En 2015, a través de un contrato firmado por el IDU (Instituto de Desarrollo Urbano) y el consorcio Peatones Go, se objetó la construcción de la segunda fase de la peatonalización de la carrera Séptima, entre la calle 13 y la calle 26. Sin embargo, durante 2016 el acuerdo estuvo suspendido por la falta de nueve estudios que permitieran la intervención en los tramos, y por el requerimiento de permisos por parte del Ministerio de Cultura y del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. Hoy, tres años después de la ejecución de la firma, el desarrollo de las obras es tardío.
Los arreglos viales fueron reiniciados en abril de 2017, pero tras una inversión de $41.821 millones, el contratista de la obra le aseguró al IDU carecer de presupuesto para continuar con su obligación. En agosto de este año, el consorcio manifestó no tener recursos para continuar con las obras que hoy se adelantan en un 36%, cuando el 52% de la construcción debería estar conclusa, lo que produce un retraso del 16% frente al plazo establecido inicialmente.
A lo sumo, se conoció que el IDU adelantó sanciones contra el contratista con el que se firmó el acuerdo, por lo que “la entidad no incurriría en pérdidas, en la medida en que el proceso salga a favor nuestro, pues se realizará la tasación de los perjuicios, los cuales serán cobrados a Peatones G.O”, manifestó Federico Ortega, Jefe de Prensa del IDU. Por ahora, según afirma Ortega, “el contratista presentó a la entidad varias empresas, así que, se está evaluando cuál podría asociarse con el consorcio”.
En contraste, la inseguridad y los malos olores son otras de las preocupaciones de los peatones del sector. “Las obras están llenas de basura y los habitantes de calle duermen ahí dentro. No hay un servicio de vigilancia que controle el ingreso a las construcciones”, aseguró Luis Fernando Rodríguez, ciudadano que circula todos los días por la zona. Además, según señala Rodríguez, “las obras son un baño público. Por las noches muchos transeúntes hacen sus necesidades en las esquinas que están revestidas por las mallas”.
Por otra parte, Roberto Vega, vendedor informal de libros en la carrera Séptima desde hace 10 años, afirmó que “una arteria como la Séptima no debería estar en esas condiciones porque es una de las vías principales de Bogotá. Aquí hay atracción turística y laboral, pero la gente se moviliza con incomodidad y eso nos ha perjudicado, tanto al comercio formal como al informal”.
En efecto, las mallas polisombra invisibilizan los establecimientos, lo que ha producido una caída en las ventas de la zona. Así lo aseguró Mercedes Torres, propietaria de la cafetería Frutiliz desde hace nueve años. “Es vergonzoso para nosotros como comerciantes trabajan en medio de la suciedad y los escombros. Las ventas se han reducido en un 80% porque las vallas impiden que las personas se acerquen, a los clientes les toca preguntar desde el otro costado que por dónde pueden entrar. Lo más terrible es que casi nunca se ven los obreros trabajar, son muy pocos y van a paso lento”.
Plaza Capital intentó hablar con los operarios de la obra, sin embargo, manifestaron estar impedidos para proporcionar información relacionada con los arreglos. “En la obra continúan algunos trabajadores, pero sin duda alguna no representan la cantidad necesaria para la culminación de la obra en los plazos establecidos, ni para el cumplimiento de los avances según el cronograma”, señaló Ortega.
No obstante, el supervisor de la construcción puntualizó: “estamos esperando porque la empresa no tiene ahora recursos y están consiguiendo un nuevo socio. La obra debería estar lista para enero de 2019, pero yo he gestionado la cuestión en el Ministerio de Trabajo, la Procuraduría General, la Contraloría, la Alcaldía y solo he recibido una contestación por parte de la Contraloría, respecto a la falta de pagos, en la que me dicen que están trabajando en eso”.
En ese sentido, tras avanzar con un retraso del 16% y no contar con el personal suficiente para la ejecución de los tramos entre la calle 13 y la calle 26, los responsables de la peatonalización de la carrera Séptima continúan en la búsqueda de un nuevo consorcio que les permita concluir el contrato objetado con el IDU. Entre tanto, los comerciantes y peatones del sector se consolidan como los más afectados durante la construcción.