El backstage de la innovación musical en Colombia

Jueves, 06 Junio 2019 17:32
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A la sombra de géneros con gran influencia comercial como el reggaetón o el vallenato, poco a poco se han venido visibilizando varias propuestas musicales que se han agrupado bajo la receta de las Nuevas Músicas Colombianas.

La Mojarra Eléctrica en el festival South by Southwest (SXSW)||| La Mojarra Eléctrica en el festival South by Southwest (SXSW)||| @mojarraelectrica|||
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En Bogotá, desde el año 2000, se lleva cocinando a fuego lento un sancocho musical sin precedentes, en el que se combinan los ritmos tradicionales de distintas regiones del país con tendencias internacionales (como el pop, rock, funk y jazz). Desde el folclor del Pacífico, pasando por el bullerengue y la cumbia, hasta la música andina, poco a poco se ha formado una hibridación sonora entre el folclor colombiano y la música contemporánea. Esta escena musical alternativa ha sido denominada Nuevas Músicas Colombianas (NMC), una etiqueta que busca agrupar toda una generación de músicos interesados en reinterpretar lo autóctono. ¿A qué suena este cocido musical?

David García, magíster en Estudios Culturales y Doctor en Ciencias Sociales y Humanas, explica que “las Nuevas Músicas Colombianas no fueron un asunto restringido a la música sino que en realidad fueron más allá y se convirtieron en un fenómeno cultural que llegó a mover -y sigue moviendo- a muchos músicos colombianos, sobre todo jóvenes músicos urbanos, que se movieron por todo el mundo y estuvieron en el ojo y en la agenda de interés de algunas disqueras importantes”.

Precisamente la compañía MTM, liderada por Humberto Moreno, fue una de las primeras disqueras en poner estas propuestas en el mercado. A través de los ocho discos de la colección NMC, lanzados entre 2007 y 2014, el sello difundió y popularizó el término Nuevas Músicas Colombianas. Esto responde a la necesidad de “mostrar un panorama musical colombiano plural, contemporáneo y abierto al mundo”, se indica en el cuadernillo del disco Neotropical III, octavo de la colección.

Entre las agrupaciones y artistas que figuran en estos últimos volúmenes aparecen Puerto Candelaria, Sidestepper, Grupo Bahía, Profetas, Totó La Momposina, La Mojarra Eléctrica, Chocquibtown, Tumbacatre, La Cumbiamba Eneyé, entre otros. Bandas que han sido consideradas precursores de este fenómeno que nació en medio de la ciudad, pero trajo consigo instrumentos y sonidos de las músicas campesinas. Sus letras evocan al mismo tiempo parajes rurales con la combinación de los trajines de la capital y los problemas que trae vivir en una urbe de más de ocho millones de habitantes. De esta manera, tenemos discos como Raza de La Mojarra Eléctrica que transita entre el paisaje sonoro de la Calle 19 y luego, en la siguiente pista, pasan a recrear escena cotidianas en el monte.

Alejandro Montaña, percusionista de La Mojarra Eléctrica por casi 20 años, plantea que las NMC han logrado abarcar la propuesta sonora de su grupo. “La música, en términos técnicos, es una hibridación. Es una mezcla de cosas. En términos no tan técnicos, es un sancocho. Lo que nosotros hicimos fue coger las músicas tradicionales campesinas de Colombia y mezclarlas con otras tendencias afro en América. De allí nació esa categoría perfectamente. Casi que se puede decir que esa categoría es para este tipo de agrupaciones”.

Las Nuevas Músicas Colombianas han tenido un gran efecto en la visibilización de las músicas tradicionales del país, pues como plantea el integrante de La Mojarra Eléctrica, “las mantiene al menos vigente y la mantiene visible. Sobre todo eso: la visibilidad que se le da a esas músicas es lo más importante”.

Músicos de Bogotá, Medellín y Cali se internaron en distintos territorios del país en búsqueda de los intérpretes de músicas tradicionales. Gracias a ello, sonidos traídos del bullerengue, el bambuco o el joropo han pasado de ser ritmos folclóricos locales, a integrar nuevas propuestas sonoras que, en términos de David García, “se meten en los momentos de rumba y en los momentos de celebración colectiva en las grandes ciudades”. García añade que esta mezcla ha logrado “construir una idea de colombianidad que pasa por el cuerpo, el baile, la alegría”.

Las NMC, una receta de Colombia para el mundo

Con el tiempo, a la par de la renovación de los sonidos y ritmos, las formas de difusión de estos artistas han cambiado. Las disqueras han tenido que adaptarse a la aparición de plataformas digitales como Spotify, Deezer y Soundcloud. Además, la creación y distribución musical ha planteado nuevas dinámicas y estrategias para la visibilización de los artistas emergentes. Este es el caso de los discos de la colección NMC, los cuales ya están disponibles en formato digital.

