Múltiples pinturas de caballos en lienzo y una pecera rectangular en donde habitan 4 peces de distintos colores hacen parte de la composición de una de las paredes de la sala de una casa ubicada en el barrio Bosque Popular. Sentado en un sillón de madera rústica, Diego Gómez, un hombre alto, joven y de piel morena, cuenta el momento en el que su familia llegó a la capital colombiana, mientras su rostro se muestra pensativo al recordar la historia.
"Mi familia materna viene del norte de Francia. Ellos llegaron a Bogotá hace unos 40 años. Inicialmente vivieron en carpas trasladándose de un lado a otro por toda la ciudad. En ese tiempo todos vivían juntos en una sola 'Kumpania', es decir, en una sola comunidad. La vida era mucho más fácil en ese tiempo, la artesanía y la venta de caballos eran la fuente principal de sustento", afirma Diego.
Los gitanos siempre se han reconocido como un pueblo artesano. Desde jóvenes, tanto hombres como mujeres aprenden sobre la metalurgia y la fabricación de distintos elementos.
La familia de Diego se dedicó a la compra y venta de animales. Su mamá, Jenny Gómez, se especializó en la artesanía, especialmente, en el uso del cobre para fabricar unas ollas llamadas ‘Samovarj’, las cuales se utilizan para hacer té ‘chayo’ o té de ‘chayote’, bebida especializada en tratar enfermedades renales.
Ollas 'Samovarj' fabricadas en cobre.
Taller de artesanía en la casa de la familia Gómez, allí se dedican a fabricar distintos elementos de cobre o de otros metales.
Mientras él habla, su abuela, una señora de 65 años, de pelo blanco, estatura baja y con un delantal de flores puesto, se acerca a la sala. En sus manos lleva una bandeja metálica con dos pocillos de tinto. Doña Ligia Gómez es una de las pocas mujeres que aún está arraigada fielmente a la cultura gitana. Entre las prácticas que aún realiza, se encuentra la medicina naturista.
Pocillos de porcelana, tradicionales en la cultura gitana por su diseño y sus gravados.
A las comunidades gitanas también se les identifica como pueblo Romaní o pueblo Rom. Esta etnia llegó a Bogotá a finales del siglo XIX. Solían ser denominados como 'Los arrochelados' o 'Los llovidos'. Tradicionalmente han sido nómadas, se trasladaban de villa en villa realizando distintas prácticas culturales como la quiromancia -lectura de mano-, la adivinación por medio de las cartas, la danza y el canto.
Sin embargo, Diego afirma que muchos aspectos culturales se han perdido con los años: "Lo principal que se ha desvanecido es el idioma. Hoy en día los niños gitanos que van a la escuela ya no hablan romaní, ya que en los colegios del país se habla español o inglés. Aunque los padres siempre tratan de enseñarles su lengua nativa desde pequeños. Esto es muy complicado debido a que la mayoría de la población del país pertenece a los 'gadjo', es decir, hombres no gitanos".
La forma de vestir del pueblo gitano se ha transformado con el tiempo. Especialmente, en el caso de las mujeres. "La mujer gitana se caracteriza por el uso de faldas largas con mucho color y por los accesorios como pañoletas, aretes grandes y pulseras. En la actualidad, a excepción de unas pocas, sólo se visten así para eventos especiales", relata Diego mientras toma su taza de tinto con su mano derecha.
Las faldas y los vestidos de las mujeres gitanas van hasta los tobillos. Se caracterizan por sus colores vivos, figuras abstractas y flores en sus impresos.
La mujer gitana también ha perdido el hábito de la quiromancia, ya que en la cultura occidental pertenece a uno de los tabúes más reconocidos. Además, muchos gitanos se han convertido al cristianismo, religión que prohíbe este tipo de prácticas.
A pesar de que algunas costumbres han cambiado, el rol de la mujer respecto a su función social dentro del pueblo Rom no ha cambiado. Se siguen manteniendo ciertas tradiciones culturales. Para los gitanos es muy importante que la mujer llegue virgen al matrimonio y que cuando ya esté casada se dedique plenamente a su hogar y a la crianza de sus hijos.
Dalila Gómez, tía de Diego, es una de las mujeres que más se ha destacado a nivel profesional dentro de su familia y del grupo PRORROM (Proceso Organizativo del Pueblo Rrom de Colombia) una de las corporaciones que conforma la compaña de Bogotá. Ella se ha dado a conocer por su participación en el Polo Democrático, representando al pueblo gitano y promoviendo la lucha por su reconocimiento y sus derechos.
En Colombia existen 9 ‘Kumpanias’ o comunidades de gitanos en el país. En Bogotá se ubica una ‘kumpania’, la cual está conformada por dos organizaciones: PRORROM, liderado por Sandro Cristo y Unión Romaní, por Lupe Gómez.
La situación más dura que ha tenido que enfrentar la familia Gómez, es la confrontación que existe entre sus costumbres internas y las costumbres de los otros que no pertenecen a su comunidad. Por eso, para ellos es tan importante ser reconocidos y respetados tal y como son. “Los Rom hemos venido reivindicando nuestro carácter de pueblo, con todas las connotaciones jurídicas y políticas que ese concepto de pueblo entraña, sobre todo en lo concerniente al derecho a la libre determinación”, declara Dalila Gómez.
El grupo romaní fue reconocido como grupo étnico colombiano a través de la resolución No. 022 por la Dirección General de Etnias del Ministerio del Interior y de Justicia. En el 2010 se creó el decreto 2957, el cual concretó el reconocimiento de sus derechos.
"Nuestra función principal como Ministerio del Interior, es brindar protección a las minorías. Lo ideal es visibilizar la población gitana y atender sus necesidades. En dado caso en que alguno se vea vulnerado o afectado por algo, debe presentar la denuncia ante nosotros. El paso a seguir es redirigirla a la entidad competente que maneje el delito", afirma Viviana.
Mientras que Diego termina su tinto, comenta que con el apoyo del Ministerio del Interior y de Cultura han podido realizar eventos frecuentemente que mantienen la unión entre la comunidad gitana. En estos eventos se promueven actividades de integración, se practica el idioma romaní, la danza y la música. Lo que les permite mantener sus costumbres vivas y seguir motivados para representar a su pueblo con orgullo.
Las niñas gitanas desarrollan la danza desde pequeñas. También, adquieren la costumbre de llevar accesorios llamativos para complementar su vestuario típico.
Hace aproximadamente 15 años, el Ministerio de Cultura y del Interior promueve y contribuye a la celebración del Día Internacional del Gitano el 8 de abril en Colombia, la cual ha permitido la visibilización de los gitanos a través del tiempo en el país.