Xinjiang hoy en día es una región que evoca muchos pensamientos, para algunos del ejemplo de progreso por la expansión económica impulsada por el Partido Comunista Chino, y para otros un símbolo de terror por parte de un exterminio étnico. Sin embargo, no siempre fue así, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Antioquia, esta región donde habitan los uigures históricamente ha establecido una relación más cercana con Asia Central que con el resto del país, ya que el dominio chino sobre el territorio es considerablemente reciente, hacia el año 1758 con la llegada de la dinastía Qing.
No obstante, a pesar de las diferencias culturales, Xiajiang es importante para China debido a sus abundantes reservas de petróleo y minerales, además de su posición estratégica que la conecta con ocho países, lo cual es ideal para el intercambio económico. Lo cierto es que los uigures nunca lograron adaptarse al modelo de gobierno en china, y ese peso se acentuó con el crecimiento del partido. Con la llegada del actual presidente Xi Jiping al poder, el gobierno ha tomado un papel más activo frente a la presencia de los uigures, y ha ejecutado diferentes métodos para establecer su dominio frente a el colectivo.
Numerosas evidencias
El portal France24 en una entrevista con Gulbahar Haitiwaji, una madre uigur que vivió en carne propia los acontecimientos de Xiajiang, reporta cómo los miembros pertenecientes a esta etnia son encarcelados y enviados a campos de reeducación donde había condiciones precarias que atentaban contra su bienestar. Según se relata, el principal motivo de dichos lugares es arrebatar todo rastro de identidad musulmana y convertir a sus participantes en seguidores acérrimos del Partido Comunista y de China. Además, también se denuncian violaciones masivas contra las mujeres de este grupo que se encuentran recluidas en dichos centros contra su voluntad.
Pero ese no es el único método, ‘The Economist’ en su vídeo reportaje How China is crushing the Uyghurs evidencia que el ataque no es solo contra las condiciones físicas de las personas, sino en contra de todo símbolo que pueda tener valor cultural. Esto significa que varios de los templos a los que asistían los uigures han sido completamente borrados del mapa, y los pocos que quedan deben seguir ciertas normas de regulación estricta por parte del gobierno.
Todos estos hechos han sido denunciados constantemente ante organismos internacionales y a países cercanos, pero poca ha sido la respuesta por parte de dichas entidades. La ONG Human Rights Watch ha hablado de cómo varios países han guardado silencio sobre el más de un millón de uigures encerrados. Uno de esos es Indonesia pero, a pesar de ser un país donde la mayoría de la población es musulmana, poco ha sido su reclamo ante el Gobierno chino contra el genocidio cultural que se está viviendo.