, a excepción de los musculosos y temperamentales búfalos que siempre parecen cazando peleas con su expresión iracunda y su cuerpo vibrante.   

Ir de safari es como entrar a otro país, uno que sólo podemos visitar desde las ventanas empañadas y los techos abiertos de las camionetas. Un país en el que somos vulnerables y mortales. Un país en el que el tiempo lo dictan los elefantes al paso que deciden atravesar la carretera, las reinas son las leonas que matan juntas, poderosas y las cárceles son los carros en los que acalorados se pasean los turistas espantando a las omnipresentes moscas del sueño o moscas tsé-tsé de la sabana. 

 

Llegué a Tanzania como una colombiana perdida en medio de una pandemia, me fui como una viajera enamorada de las tierras suajilis. En junio, estaba en Bristol (Inglaterra), en primavera, disfrutando del rayito de vida que los jardines rebosantes de olores y colores me regalaban en mis paseos diarios. Después de cuatro meses de cuarentena estricta, con mi intercambio en modalidad virtual y con las fronteras colombianas cerradas, la vida se sentía lenta y el prospecto de viajar se limitaba a ir de la casa al supermercado. Poco me imaginaba que iba a pasar de la desesperación de la cuarentena, una visa vencida y la obligación de salir de Inglaterra a vivir por primera vez en África subsahariana para volver a abrazar la libertad.

Mariana Sanz de Santamaría, abogada, profesora y emprendedora social habla de su experiencia enseñando en Barú, de su emprendimiento social enfocado en la educación en derechos sexuales y de la situación actual de esta comunidad. La entrevistamos en Plaza Capital para que nos cuente su experiencia en primera persona. 

Las protestas en esta ciudad con 14% de personas negras fueron mayoritariamente pacíficas. Aun así los titulares del mundo voltearon a ver a Bristol porque algunos manifestantes derribaron y sumergieron en el canal la estatua de Edward Colston, comerciante de esclavos de finales del siglo XVII. Este símbolo del racismo para muchos, fue pisoteado tras ser tumbado con cuerdas y reemplazado por pancartas de apoyo a la comunidad negra.

Con tapabocas, guantes y pancartas se escuchó el grito contra el racismo. Algunos manifestantes derribaron la estatua de un comerciante de esclavos llamado Edward Colston, que se puede ver en un vídeo que se ha hecho viral este fin de semana desde BBC Bristol. La muerte de George Floyd a manos de un policía en Estados Unidos ha sacudido el mundo. Desde todos los rincones voces de apoyo. Las protestas han protagonizado las agendas mediáticas que desde hace meses estaban concentradas en la pandemia del coronavirus en el mundo. 

El Ramadán es el mes sagrado para alrededor de 1.800 millones de musulmanes alrededor del mundo. Cuatro jóvenes musulmanas desde cuatro países diferentes reflexionan sobre la celebración del Ramadán en tiempos de coronavirus. 

Perder a mi papá hace un año me enseñó sobre el aislamiento, el miedo y la felicidad, entre otras cosas. Ha pasado un año desde que el mundo se me cayó y tuve que reorganizar toda mi vida para continuar. Hace un año estaba tomando un bus desde Bogotá hacia el pueblo de mi abuela donde mi papá acababa de fallecer. 

Cerca de 25,000 manifestantes se reunieron en Bristol, Reino Unido, para escuchar a la joven activista ambiental. 

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