Sofía cuenta que en su colegio le recomendaron vestirse diferente durante su embarazo, a lo que ella se negó y decidió seguir utilizando su uniforme hasta el último día. Enterarse fue una sorpresa, sin embargo, ella dice que lo que menos le preocupaba era el estudio, pues estaba segura de que no lo iba a dejar, y que se iba a graduar del colegio para finalmente ingresar a una universidad.
Becas, descuentos y un buen puntaje en el ICFES eran algunas de las opciones que Sofia tenía, en caso de que se llegase a presenciar una ausencia de apoyo familiar. “El apoyo familiar es súper importante y aunque he sido una persona muy independiente, el que mi familia no me hubiese apoyado en el principio, hizo las cosas más difíciles y si no hubiese tenido a Camilo (su novio), habría sido muy difícil, aun más de lo que ya lo era al no hablar con mis papás durante todo el proceso”, afirma Macías.
Otra de las razones por las que las tasas de embarazo en adolescentes crecen cada año en departamentos como Boyacá, es que los mecanismos y apoyos del gobierno, son casi fantasmas. Y es que, según Sofia, el único momento en el que sintió presencia del estado fue cuando le ofrecieron interrumpir su embarazo. Aun cuando el Instituto de Bienestar Familiar (ICBF) afirma que “El compromiso del Gobierno Nacional es el de prevenir los embarazos adolescentes y con ello, lograr la aceleración de desarrollo sostenible: equidad, equidad de género, acceso a la educación de calidad, reducción de la pobreza, impulso y desarrollo económico, salud y generación de paz”. Y pese a que Sofía rechazó esta propuesta, está completamente de acuerdo con un aborto legal, pues tan solo tener la opción de elegir, le garantizo que algo iba a funcionar en el futuro.
Errores en la educación sexual de Colombia
En opinión de Sofia, hay errores en la educación sexual de Colombia: “El medio intento que se hace de educación sexual, se hace muy tarde, pues los problemas en cuanto a estos temas empiezan mucho más temprano, no en los últimos cursos, además que hay una falta de acompañamiento muy grande”. El tiempo, es lo que la joven describe como el constante sacrificio y como la causa que la llevo a aplazar un año y medio su entrada a la universidad.
“Cuando decidí ser mama, decidí que no quería que nadie se hiciera cargo de Antonella, me oponía al ´yo la tuve, pero ustedes la crían´ y así fue como los primeros años supe la iba a tener yo, me iba a dedicar a criarla”, nos cuenta Sofía, que no sabe qué es el tiempo libre, pues su tiempo se divide entre la universidad y ser mamá. No obstante, para esta joven la pandemia significó tener más tiempo para dedicar a su hija y a sus sueños.
56% de las madres adolescentes deja sus estudios
Entre 2017 y 2019, el ICBF confirmó que en Boyacá nacieron 2.234 niños de madres adolescentes y que al menos el 56 por ciento de ellas habían dejado sus estudios por la alta responsabilidad y carga que ahora tenían. “Es irónico cuando mis compañeros se quejan de que la carrera esta pesada”, resalta Sofia entre risas, pues según las estadísticas de la institución, debería dedicar 21 horas de estudio diarias, para cumplir con todos los trabajos y clases que tiene asignadas. Y es por esto que, necesitaría días de aproximadamente 30 horas para ser mama y estudiante, y, aun así, le faltaría tiempo.
La universidad, por su parte, tiene programas de apoyo psicológico y talleres de manejo del tiempo para padres jóvenes. Sin embargo, Sofia considera que, aunque hacen lo que pueden, hay fallas en la comunicación y en las conexiones, pues cree que los estudiantes en la misma situación deberían estar en contacto y compartir experiencias que funcionen en la tarea de ser padres y estudiantes simultáneamente. Definitivamente, aunque ha sido un reto, para Sofia lo mejor de estos últimos dos años creciendo al lado de Antonella, es lograr empoderarse e intentar plasmar cosas buenas mediante la crianza y valores que le imparte a su hija. Poder marcar la diferencia con una niña que crezca teniendo voz y criterio.