Al son de los sonidos de la calle y la voz de los transeúntes, Luis Felipe Valero dedica toda su pasión a demostrar su maestría musical en un instrumento que lo ha acompañado desde muy joven: la batería. Con 35 años, este artista bogotano busca demostrar que no es muy tarde para retomar viejas pasiones y sacar provecho de ellas para nutrirse no solo económicamente sino también como persona.
Luis Felipe Valero es un artista urbano, es decir, una persona que presenta su arte no en grandes teatros o bares, sino en el escenario de la calle, en una esquina de la Carrera Séptima con 12ª, donde su paga no son boletas u otros medios más convencionales, sino la propina de aquellos que disfrutan del espectáculo gratuito. Con sus dos baquetas y una camisa negra, Luis Felipe toca una amplia variedad de música rock frente a un público que se queda impresionado frente al espectáculo que se encuentran mientras van caminando.
Sin embargo, la vida de un artista de la calle es muy diferente a la de uno habitual, es por eso que Juan Felipe busca contar qué es lo que implica dedicarse a la presentación errante.
Observando que tiene una notable maestría y experiencia en la batería, ¿Cómo aprendió a tocarla?
Yo inicialmente aprendí a tocar en la iglesia Católica como a la edad de los once años en un coro de niños. En esa época era muy difícil tener acceso a un instrumento y más aún a una escuela de música, pues porque yo vengo de una familia humilde. Entonces las únicas partes que había como para uno poder acercarse a eso era el coro de la iglesia.
¿Tocaba de manera constante o cada cuanto practicaba batería?
En el coro se hacían ensayos solo uno o dos veces a la semana, y luego se participaba en la celebración de los fines de semana, de los domingos.
¿Los encargados de la iglesia fueron quienes le enseñaron o cómo aprendió?
Bueno, el tema del proceso fue que dentro del coro había un muchacho que tocaba la batería, y él era buena gente, yo le aprendía ritmos, y nos hicimos amigos. También me hice amigo de otro muchacho del coro que era guitarrista.
Entonces ahí aprendía ritmos, e incluso a veces los de la iglesia lo dejaban tocar a uno alguna que otra canción que no se tocaba misa. Aunque el proceso de aprendizaje fue largo, yo creo que de por ahí un año, porque no es constante la intensidad de estudio, a diferencia de una academia o una escuela de música, entonces el proceso empírico es mucho más largo.
Una batería es un instrumento grande y pesado, requiere mayor movimiento, ¿Cómo es ese manejo de equipos?
La logística siempre es agotadora, debo siempre contratar un carro que me ayude a llevar la batería, armar todas las piezas de la misma que eso siempre se demora como una hora y eso varía dependiendo de la cantidad de accesorios que tiene contados cada baterista en su batería.
Aparte, los espacios de la calle no son ideales para en realidad tocar, generalmente uno necesita un tapete o un piso estable, entonces le toca estar uno ajustando constantemente mientras cuando uno toca. Hay que buscar la logística más sencilla y la más completa, yo podría llevar una batería más pequeña pero el espectáculo no sería el mismo.
Cuando estaba presenciando su espectáculo, pude notar la mayoría de las canciones que tocaba eran de bandas de rock como System of a Down, Nirvana, Rammstein, etc. ¿Es este su género preferido?
Las canciones de rock fueron la mayor inspiración, pero una vez empecé a estudiar a nivel profesional, ya más académico, uno tiene que empezar a estudiar los otros géneros porque de todos modos ser músico significa que uno debe tener la capacidad de interpretar cualquier melodía o género. Si usted me pregunta ahorita cuál es mi mayor género o gusto musical yo respondería la sinfónica, no la música clásica, sino la sinfónica. Aunque esta no gusta mucho en este gremio comercial de la Séptima.
¿Usted estudió a profundidad algo relativo a la música?
Estudié en la sinfónica juvenil de Colombia y en la Universidad Antonio Nariño, pero en ninguna de las dos terminé por problemas económicos. En la Antonio Nariño hice hasta cuarto semestre y en la sinfónica hasta tercero.
Hablando de la Séptima, ¿Qué lo motivó a tocar en la calle?
Fue más por necesidad económica, porque al uno no tener un título no salen muchas oportunidades en la música, entonces esa una fuente de ingresos para uno ayudarse el fin de semana.
¿Usted cómo ve ese panorama de tocar los fines de semana?
Rentable, rentable… Bueno, digamos que no es algo que va como a progresar, es decir, a volverse algo de tiempo completo, pero sí se puede justificar el trabajo como una fuente adicional de ingresos.
También es por amor al arte porque sirve para uno estar en forma ya que es muy agotador, sirve para no perder destrezas musicales y para estar conectado con el arte. Entonces en esa are recibo la satisfacción de que estoy practicando, me estoy ayudando un poco con los gastos y también es bueno para el cuerpo, es como un deporte ya que este instrumento demanda mucha actividad física.
¿Usted se dedica a algún otro trabajo?
Me dedico a la mecánica industrial, de manera que me dedico a soldar, a hacer piezas, reparar máquinas y eso en resumen hago entre semana. A veces algunos fines de semana hago eventos de acompañamiento como edecanes para fiestas de 15 años.
¿Solo toca los domingos o también dedica de su tiempo entre semana para la música?
Entre semana a veces los viernes voy a otro parque, o a Suba, lo que pasa es que eso está regulado por Idartes, entonces ellos son los que disponen los espacios públicos para hacer esas actividades artísticas, toca estar actualizándose con ellos cada 45 días, pidiendo los permisos.
¿Cómo es este registro ante Idartes?
Es a través del instituto de desarrollo artístico, la sede principal queda en la 80, usted se acerca con fotocopia de la cédula y con un video desarrollando la actividad artística al aire libre, en vía pública. El video tiene que ser de 5 minutos y se tiene que ver claramente que uno es la persona que está solicitando el registro. Una vez reconocen el registro entonces a los 15 días hábiles ya debe salir el permiso para poder trabajar en las zonas públicas habilitadas para eso.
¿Idartes les da alguna guía o limitantes para poder ejercer la labor?
Sí, tiene algunos requerimientos y algunas normatividades. Por ejemplo, uno no puede cobrar cover, o cobrar por fotografías, todo debe estar sujeto al aporte voluntario del ciudadano.
¿Cómo es su relación con el público?
Eso es un sin número de sensaciones, hay personas con las cuales uno se siente muy agradecido porque reconocen el arte, lo hacen sentir a uno muy bien porque reconocen el esfuerzo no solo con dinero sino también con aplausos, acercarse a hacer preguntas, y ese interés es lo que lo motiva a uno a ser una buena persona. Antes de que seamos buenos en lo que hagamos debemos ser buenas personas.
¿Ha tenido alguna dificultad con el público?
Hay algunas personas a las que no les gusta el ruido, entonces también uno les da gusto tocando una salsa o algún tema cristiano, pero casi siempre la relación con el público es muy buena. Me siento a gusto con lo que hago.