Entrar a un lugar donde se venden vaporizadores y esencias para vapear no es entrar a una tienda o a un establecimiento, sino a todo un estilo de vida. Los jóvenes se sientan en sillas de bar, como si fueran a pedir un cóctel o tal vez una cerveza, pero, en vez de eso, el hombre tras la barra les ofrece un cigarrillo electrónico y una explicación de la esencia que están a punto de vapear.
En el aire se perciben nubes de vapor con olor a naranja, chocolate e incluso café. Fuera del usual olor a tabaco que dejan los cigarrillos convencionales, los vaporizadores dejan tras de sí nubes dulzonas, con las que los consumidores forman círculos y figuras en el aire. Es así que para algunos el fenómeno del vapeo, que es como se le llama al acto de expulsar por boca y nariz el vapor producto de un cigarrillo electrónico, es un arte, pero, para otros, es tan solo una forma más para fumar y perjudicar la salud de las personas.
Los vaporizadores o cigarrillos electrónicos fueron creados a finales del siglo XX y comercializados más o menos a partir del año 2003. Un grupo de empresas farmacéuticas los idearon en la década de los 60 para que las personas dejaran de fumar el adictivo y dañino cigarrillo convencional, que contiene nicotina.
Actualmente, el propósito de los vaporizadores es el mismo: servir de mecanismo para que el fumador regular reemplace el cigarrillo por el vaporizador. Sin embargo, aunque muchos fumadores han curado su adicción al cigarrillo a partir del vapeo, muchos otros, sobre todo jóvenes, han optado por vapear como un hobbie y una moda.
El vaporizador se compone por un tanque o atomizador, que contiene en su interior un algodón; un mod, que es donde se insertan las baterías y el botón de encendido y apagado, y una resistencia, la cual envía la energía que calentará el vaporizador. El mecanismo consiste en verter la esencia aromática que se desea vapear sobre el algodón del tanque y presionar el botón de encendido para que el vaporizador se caliente y evapore el líquido que se había vertido. El vapor que queda como producto de este proceso es el que se fuma y puede llegar a contener, aunque no en todos los casos, cierto porcentaje de nicotina.
La voz de los vapeadores
Francisco Javier Ordóñez, presidente de la Asociación colombiana de vapeadores (Asovape) señala que por experiencia propia probó distintas alternativas con las cuales podría dejar atrás el cigarrillo convencional, entre las que se encontraban parches de nicotina, pero ninguna llegó a funcionar salvo los vaporizadores. Gracias a esto, afirma Ordóñez, dejó de fumar cigarrillo por más de seis años y de perjudicar la salud de su familia que, al estar cerca de él, adoptaban el papel de fumadores pasivos.
Asovape es una organización que, en palabras de Ordóñez, “surge en torno a la necesidad de defender el uso y la venta de los vaporizadores, los líquidos y todos los accesorios que van ligados a este mundo del vapeo”. En esta comunidad de vapeadores se encuentran empresas de producción de esencias para vaporizadores, tiendas de venta de productos relacionados con el vapeo y usuarios que desean defender el uso de este tipo de dispositivos.
Esta asociación ha hecho presencia en espacios públicos y privados con la finalidad de defender los vaporizadores. Su más reciente propuesta fue realizar un video en el que los propietarios de las “vape shop”, o tiendas de vaporizadores, expresaran su rechazo a la venta de estos dispositivos a menores de edad, que es una de las problemáticas más frecuentes alrededor del fenómeno del vapeo.
¿Qué dicen los expertos?
Jaime Alberto Eceheverri, médico neumólogo de la Clínica de Tabaquismo Neumovida, afirma que “los cigarrillos electrónicos poseen un contenido de nicotina y otros elementos tóxicos. Sin embargo, siguen siendo menos perjudiciales que los cigarrillos convencionales”.
En algunos casos, tal como lo dice Echeverri, los vaporizadores sí ayudan a dejar de fumar, aunque muchas personas terminan fumando tanto cigarrillos convencionales como vaporizadores. El experto afirma que en realidad hay muy pocos estudios que hayan investigado el tema de los cigarrillos electrónicos, pues, al ser estos dispositivos ligeramente nuevos, sus efectos no se conocerán hasta después de unos 20 años, el tiempo de duración que tardaría un cigarrillo convencional en ser gravemente perjudicial para el fumador.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud, en el Convenio para el Control del Tabaco desarrollado en el año 2014, consideró que “los componentes principales de la solución (esencias de vapor), además de nicotina en los casos en que está presente, son el propilenglicol, con o sin glicerol, y aromatizantes. Las soluciones y emisiones de los cigarrillos electrónicos contienen otros productos químicos, algunos de ellos considerados tóxicos”. Así,la organización invitó a que se regularice o prohíba el uso de vaporizadores con el fin de la protección de la salud humana.
La ley en relación al vapeo
En torno al fenómeno del vapeo se han desarrollado varios proyectos de ley que buscan regular el comercio de todo tipo de producto relacionado con los vaporizadores. En el año 2014, el entonces senador Mauricio Lizcano, del partido de la U, buscó prohibir su uso por parte de menores de edad. Su iniciativa surgió dada la falta de legislación respecto al uso de vaporizadores y el estimulo que, al parecer, estos producen para que los usuarios continúen fumando, sea cigarrillos electrónicos o convencionales.
En este proyecto de ley participó Asovape, que presentó argumentos que avalaron los beneficios del cigarrillo electrónico y, de esta manera, evitar la prohibición de su distribución. Sin embargo, el senador Álvaro Uribe, en la Comisión Séptima del Senado, rechazó rotundamente las objeciones de Asovape y opinó que todo ese debate debía ir relacionado con la Ley Antitabaco, que regula el consumo de cigarrillo convencional.
En la actualidad, la legislación colombiana se sigue rigiendo bajo la ley 1335 de 2009 o ley Antitabaco, que no tomó en cuenta la presencia de cigarrillos electrónicos, pues en ese entonces el fenómeno del vapeo no poseía la fuerza que tiene hoy. Numerosos proyectos de ley se siguen realizando en contra de la publicidad, distribución y consumo de vaporizadores en lugares públicos y cerrados, aunque ninguno de estos haya sido aprobado aún. Por el momento, el debate se mantiene entre aquellos que encuentran en los vaporizadores una salida de su adicción, además de un hobbie, y aquellos que encuentran estos dispositivos como parte de una práctica nociva, sobre todo para los menores de edad.