Pizarnik. Alejandra Pizarnik. Esas son las palabras que Álvaro Gómez, de 20 años, está buscando en las tapas de los libros que están expuestos en la mesa. Lleva ya más de 15 minutos mirando en el stand de la editorial Anagrama, pabellón número seis de la Feria del Libro de Bogotá, y sigue sin encontrar el libro que quiere comprar. Decide ir a caminar y seguir buscando. Igual tiene más de 15 pabellones para encontrar a la poetisa.
Mientras camina, con un pie enyesado, Álvaro se pierde entre las sudaderas y las chaquetas azules de los niños y jóvenes de los diferentes colegios de Bogotá. Estos son los principales asistentes a la feria del libro. O al menos son los que más se notan.
Los niños pequeños van cogidos de las manos, en fila india y caminando entre los stands. Otros corren. Los de cuarto y quinto de primaria miran con interés, uno de ellos compra por $6.000 pesos la primera edición de Dragon Ball, en el pabellón 1, el de Caricatura y Diseño gráfico. Los de bachillerato escuchan música con audífonos Beats. Algunos de ellos se toman fotos en el espejo de los baños de Corferias, mientras que los profesores tratan de controlar todo y de hacer que los jóvenes se interesen en lo que fueron a ver: los libros.
Lorena Díaz y Julián Barreto son estudiantes de décimo grado del colegio Huitaka, de Facatativá. Él, alto y de pelo largo, busca libros de historia de bandas de rock. “No tengo ni plata pa’ comprar, pero al menos quiero ir a ver”, afirma. Ella, tímida, solo dice que el colegio los trajo y que tienen “de diez a cuatro y media para caminar por ahí”. Ambos se dirigen hacia el pabellón de diseño, uno de los más visitados de toda la feria.
En el mismo pabellón está Sebastián Narvaez, del SENA, mecatrónica. Tiene 20 años y está buscando “libros viejos, de segunda y buenas ediciones”. Un amigo suyo, Michael Salazar, quiere encontrar algunos Best Seller, pues es lo que le gusta leer.
No son muchos los que, como Álvaro, buscan algo específico al llegar a la feria. La mayoría de jóvenes simplemente camina, mira y si le gusta algo compra. Álvaro sigue buscando. Llega al pabellón 5, el del grupo editorial Penguin Random House. Encuentra lo que buscaba. Poesía completa, de Pizarnik y también compra El museo de la inocencia de Orhan Pamuk. $83.000 pesos. Dice que ya es suficiente por hoy, “mucha plata”. Una hora después está sentado en la entrada de la feria con tres bolsas llenas de libros.