La falta de infraestructura y el conflicto armado ponen en jaque la alternancia educativa en el Catatumbo

Jueves, 25 Marzo 2021 21:01
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El Gobierno dio luz verde para que comience el modelo de alternancia en la educación. Sin embargo, en Ocaña (Norte de Santander), hay opiniones divididas debido al riesgo de contagio y las condiciones particulares de vive cada institución. Esta situación ha generado que aún no se vea un panorama claro para el retorno a las aulas.

Según la Secretaría de Educación de Ocaña, se estima que cerca de 800 niños, niñas y adolecentes abandonaron las aulas en 2020|Reunión en la secretaria de educación de Ocaña con directivos de las instrucciones educativas privadas||| Según la Secretaría de Educación de Ocaña, se estima que cerca de 800 niños, niñas y adolecentes abandonaron las aulas en 2020|Reunión en la secretaria de educación de Ocaña con directivos de las instrucciones educativas privadas||| Pixabay.|Alcaldía de Ocaña|||
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Pese a que la ministra de Educación, María Victoria Angulo, ha mantenido el discurso de que tanto las instituciones educativas como los docentes, padres de familia y estudiantes del país están preparados para el modelo de alternancia, pero la realidad en Ocaña, Norte de Santander es muy diferente. En entrevista con Plaza Capital el secretario de Educación de Ocaña, Raúl Castro, aseguró que es difícil que vuelvan a clases por ahora, pues en una encuesta realizada a comienzos de febrero se le preguntó a los padres de familia si estaban de acuerdo con empezar el modelo de alternancia en los colegios: entre el 70 a 80% de los encuestados no ven factible la opción de llevar a sus hijos a los planteles educativos. Esto debido a la falta de infraestructura sanitaria y el peligro de un contagio masivo en las familias. 

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Por su parte, Nixon Quintero, director de varias escuelas rurales ubicadas en la provincia de Ocaña, ve en el modelo de alternancia la posibilidad de poder brindar una educación de calidad, pero señala que la adecuación de espacios es todo un reto, principalmente en lo económico. Además, resaltó la ardua labor que cumplen sus docentes, debido al acompañamiento que deben hacer a cada estudiante, pues en muchos casos sus padres son analfabetas y no pueden brindarles ayudas académicas.

La educación rural, entre la guerra y la desconexión

Durante todo el 2020 la educación se prestó mediante la impresión de guías académicas las cuales fueron entregadas cada 15 días en las escuelas a los estudiantes. Sumado a esto se acordó que cada vez que se entregaran guías nuevas, los profesores estarían presentes para recoger el trabajo realizado por los estudiantes y poder resolver dudas. Sin embargo, las condiciones del terreno, la distancia que deben atravesar y el mismo conflicto que se vive en el Catatumbo hicieron que esta labor de entregar y recoger las guías fuera toda una odisea. Es el caso de Adriana González, maestra de la escuela Miraflores, ubicada en la vereda del mismo nombre. Ella expresa que debido al largo trayecto que debe hacer para llegar desde su casa, ubicada en el casco urbano, hasta la escuela, tomó la decisión de quedarse unos días a la semana dentro de la vereda para así brindarle apoyo a sus estudiantes.

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González, con preocupación, señala que ha tratado de estar muy cerca de los niños, pero hay unos que hacen el mayor de los esfuerzos para ver las clases. "Tengo estudiantes que deben cruzar a pie más de una hora y media de camino entre la casa y la escuela'". Además, agrega que la situación que se vive en los centros educativos rurales es crítica, pues el apoyo económico que han recibido por parte de la Gobernación de Norte de Santander y del Gobierno es muy poco para todo lo que se necesita en estos centros educativos.

La maestra añade que, al comienzo de la pandemia, tuvo que sacar de su bolsillo para ayudar a varios alumnos con elementos como colores, lápices o diccionarios y que lo hizo debido a que las ayudas económicas por parte del Estado se dieron, únicamente, para los centros educativos más cercanos al casco urbano. Una escuela rural normalmente no sobrepasa los 20 estudiantes, todos ven clase en el mismo salón a pesar de estar en edades y grados distintos. Tanto Quintero como González coinciden en que las dimensiones de los salones son pequeñas, pues estos nunca superan los 45 metros cuadrados. No obstante, como no hay gran cantidad de alumnos se pueden cumplir una de las medidas de bioseguridad que es el distanciamiento, pero otras como el lavado constante de las manos y el correcto uso del tapabocas se ven regularmente incumplidas. La primera por la deficiente infraestructura que existen en las escuelas y la segunda porque algunos habitantes de las veredas no creen que estén en riesgo de contagio por su mínimo contacto con la ciudad.