También han aparecido eventos como el Estéreo Picnic, o escenarios de negocios como el Bogotá Music Market (BOmm), han visibilizado a los grupos de las NMC y los han catapultado para presentarse en festivales de talla mundial, como Glastonbury, WOMEX y el South by Southwest (SXSW). De hecho, la edición de este año del festival Glastonbury creó un escenario especial, llamado Colombian Magic, dedicado a explorar la “esencia musical de 7 bandas venidas directamente desde Bogotá”. El talento de los músicos colombianos ha viajado incluso hasta lugares tan exóticos como Rusia, China, Polonia y Azerbaiyán. Grupos como Puerto Candelaria han logrado estar en más de 150 ciudades en los últimos tres años.

El éxito de la música colombiana ha sido notable. Según el portal web Invest in Bogotá, agencia para la promoción de inversión en la capital, Colombia se ha consolidado como el mayor exportador de música de Latinoamérica. Sólo en el año 2017, se generaron ventas en este sector por un estimado de 836.766 millones de pesos. Incluso, el magazín británico Songlines -considerado una de las revistas más importantes de música en Reino Unido-, afirmó que “Colombia tiene la escena musical más interesante y vibrante del momento”.

Las cifras también confirman la ebullición de la industria musical colombiana. Los ingresos de la música grabada en el país han pasado de USD 17 millones (lo equivalente a 57 mil millones pesos colombianos) a USD 40 millones (117 mil millones de pesos colombianos), entre el 2011 y el 2017, de acuerdo con datos de la International Federation of the Phonographic Industry (IFPI). El crecimiento se ha visto también en la consolidación de los conciertos como escenario de promoción en el mercado cultural. Por ejemplo, el segmento de música (presentaciones, conciertos, festivales) movilizó $79,504 millones, lo que representa cuatro quintas partes (el 81,2%) del recaudo de espectáculos registrados en el Portal Único de Espectáculos Públicos de las Artes Escénicas (PULEP) entre 2012 y 2017.

Datos de la IFPI 2018 y publicado por Lado B (clic para interactuar con la gráfica)

Tras bambalinas

La fórmula de las Nuevas Músicas Colombianas ha tenido grandes logros a nivel internacional. Pero a nivel nacional, los productores y músicos son conscientes del origen comercial de esta etiqueta, así como de las limitaciones de la misma. Juan David Castaño, director de la banda bogotana La Revuelta, menciona que “ese código de Nuevas Músicas Colombianas es un código de mercadeo, que está lleno de contradicciones. Digamos que, en mi caso, yo lo uso porque para eso son los códigos de mercadeo para vender. Entonces uno los usa para que estén a su servicio”.

Varios de los actores reconocen las falencias que persisten en el mercado nacional en torno al apoyo a las NMC. Castaño afirma que “hay unas cosas que el Estado promueve, como algunos festivales, pero eso son cosas pequeñísimas en relación con todo lo que necesita para poder vivir o que esto sea un proyecto de vida”. Además de las dificultades en el patrocinio del Estado en apoyar estas propuestas, el público nacional ha sido menos receptivo con las propuestas sonoras de estos artistas. El propio Castaño reconoce que “lo que hemos hecho es la construcción de un público que no existía, se ha educado un público. Pero la gran acogida está afuera, en el exterior”.

Para Alejandro Montaña, la mayor recepción de las NMC está fuera del país. “Yo todavía lo digo, después de 20 años te lo puedo decir sin miedo: ‘Nuestro mercado no está aquí y nosotros no le estamos apuntando a tener un mercado nacional’. Pero a nivel internacional es mucho más notorio el gusto, pues “la gente tiene otros niveles de educación y otros niveles de percepción de esas músicas, por todos sus contextos culturales”.

A pesar de las dificultades en la escena musical de las NMC al interior de Colombia, la mayoría de estas agrupaciones continúan prefiriendo la libertad creativa que les proporciona la independencia. En el proceso, han contribuido a educar públicos y a motivar a otras bandas para generar nuevas exploraciones sonoras que combinen lo tradicional con lo moderno. Siempre con la intención de ampliar los horizontes musicales y proponer diálogos culturales dentro y fuera del país. El director musical de La Revuelta concluye “El futuro es incierto. Lo que sí es seguro es que vamos a hacer lo mismo, de distintas maneras, o sea, reinventando las maneras para crear un camino independiente”. Así, las bandas que hacen parte de las Nuevas Músicas Colombianas siguen apostando por cocinar este sancocho musical y dar a conocer el sabor nacional.