Son pasadas las seis de la tarde, me encuentro en una cafetería de la localidad de Teusaquillo con Víctor de Currea-Lugo, un personaje amable, cooperativo y dialogante. Mientras charlaba con él, se notaba la seguridad en sus respuestas. Al igual que su gran conocimiento acerca de los conflictos que sacuden al mundo actual, gracias a los diversos viajes que ha realizado en países en situación de conflicto armado.
Víctor de Currea-Lugo, autor de diversos libros como El Estado Islámico, Siria donde el odio desplazó a la esperanza, entre otros. Médico de profesión, pero periodista independiente de oficio, ganador del Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí. De Currea-Lugo ha sido docente en cursos relacionados con el Conflicto Armado y Estudios de Oriente Medio en la Universidad Javeriana y la Universidad Nacional de Colombia.
También, ha trabajado en diferentes países, entre ellos Colombia, Palestina y Darfur con la ayuda de organizaciones como Médicos Sin Fronteras (MSF). Ha colaborado con el diario El Espectador en temas relacionados con el Norte de África, Oriente Medio y sudeste asiático.
¿Qué lo lleva a desempeñarse como periodista?
El descubrir la magia de las palabras y la comunicación fue una experiencia muy temprana. Por ahí tenía unos diez años, cuando quería hablar con mi papá, pero, era muy tímido entonces la única manera para comunicarme con él fue mandando una carta. Él reaccionó y, a partir de ahí, me di cuenta que las palabras comunican. Desde ese momento desarrollé un amor por las palabras escritas, más por la escritura que por otras formas de expresión.
Más adelante en el colegio, dirigí el periódico estudiantil en los años que hubo. Así que, cuando yo entro a estudiar Medicina, tenía un mayor recorrido de amor e identidad con el periodismo que con la Medicina. Sin embargo, esta carrera me contribuyó a tener un pensamiento más ordenado y a analizar causas, efectos y variables. Es más, me contribuyó a aprender a pensar de una forma muy ordenada.
Al no poseer el suficiente dinero para la carrera decidí contactarme con una agencia de prensa que pagaba treinta dólares por cada crónica, por eso, cuando tenía hambre, escribía crónicas, que tiempo después, me ayudaron a financiar la Medicina.
¿Cuál fue su primera experiencia como periodista?
Aparte del periódico del colegio, hubo una revista que se llamaba ‘Opción’. Allí me tocaba mandar a alguien al Magdalena Medio, entonces, el compañero que tenía que ir, fue trasladado a Arauca, por lo tanto, yo al ser el más pequeño con veintidós años, me dijeron “Mano vaya pa´ allá, coja la grabadora y hágale”. Entonces, me fui con el fotógrafo y allí entrevisté con grabadoras de cassette.
Grabé diez cassettes por lado y lado. Mi reacción fue de sorpresa, pues dije “¿A qué horas transcribo todo esto?”. Los entrevistados eran víctimas de desplazamiento, refugiados, viudas, campesinos, obreros de Barranca y de Yondó. Me dieron dos meses pues era un informe especial. Pasó un mes y no había escrito nada aún, quince días me quedaban, ocho días me quedaban y nada. Yo oía esos cassettes y no sabía qué hacer. Sin embargo, había llevado un diario de viaje. Así que cogí, transcribí el diario y lo entregué. Eso generó dentro de la revista, como era mi primera crónica, algunos malestares por el estilo tan raro. No obstante, un amigo mío envió ese trabajo al premio Latinoamericano de Periodismo José Martí en la Habana, Cuba y gané el premio. A partir de ahí, seguí haciendo muchas crónicas, pero digamos que eso fue un momento muy importante en mi vida.
¿Cómo fue ese inicio en el periodismo internacional?
Nace por la misma experiencia, no es que yo me proponga escribir de lo internacional como una decisión previa, sino decido encontrarme con el mundo internacional. Inicia con mi doctorado en Salud y Derechos Humanos en España, luego me voy a Oriente Medio y allí necesito decir cosas, entonces empiezo a escribir. De ahí escribo “La tierra de los muros y otras cartas desde Palestina” digamos que se da un ejercicio periodístico de dar cuenta de lo que yo vivo, para así, hacer más conciencia de la realidad, que lleva a la necesidad de decir aquello que vivo, entonces escribo, escribo casi que por impulso.
Como la gente que toma fotos, canta o baila por un estímulo. Pues, yo escribo precisamente por tentación porque no se hacer otra cosa, y es de lo que más me gusta y llena. Entonces, digamos que eso forma un triángulo entre la academia, la escritura y los viajes, donde enseño a partir de lo que viajo, y con mis experiencias escribo y con lo que escribo enseño. Digamos que es como un círculo vicioso de esos tres elementos.
¿Cuál ha sido el viaje más memorable que recuerde?
Yo creo que todos ¿No? De alguna manera, hubo viajes que yo quería como, por ejemplo, Kabul (capital de Afganistán). Para mi Afganistán era como un pequeño sueño y poder pisarlo, no porque no haya nada especial, sino no sé, había algo que me atraía de ahí. También, poder pisar Babilonia fue muy bello, asimismo, pisar Estambul (capital del Imperio Otomano) fue tal vez una de las cosas más importantes. Aunque, pisar Jerusalén, vivir y trabajar allá es muy mágico, digamos que en sí son ciudades muy diferentes, pero muy llenas de magia, de historia, de cultura, de colores, de desórdenes, de luces, de palabras y sobre las cuales he escrito muchísimas cosas.
¿Con qué ciudad siente una mayor conexión cada vez que la visita?
Digamos que Jerusalén es la ciudad con la que más conexión tengo; pero, actualmente, me duele que esté ocupada por Israel. Pero donde más me siento en casa, es sin duda Madrid. Aunque sea bogotano, Madrid es la ciudad donde más me siento en casa. Pero, Jerusalén es la ciudad con más magia.
¿Qué riesgos ha tenido que afrontar por ejercer la labor del periodismo?
A mí me amenazaron hace muchos años cuando publiqué unas crónicas sobre esmeralderos, esas redes de crimen organizado en Colombia me intimidaron.
Después no he recibido amenazas, aunque a nivel internacional estuve en un bombardeo en Gaza por parte de Israel. Semejante fue, un ametrallamiento en un hospital de Sudán cuando trabajaba allí como médico de una ONG humanitaria. Finalmente, estuve en un intento de secuestro en Irak en el año 2014.