Así mismo, González dice que muchos de estos niños no están amparados por el Plan de Alimentación Escolar (PAE) pues en las listas de la Secretaria de Educación de Norte de Santander, entidad encargada de hacer las entregas, hay familias que no aparecen, lo que significa que, a pesar de las condiciones económicas adversas, en el caso de haber una alternancia, los padres deberán buscar la manera de enviarle a sus hijos tanto el refrigerio como el almuerzo. Lo que muestra la poca información que se tiene de las zonas rurales y la desconexión que existe entre estas y los centros urbanos.

¿Y los colegios del casco urbano?

Edgar Ropero, profesor del Instituto Técnico Industrial, asegura que desde que se decretó el confinamiento hubo una muy buena disposición tanto de los padres, estudiantes y directivas del plantel, lo que generó que se pudieron llegar a acuerdos que derivaron en la educación de manera remota. Incluso el docente afirma que los padres de familia le han manifestado que están conformes con la virtualidad. No obstante, Ropero aclara que no todos los docentes del plantel dan clases virtuales. Algunos de ellos decidieron, a pesar de tener la posibilidad, enviar guías y resolver las dudas de sus estudiantes a una hora señalada y por un medio determinado.

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Sumado a esto, el docente sostiene que la gran mayoría de sus estudiantes asisten a clases: “Si hago un promedio yo diría que entran, mínimo, el 75%, que es más o menos 60 alumnos por grado”. Ropero dicta cálculo y trigonometría en décimo y once, en cada uno de estos grados tiene un promedio de 80 estudiantes dividido en dos salones. Además, declara que ante todo pronóstico no les fue mal en las pruebas ICFES, ya que no descendieron todo lo que llegaron a pronosticar. Si bien los resultados cayeron, él afirma que respecto al año anterior no fue algo grave e inclusive que hay estudiantes del colegio dentro de los mejores resultados del departamento. El profesor explica que tener clases con el modelo de alternancia es difícil, ya que en Ocaña la mayoría de los colegios son públicos y no se destinan los recursos suficientes por parte de los entes encargados para la adecuación de salones, baños y otros espacios. Adicionalmente, dice que aún no hay información por parte de la Secretaría de Educación para el regreso a las aulas.

Frente a esto Raúl Castro, secretario de Educación de Ocaña, ratificó la información presentada por Ropero y aseguró que por parte de los sindicatos no hay intenciones de regreso pues temen, al igual que los padres, un aumento de los contagios por coronavirus o enfermar a integrantes de su familia. El funcionario explicó también que solo tres jardines han entrado en el modelo mixto y se espera que en la primera semana de marzo los únicos tres colegios privados de la ciudad también lo hagan. No obstante, el secretario también señala que a pesar de las dificultades que ha traído la pandemia, le seguirán apostando al Pacto Por La Educación, que es un proyecto de la Gobernación de Norte de Santander que busca ampliar las posibilidades para que estudiantes de todo el departamento tengan la oportunidad de entrar a la educación superior. Gracias a esto se le ha podido dar becas a más de 160 estudiantes en cada semestre y el año anterior, con la ayuda de la Universidad Francisco de Paula Santander, sede Ocaña, se becaron a 250 jóvenes.

Con este panorama, los estudiantes de los colegios oficiales, por ahora, seguirán sus clases en acceso remoto, mientras en el sector rural buscan la manera de adecuar los espacios para brindar de la manera más optima el servicio educativo. Agregado a esto se debe recalcar la falta de apoyos económicos por parte de los entes territoriales y el Gobierno Nacional quien desde el ministerio de Educación plantean un regreso a las clases, pero sin una inversión real para cubrir las necesidades de los planteles educativos, lo que puede generar, a la larga, un aumento considerable de los contagios.