Village Café: el primer café-bar gay de Bogotá se mantiene en pie

Miércoles, 22 Mayo 2019 22:00
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Fundado en 1997, este icónico lugar ha tenido que adaptarse a un público más diverso y con mayores expectativas de consumo para poder seguir ofreciendo sus servicios.

Village café por fuera||||||| Village café por fuera||||||| Susana Ocampo y María Camila Pulido|||||||
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  • Coautor 1: Susana Ocampo

‘El Village’, como lo llaman sus empleados, se ha tenido que cambiar para mantenerse vivo. Ahora se describen como un lugar “gay y straightfriendly”, y le apunta a un público más variado, no solo a la  comunidad LGTBI+. Los dueños de este establecimiento han visto cómo parte de su competencia ha fracasado en el intento de ofrecer una experiencia diferente a sus consumidores.

En la carrera Octava con calle 64 se encuentra una casita estrecha de dos pisos cuyo atractivo está en el peculiar color morado de su fachada. En sus inicios, Village Café era conformado por un solo piso con cuatro mesas, pero tuvo tanto éxito que abrieron su segunda planta.

“La idea surgió porque la vida social de su fundadora, Natalia Benavides, siempre estuvo rodeada de gente gay y ella quería un lugar donde pudieran socializar de otra forma, no necesariamente a través de la rumba”, cuenta Diego Gutiérrez, antiguo cliente y el que maneja las comunicaciones.

Para ese entonces las fiestas eran los únicos espacios diferenciados para el ocio de la gente gay en Bogotá, pero desde que apareció este café-bar nació un lugar para la inclusión donde las personas se podían reunir a charlar, conocerse y pasar un buen rato.

Mientras las parejas y grupos están un sábado en El Village, suena música de Esteman y Monsieur Periné en el fondo. También es común encontrarse con extranjeros que se dejan seducir por los lugares más llamativos de Chapinero, donde reconocen que no puede faltar el acogedor ambiente de Village Café.

Las paredes, que también son moradas, están decoradas con carteles de películas de Elizabeth Taylor y Audrey Hepburn, Sex and the city, y Casablanca. Diego describe el estilo del lugar como “ecléctico”. Hay vinilos colgando en las paredes, estatuas y esculturas de conejos, plantas, luces de todos los colores y la Virgen María enmarcando una sala que contiene mesas con manteles de cuadros rojos y blancos, cada una con sillas diferentes. Hay un escritorio, de cine y de restaurante gringo de los años 50. 

Antes se organizaban conversatorios sobre igualdad e identidad de género y, a pesar que se suspendieron, Village está planeando reanudar el programa. También se presentaba música en vivo y autores como, por ejemplo, Alonso Sánchez Baute, el escritor de Al diablo la maldita primavera. 

Lo que inicialmente fue un café se ha tenido que adaptar a lo que la gente pide, ahora el lugar es famoso por sus buenos cocteles y las promociones de dos por uno para bebidas con alcohol. Han pasado por “las divas de la música gay”, como lo dice Diego; jazz y blues; Edith Piaf; música underground, y electrónica.

“Village fue la música cuando ésta era difícil de encontrar", añade el jefe de comunicaciones y cuenta que cuando no existían plataformas musicales como Spotify, la dueña viajaba cada seis meses a Estados Unidos para traer discos que hicieron de ese lugar único para muchas personas.

Después de varios años, la música no fue suficiente para mantener el gran reconocimiento del Village pues, justo después de su auge, empezaron a surgir lugares similares en ese sector, como Chase Café, y otros bares tendencia, como Leo’s Bar Mistica y Turco Casa Romana, junto con otros lugares parecidos que han muerto en el intento, por no lograr adaptarse y quedarse en la exclusividad. Ahora, entre los nuevos retos que tiene este café-bar está recuperar el espíritu que tenían en un principio, volver al café como su valor agregado, recuperar a sus viejos clientes y no dejar de lado ese ´espíritu relajado’ que los caracteriza.