Después de que una bomba de gas lacrimógeno ha sido lanzada, esta se convierte en un desecho en vía pública al alcance de cualquier transeúnte. Plaza Capital indagó sobre el paradero final de estos residuos de armas no letales.
A lo largo del año lugares como el centro de Bogotá son escenario de fuertes contiendas entre manifestantes y la fuerza pública. El enfrentamiento deja, además de heridos, palos, piedras, vidrios rotos y otros objetos que son utilizados por ambas partes. Los gases lacrimógenos hacen parte de estos y representan un peligro para la comunidad por los residuos de agentes químicos e inflamables que quedan en el interior de su contenedor.
Un agente del ESMAD que hacía parte del cuerpo de seguridad que acompañó la manifestación del Primero de Mayo, declaró que la institución los prepara para lanzar los gases de la forma y en los momentos pertinentes, pero una vez ha sido disparado el proyectil ellos no están en la obligación de recoger los residuos. “Yo a veces recojo los que me quedan por ahí cerca pero eso lo hago por iniciativa propia”, señaló el efectivo.
Para dispersar manifestaciones se usan diferentes tipos de armas no letales con componentes químicos como granadas de humo blanco, granadas de aturdimiento, granadas multimpacto o cartuchos de gas CS 37, conocido como gas lacrimógeno. Estos contienen compuestos químicos como clorobenzilideno malononitrilo y cloroacetofenona .Estos compuestos son considerados como lacrimógenos no letales por la Organización de Naciones Unidas y vienen en contenedores de aluminio reforzado y con fulminantes que se activan al impacto.
El equipo periodístico de Plaza Capital se topó con un residuo de gas No. 40-17 CS calibre 37 / 40 mm lanzado en las manifestaciones del 1 mayo de 2014. El final de estos casquetes suele ser en una de las tantas chatarrerías que frecuentan los recicladores del centro de Bogotá debido a que el aluminio es material reciclable.
El administrador de una de estas chatarrerías declaró que ellos no compran ni comercian con estos objetos por ser material bélico perteneciente a la Policía, lo cual en una inspección podría traer complicaciones con las autoridades. Sin embargo, Don Manuel, un reciclador con años de trayectoria señaló que ese material sí se puede llegar a vender pero solo si se machaca y se le borran los distintivos institucionales. Esto debido a que si no se destruye, el casquete puede ser re ensamblado y utilizado como munición de un arma artesanal.
El aluminio no es un material muy costoso. Por él, en esta chatarrería, ofrecen $1.000 pesos por un kilo del metal. Es decir, con 50 latas o casquetes, se pueden ganar, aproximadamente, $10.000 pesos.
El Acueducto de Bogotá, entidad encargada de la recolección de residuos en Bogotá, cuenta con un programa de acción especial para manejar este tipo de residuos químicos peligrosos. El servicio se debe solicitar vía telefónica indicando la localización exacta del residuo.