Muchos recordamos el caso del padre del caricaturista pereirano Matador, Ovidio Gonzáles, quién padecía un cáncer gesticular que ya le había desaparecido la mandíbula. Su solicitud de eutanasia hizo historia en el país y tuvo la presión mediática necesaria para que fuera aceptada. Para aquellos que no cuentan con la misma suerte, la lucha por acabar con la pesadilla de la vida se vuelve más escabrosa.
Plaza Capital presenta una caricatura de opinión de la estudiante María Camila Pulido que mide esa dualidad entre la vida obligada y la muerte. Por un lado, están las EPS, aquellas que se benefician económicamente de los pacientes enfermos y terminales, por el otro está el paciente cuyo día a día es un inferno. ¿De verdad podría llamársele bajo esas circunstancias vida?