"¿Crisis? ¿Con clases inscritas y sin profesor? Ya pagué la matrícula ¿y ahora?" estos son los mensajes que ocupan las distintas paredes del edificio de la facultad de Ciencias Humanas en la Universidad Nacional de Bogotá.
Un grupo de estudiantes entra al auditorio 221 a la espera de que llegue el docente de la materia "Sociedad Colombiana del Siglo XIX". Pasados 15 minutos entra al salón una mujer joven que dice ser la profesora ocasional de la materia, se presenta y añade que no sabe si la va a seguir dictando.
Once pregrados de la Universidad Nacional se han visto afectados por el déficit presupuestario de 7400 millones de pesos que tiene la facultad de Ciencias Humanas. Los estudiantes retomaron sus estudios el 2 de febrero de 2015. Tres semanas después de iniciada la jornada académica, aún hay materias que no cuentan con docentes establecidos. Aproximadamente una materia tiene una intensidad de 3 horas a la semana, es decir, ya se han perdido 9 horas de clase por cada asignatura.
"La crisis de la facultad no es una cuestión nueva, es un acumulado histórico de la desfinanciación de la universidad pública en Colombia. Nuestra facultad se mantiene en un 80% con los ingresos que dejan los cursos de extensión y posgrados, de esos ingresos se le tiene que dar una parte a la sede central de la universidad. Lo que sucede es que en los últimos seis años esa plata nunca fue transferida y por eso la sede central se cerró ante nosotros hasta pagar la deuda", cuenta Brayan Bonilla, miembro de la Federación de Estudiantes Universitarios.
La segunda semana de clases las redes sociales de la universidad estallaron, múltiples comunicados cargados de preguntas tipo “¿Cuál universidad de talla mundial? ¿Cuál educación pública? ¿Cuál calidad académica?” fueron publicadas. Se levantó la indignación por parte de todos los estudiantes y así mismo se formó la asamblea estudiantil en donde se habló de lo sucedido y se buscaron soluciones.
En la asamblea los estudiantes realizaron un pliego de exigencias para presentarlo hacia las directivas de la universidad. Lo más importante para ellos es que se logre una exención de deuda por parte de la sede central, y que de esta manera entre dinero a la facultad. En cuanto al tema de materias, piden que el calendario académico se corra, o que por lo menos se puedan cancelar materias para que esos créditos no se pierdan. Lo último que imploran es que el gobierno no abandone y apoye a la educación pública.
El jueves 19 de febrero una gran multitud llama la atención a las afueras del edificio de Ciencias Humanas. Al acercarse se puede observar que la multitud está formada por estudiantes y que en medio de ella se encuentra un señor elegante, de pelo blanco y gafas oscuras, es el decano de la facultad, Ricardo Sánchez.
Los estudiantes están atentos y en silencio, Sánchez tiene el micrófono en sus manos, saluda e inicia su presentación diciendo: “Se escucha la voz del pueblo, se escucha la voz de Dios”. El primer tema que toca hace referencia a los informes financieros que nunca recibió por parte de los decanos anteriores. Relata que al principio se rindió un informe extraordinario, la decanatura pensó que “todo era magnifico, pero tras el informe financiero se dieron cuenta que habían 7400 millones de déficit debido a que la facultad dejó de pagar transferencias a la sede central desde el 2009”.
Sánchez declara que la decanatura le pidió al vicerrector que actuara a tiempo, que tomara las medidas necesarias, y sacara la facultad adelante. “Le tengo una buena noticia a esta asamblea, gracias a la movilización nos han dado los recursos para el pago de profesores”, algunos estudiantes se emocionan, se escuchan aplausos y gritos.
Sin embargo, otros estudiantes no están totalmente seguros de lo anterior. “Se dice desde la decanatura que el problema de docentes ya se resolvió con la plata que entró, pero realmente el problema se resuelve de manera temporal. Además, esa no es toda la crisis, la crisis está también en el marco de bienestar universitario, el componente de bienestar es el que brinda unos apoyos alimenticios y de transporte, ese sector también sufrió recortes”, afirma Brayan Bonilla, miembro de la Federación de Estudiantes Universitarios.
El domingo 22 de febrero después de las reuniones realizadas y del monto de dinero que se obtuvo, el grupo de estudiantes de la clase “Sociedad Colombiana del Siglo XIX”, recibe un correo en donde se anuncia que aún no tienen profesor.
Los estudiantes de humanidades afirman que ellos están trabajando de manera colectiva presentando propuestas factibles que la facultad y la universidad pueden cumplir. Reiteran que todo lo han hecho por las vías formales, pero que éstas ya se han ido acabando, lo que no quiere decir que su accionar se agote.