¿Desde qué momento le llamó la atención lo relacionado con las matemáticas?
Mi mamá fue profesora toda la vida hasta que se pensionó, mi papá montó la parte de electrónica en la Universidad de Los Andes y bajó a cuatro años las ingenierías en el país. Yo viví eso siempre en mi casa y era normal, crecí en ese ambiente. Soy como la antítesis de las demás casas, donde las matemáticas son el diablo, en mi hogar no. En su momento, yo tenía tachadas varias carreras, nada de Derecho, la sangre terrible, entonces por la parte de salud tampoco, biología tampoco me mataba. Tuve un problema con un profesor de física, que me hizo desencantar de la materia y a mucha gente le pasa lo mismo con las matemáticas, lo que hace un buen o un mal maestro.
En 9°, un profesor de matemáticas le dijo a mi mamá: “Valérie debería estudiar matemáticas”. Mi mamá me contó y yo le dije ¿las matemáticas se estudian? Y ella: “sí, claro”. Por la belleza de las matemáticas, sin aplicación, por demostrarlas y yo dije: ¡eso es lo mío!
Queremos conocer más sobre usted, por eso cuéntenos ¿quién es Valérie Gauthier Umaña y qué logros profesionales ha tenido?
Soy Matemática de la Universidad de Los Andes, hacía doble con Ingeniería Electrónica, pero en séptimo semestre decidí decir “no más”. Me hice ganadora de la beca de la Comunidad Europea, que la recomiendo mucho, en el programa de maestría Erasmus Mundus: ALGANT en álgebra, geometría y teoría de números en Université de Bordeaux I. Eso fue un gran logro para mí, me abrió muchas puertas. Porque era un año en Francia, otro en Italia, estudiando lo que yo quería y me pagaban por eso.
Luego, me gané una beca para ir a Copenhague a hacer un doctorado en el área de criptografía post-cuántica. Que es: si yo te quiero mandar un mensaje seguro a ti, ¿cómo hago? Empecé a investigar eso. Hice mi estadía en París, que también fue otro logro. Vivía en Versalles con vista al castillo, me iba a investigar y fue una bonita experiencia. Después, hice otro posdoctorado en Francia y finalmente me regresé a Colombia, porque me daba mucha nostalgia estar fuera, pero me devolví para hacer algo por el país. Aunque, eso suena muy romántico, yo sí creo que es parte de lo que tenemos que hacer los colombianos. Estuve un año en Los Andes y ahí tuve la opción de llegar a la Universidad del Rosario, porque estaban creando un programa en Matemáticas Aplicadas, que es como una juguetería donde entran muchos: electrónicos, físicos, matemáticos, ingenieros industriales y de sistemas, entre otros A los dos años me nombraron directora, para reestructurar el servicio y elegir las líneas que van hacía la Cuarta Revolución Industrial, ese ha sido más que un logro, un honor, que me hayan puesto en ese momento de la creación.
Luego llegó el momento de la creación de la Escuela de Ingeniería, Ciencia y Tecnología, donde me invitaron a hacer parte del equipo. Fuimos a Singapur y fue muy bonito, porque la experiencia consistía en ver cómo era el organigrama de una Universidad, qué estrategias de equidad de género hay. Ya no fue con el punto de vista del investigador, sino de la persona que ya hace parte del área administrativa.
Durante la Universidad, ¿cómo fue el trato de género que recibió?
En Los Andes fue chévere, porque éramos tres mujeres y un montón de hombres. En muchos casos yo veía el trato de los hombres hacía nosotras como un acto de caballerosidad. Aunque, si se escuchaban chistes como “las mujeres ingenieras son feas”.
Otra anécdota parecida, fue una vez que estábamos en el laboratorio de electrónica y pasó una psicóloga con un colegio femenino y se paró hacía al frente del Laboratorio y dijo: “aquí es donde estudian los hombres, entonces acá pueden venir a conseguir novio, sigamos hacía diseño”. Yo era bien tímida y no dije nada, pero mi hermana se levantó y les dijo “no, yo soy mujer, si quieren les muestro el Laboratorio”.
En Matemáticas éramos ocho, mitad hombres, mitad mujeres y tenía también docentes mujeres. Pero, en ningún momento me dijeron: usted no puede por ser mujer. Yo crecí escuchando eso, justamente porque mi mamá era la única ingeniera cuando ella empezó a estudiar.
Cuando llegué a Copenhague eran 40 hombres profesores y 34 haciendo el doctorado. De ese grupo, solo había tres mujeres. Cuando fueron a evaluar el departamento, porque ahí ya se estaba hablando de equidad de género, una de mis compañeras decía que a ella le iba mal, porque no tenía profesoras y por eso, no tenía un ejemplo a seguir. ¡Pues no! Yo no le estaba aprendiendo al profesor cómo ser mujer, yo estaba aprendiendo cómo hacer investigación. Claramente hay un problema, que nos hacen falta más mujeres, así como no están presentes personas de otras regiones.
