San Moritz, el histórico café del centro que lucha para no ser cerrado

Martes, 28 Marzo 2017 09:44
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Instituciones estatales planean restaurar la casa donde se encuentra y cerrar el lugar, que lleva 80 años funcionando.

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El café San Moritz fue fundado en 1937 y está ubicado en la calle 16 con carrera 8, en el centro de Bogotá. En el pasado fue un sitio prestigioso y de lujo; hoy, la pintura en su fachada se está cayendo y la madera del marco de la entrada está pelada y vieja. Sin embargo, el San Moritz sigue siendo un lugar permanentemente visitado por empresarios del sector y ancianos que han entrado allí por años. Su valor histórico es inmenso, sobrevivió al Bogotazo y era frecuentado por importantes personajes, entre ellos, el mismo Jorge Eliécer Gaitán. Actualmente, los dueños libran una batalla judicial, porque el Estado quiere cerrar el lugar para restaurar la casa donde está instalado. El problema es que no hay seguridad de que luego de la recuperación se les de espacio para reabrir el café. Tanto dueños como clientes frecuentes se rehúsan al cierre del San Moritz y están a la espera de la decisión oficial de un juez sobre el caso.

David Vásquez y su hermana son los actuales dueños del lugar, ellos siguen sus labores en el café con normalidad, mientras están a la espera del resultado del proceso jurídico que se está llevando a cabo. “Esta es una casa que está considerada patrimonio cultural e histórico, entonces tienen que restaurarla y mantenerla, arreglarla, mejor dicho, porque está descuidada. Hay una parte deteriorándose por las goteras debido al agua, al invierno. Entonces dicen que quieren cerrar este sitio mientras la arreglan, pero el cierre no sabemos si va a ser temporal o definitivo. Entonces se está en un proceso judicial, porque es el juez quien determina si tienen que cerrar esto. Posiblemente haya una indemnización, pero se va a acabar tanta historia, tanta cosa acá”, cuenta David Vásquez, quien a pesar de ser dueño, trabaja como mesero en el café.

Las paredes del San Moritz están llenas de poemas que clientes le escribieron al lugar y fotografías de la antigua Bogotá y de personajes importantes de la historia del país. Siempre se escuchan boleros de tiempo atrás y, no hace mucho, se puso un televisor en la sala central. La greca que se utiliza fue importada de Italia, el radio es marca RCA Víctor y la caja registradora marca National, ambas empresas ya extintas y actualmente absorbidas por Sony y Panasonic, respectivamente. Además, donde actualmente queda el Salón Clásico, cuyas paredes están recubiertas de cuadros y carteles, antes había mesas de billar. Sus clientes son, en su mayoría, adultos de traje y personas de la tercera edad.

Además de Jorge Eliécer Gaitán, el café ha sido visitado por otras personalidades. Por ejemplo, el periodista y político, Germán Arciniegas, el cantante y actor, César Mora, el ex ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla y el escritor, profesor y político, Otto Morales. David Vásquez, además, cuenta que el café no sólo tiene importancia para Bogotá, sino también para su familia: “toda la familia ha trabajado acá, lo hemos heredado. Mis hermanas y sobrinas se han pagado la universidad trabajando aquí, por eso no queremos que nos cierren”. El San Moritz es, entonces, un tesoro tanto para la ciudad como para quienes lo habitan, razón por la que merece mantenerse y ser protegido.

La comunidad apoya al San Moritz

Uno de los más frecuentes visitantes del café es Aníbal Muñoz, quien se hace llamar el “General Sandúa”. Un anciano de 89 años vestido con un traje de “militar” que, se nota, es recreado por él mismo. Muñoz cuenta que hace 28 años frecuenta el San Moritz y se toma un “tintico” por la mañana y por la tarde. Los dueños del lugar ya lo conocen y están acostumbrados a su visita, tanto que no le cobran el café que se toma a diario. El “General” dice que le gusta el sitio porque tiene mucha historia, porque entra “gente muy bien” y porque se escucha buena música y tiene televisor. Sobre el cierre del lugar, Muñoz dice que no le gustaría, porque “la gente de antaño lo recuerda con cariño y es una reliquia colonial”.

Como el “General Sandúa”, los mejores clientes del San Moritz no están de acuerdo con el cierre y han apoyado la lucha de los dueños mediante carteles y murales que reposan a la entrada del lugar.