Mejor que Messi: el fútbol para ciegos

Domingo, 13 Marzo 2016 10:48
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En Bogotá en el Parque el Jazmín frente a la cancha de Hockey, observadores curiosos se reúnen alrededor de jóvenes aficionados al fútbol, con una característica en especial, todos son ciegos. En sus entrenamientos demuestran que las limitaciones son simplemente mentales.

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El sonido del cascabel inunda el asombro de quienes sí pueden ver lo que pasa alrededor, en medio de la pista de patinaje, este sonido logra confundirse con el ruido de los niños que ruedan alrededor. El fútbol para ciegos sorprende dentro de la cotidianidad, y el susurro de quienes están sentados observando es inevitable. En el Parque El Jazmín, dentro de una cancha de hockey (con el fin de tener mejor desplazamiento) cuatro jugadores invidentes, el entrenador y el arquero sorprenden con las diferentes jugadas y su forma de entrenar.

Pases perfectos, que sino viéramos sus caras podríamos decir que están James, Falcao, Messi o cualquier otro jugador que dedicara su vida entera a jugar fútbol profesional frente a nosotros. Todos los sábados a las cuatro de la tarde, el Club Real Puente Aranda aparece para romper el esquema de lo que llamamos discapacidad y para asombrar a quienes detallada e incrédulamente observamos cada uno de los movimientos de estas personas que no ven. Corren, gambetean, patean y hacen goles para demostrar que las limitaciones son solo mentales y que el fútbol profesional para ciegos parece ser mejor que el que muchas vemos en la televisión.

Germán Ramírez tiene limitaciones para ver, pues tiene visión baja, pero aun así durante 12 años ha sido el entrenador y el fundador de este club. Es él quien guía, corrige, entrena y enseña a cada uno de los muchachos que pertenecen al equipo. Junto a Franklin Espitia, el arquero de este equipo y la única persona que ve con total normalidad, son los encargados de convocar y visitar diferentes entidades para dar a conocer esta modalidad deportiva.

Se reúnen en la mitad de la cancha al aire libre, lo que les permite oír mejor el desplazamiento del balón sonoro y a sus compañeros. Empieza el juego y dentro del silencio del parque irrumpe siempre el grito ¡Voy!. "Voy, voy, voy", siempre se escucha cuando alguno piensa atacar a su adversario. "Voy, voy, voy”, es básicamente sus ojos puestos en sus oídos para evitar accidentes.

Observar a estos grandes deportistas deja mucho que decir, para ninguno de ellos ha sido fácil el proceso de adaptación. Danilo, Carlos y Esteban, saben que estoy en la reja de la cancha porque sus entrenadores les han dicho y mientras descansan se acercan para hablarme un poco. Me siento limitada para poder entender diferentes cosas como el sonido del balón. Danilo, ni corto ni perezoso, grita ¡pásenlo! y recibe el balón perfectamente, como yo no lo hubiera podido hacer.

Me entrega el balón en mis manos, temeroso por no saber en dónde las tengo, pero aun así me lo entrega. Eso si antes de pasármelo lo sacude fuertemente para que me dé cuenta de su particular sonido. ¿A qué te suena? me pregunta, temerosa le respondo “a un sonajero de bebe”. Todos se ríen, creo que notan que mis capacidades auditivas no están tan bien desarrolladas como las suyas. Es el sonido de la culebra cascabel, me responden, “está hecho con cajas de betún y balineras”.

Este es el sonido del balón de fútbol profesional para ciegos, pero mientras Danilo practicaba este deporte antes de conocer el Club Puente Aranda, su sonido era el de un balón de fútbol normal dentro de una bolsa plástica, para que de una u otra forma sonara. Este joven perdió su visión desde sus 8 años y antes de tener esta limitación jugaba fútbol como cualquier otro niño de los que vemos jugar frente a nuestras casas. Sin embargo, Danilo Rincón lleva más de 7 años practicando fútbol para ciegos y actualmente pertenece a la Selección Colombia, fue al Mundial de Japón y a los Panamericanos en Canadá.

Si Messi, Falcao, James o cualquier jugador de fútbol profesional viera a estos deportistas jugar, posiblemente quisiera hacer pases tan perfectos como ellos y se asombrarían al ver la precisión tan exacta para lanzar al arco. Se paran seis personas en fila india dejando un espacio prudente entre cada uno, luego ingresa el último de la fila y empieza a zigzaguear entre sus compañeros, mientras cada uno le dice aquí estoy. Su ubicación espacial es increíble, saben perfectamente donde está el arco, escuchan el balón venir y de inmediato lo reciben. Luego empieza el entrenamiento de lanzar al arco. El arquero antes de arrancar les grita ¡Acá!, inmediatamente el de turno sale manipulando y gambeteando con el balón como si fuera el mismísimo Messi o Ronaldo, pausa frente al balón y dispara con potencia.

Se acercan de nuevo y escuchan los comentarios de las personas que los están mirando al decir: “son unos duros para el fútbol”. Se ríen, no sé si por cortesía, si se sienten alagados o tal vez porque muchas personas como yo, asombradas, se los dicen constantemente. Para ellos, el equipo termina convirtiéndose en su familia, el deporte en un modo de vida para romper con la cotidianidad y las personas como yo en sus más grandes admiradores.

La gran lección parece ser para quienes los están mirando. Personalmente, admiro a estos valientes que sin ver, juegan al fútbol como nunca en la vida lo había visto. Ver jugar a los grandes en el televisor, nunca se comparara con lo que se puede ver en esa cancha. Sonrisas, abrazos, familia, "voy, voy, voy", me demuestra que la discapacidad es solo mental para quienes tienen diferentes condiciones.

Se acaba el entrenamiento, se acercan y me dan la mano, de nuevo temerosos por no saber si la corresponderé. Les estiro mi mano y les reitero mi admiración a cada uno de ellos. Sin más preámbulos me invitan a venir el siguiente sábado a ver si me le mido a jugar dentro de la cancha, pero obviamente con los ojos vendados y diciendo "voy, voy, voy".