Necesitamos una nueva masculinidad, hombres que valoren y validen; mujeres que mencionen la importancia de la igualdad. También debemos intentar erradicar la normalización de la forma en la que nos llaman: la esposa del ingeniero, la niña que ayuda en los eventos, “Valerita” con ese diminutivo.
¿Qué desafíos vienen para la mujer en la próxima Revolución Industrial?
Sí logramos cerrar esta brecha de género pronto, podríamos hacer la revolución en la que las mujeres empiecen a estar. Aquí podríamos tener un gran espacio, no obligatoriamente siendo la persona encargada de la parte técnica, sino que sean las que se apropien.
Es un reto grandísimo lograr incluirlas en este momento. Porque, la inteligencia artificial (IA) va a llegar a tomar unas decisiones grandísimas, que, sí está sesgada por la visión del hombre, nos va a marcar una brecha grande. Ojalá esto signifique un paso en la inclusión y una muestra de que las mujeres también podemos exponer nuestros puntos de vista para hacer aplicaciones que a un hombre no lo sé ocurrirían, lo que es normal, ya que, pensamos diferente. Para eso estamos trabajando.
¿Qué haría falta para que la mujer sea más reconocida dentro de esta área?
Yo creo que toca hacer un cambio de mentalidad. Las mujeres siempre han estado, pero invisibilizadas, como Marie Curie que siempre tuvo que trabajar con el esposo. Siempre ha habido un obstáculo, donde la mujer no puede estudiar este tipo de carreras, hasta hace poco. Entonces, sí nos toca cambiar el chip, cambiar la mente de hombres, mujeres y decir que no puede ir cerrado a un solo género. En las entrevistas cuando admitimos a los estudiantes, hablamos con los papás y nos dicen: “estoy preocupado porque esta es una carrera de hombres”. Y sí el papá lo hace es por amor, no es que esté insultando a la hija, es porque cree que no le corresponde a ella. Por un lado, es que te permitan soñar y te dejen estudiar pregrado.
Por otro es, cuando se acaba el doctorado, uno tiene 30 años y es el momento de producir artículos de investigación o sino luego no lo van a contratar. Pero para la mujer también es el momento para tener hijos. Entonces, deberíamos tener espacios más amigables para la ciencia a nivel de investigación para las mujeres. Deberíamos dejar que la sociedad tenga sus hijos, que las familias lo vivan en conjunto. Una vez en un foro dijeron: “las mujeres son más malas para la ciencia”. El moderador me pasó el micrófono y me dijo: “¿usted qué opina? ¿tiene algún estudio que demuestre que las mujeres tienen la misma capacidad que los hombres?” Yo le respondí: ¿tiene algún estudio que demuestre lo contrario? Y me dijo: “no, mi experiencia personal. Y contesté diciéndole que yo también puedo hablar de mi experiencia personal: soy matemática, tengo un doctorado, un posdoctorado, trabajo en la Universidad y dirijo el departamento.
Teniendo en cuenta eso, creo que lo que nos hace falta es borrar ese imaginario para que dejen a las mujeres estudiar más y de ese grupo crear un ecosistema más amigable en nivel de investigación, que va a servir para que se normalice la situación, para que las mujeres podamos tener más espacios.
¿Qué le diría Valérie Gauthier a todas las mujeres para motivarlas a estudiar y trabajar en la ciencia?
Yo digo que hay que aprender a tomar decisiones con el estómago, porque en él también hay intuición, ese que dice salte, hágalo y escuchar en el fondo lo que le gusta y atreverse. Cuando aparece la pregunta ¿usted que le hubiera gustado estudiar? Y la respuesta de todos son carreras diferentes. Yo no; yo creo que estudie lo que era y disfruto mi trabajo. Todos tendremos que trabajar 50 años, pues ame su trabajo. La ciencia, como muchas otras carreras, se deben hacer a dos manos y tenemos la obligación de incluir a las mujeres en el pregrado, sino jamás habrá equidad de género y vamos a tener algoritmos machistas. Esto se hace también por las próximas generaciones, ¿qué mundo queremos dejar?
Yo las invito a reflexionar ¿por qué la sociedad nos pone en este rol? Hay mucha gente con vocación y ser científico es de vocación y no de profesión. Siguiendo esos pasos pueden llegar a ser un ejemplo de motivación. Ahora, eso debería estar normalizado, yo no debería estar orgullosa de decir que el 52 % de las personas que entraron a MACC son mujeres, por primera vez en cuatro años. Claro, yo estoy super orgullosa, porque es un logro para nosotros, pero eso debería ser normal. Por último, hacer lo que más les guste, no por lo que dicen los demás. Invitar a los hombres a vivir de esa nueva masculinidad, porque ellos también son necesarios para la sociedad. Esta transformación se puede dar a través de la educación y el voz a voz.
Escuchen muchas opiniones, pero disfruten su vida, porque es muy corta.