Édgar David Jaimes, de 41 años, es docente del Magisterio, cofundador del Comité de Educadores de Santander y asesor de prensa en la Federación Colombiana de Educadores (Fecode). Desde hace 16 años es activista sindical, pues considera que su experiencia como maestro le permite verse reflejado en el otro y entender las necesidades de su gremio.
Actualmente trabaja en el municipio de Oiba (Santander) y está a cargo de cinco cursos en el área de matemáticas que suman alrededor de 170 estudiantes. Desde hace dos meses, ha empezado a dar clases como solía hacerlo antes de la pandemia: en el salón, junto a algunos de sus alumnos y con la atención puesta en sus miradas de entendimiento cuando les explica algún tema. Sin embargo, la mayoría de estos niños aún recibe la educación desde casa y no tiene los medios para conectarse a sus clases.
En entrevista con Plaza Capital, el profesor Jaimes analizó los problemas de conectividad en la educación secundaria y compartió las dificultades que ha debido afrontar para comunicarse con sus alumnos.
¿Cómo ha sido la comunicación con sus estudiantes durante la pandemia?
Laboro en la Escuela Normal Superior de Oiba, donde la mayoría de los estudiantes reside en la zona rural de ese municipio. En ese contexto, la comunicación se dificultó por falta de acceso a la conectividad y a los medios. Muchas familias no contaban ni siquiera con un celular o computador. [...] Cuando yo hacía clases virtuales, los atendía por Zoom y hacía transmisión en Facebook. En esos encuentros me daba cuenta de que, de la totalidad de estudiantes, si se conectaba el 20% era mucho.
¿Qué opinión tiene frente al escándalo del contrato entre el MinTIC y Centros Poblados?
Es el reflejo de las pocas cosas que han salido a la luz. [...] El escándalo de MinTIC refleja cómo se maneja la política económica y educativa del país, donde se amañan los contratos para que encajen con las personas que se quieren beneficiar de ellos.
¿Cómo se ven afectados los derechos de los niños por este escándalo?
Totalmente afectados. [...] Los niños son los que pagan las consecuencias porque están sin conectividad y van a quedarse rezagados en comparación con las instituciones educativas privadas, donde se cuenta con mayores recursos. [...] Esto se va a reflejar en las pruebas estandarizadas a futuro.
¿La falta de conectividad se puede relacionar con los índices de deserción escolar?
Claro, el índice de deserción escolar se disparó totalmente con la pandemia. Hay muchos estudiantes que no continuaron su proceso formativo, a pesar de que siguen matriculados en las instituciones. Es una nueva forma de deserción escolar que nadie se ha preocupado por atender. El gobierno se vanagloria de decir “la escuela está abierta”, aunque los estudiantes no estén yendo a clases.
¿Qué acciones se adoptan desde el sindicato para contrarrestar esta problemática?
Cuando inició la pandemia, Fecode fue muy específica en la necesidad de cubrir la conectividad, de abrir espacios pedagógicos para los maestros y de otorgar recursos. Ninguna de esas propuestas fue escuchada por el Gobierno. [...] Tenemos un gobierno que no escucha, y los que pagan por ello son los niños y el sistema educativo.
¿Qué se debería hacer para mejorar los problemas de conectividad en la educación?
Se necesita un Gobierno que priorice la educación por encima de todo. Si los gobiernos fueran conscientes de que el estandarte para el desarrollo de un país es la educación, los recursos se invertirían allí [...] Por más que haya maestros con vocación de servicio y estudiantes con ganas de aprender, si no tenemos un sistema acorde a esas necesidades, ninguna de esas pretensiones va a llegar a buen término.