Luego que pasara un poco más de un año de la implementación, el programa 'Generación E' del Gobierno de Iván Duque ha representado, para algunos educadores, economistas y estudiantes, un avance de equidad, así como una ampliación del portafolio de universidades de alta calidad a las que pueden acceder los alumnos de colegio que cumplan con los requisitos del proyecto.
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Sin embargo, varios expertos coinciden en afirmar que es menester reestructurar su pedagogía, esto con el fin de mejorar las capacidades de los jóvenes y apoyar su proceso de adaptación a la enseñanza superior.
Los cambios de 'Generación E' frente a 'Ser Pilo Paga'
La gran diferencia de ambos proyectos educativos es que con 'Ser Pilo Paga', los estudiantes tenían la posibilidad de elegir una universidad privada o pública, con la garantía de que se les pagaba la totalidad del semestre. Ahora, con el plan de gobierno de Iván Duque, 'Generación E', si los jóvenes escogen una universidad privada, el Estado los ayuda con el 50 %, la institución que eligió con el 25 % y el estudiante debe responder con el otro 25 % restante. En cambio, si eligen una universidad pública, el Gobierno costea el 100 por ciento de la matrícula.
“El programa de Santos era más grande que Generación E. Este último coarta la libertad de los estudiantes a escoger, pues antes los jóvenes elegían las universidades que les parecía mejor”, afirma Fabio Sánchez Torres, economista educativo de la Universidad de los Andes. “Esto hace que los estudiantes opten por una institución pública para quedar con menos deuda”, agrega.
Por su parte, Laura Otálora Cuenca, jefe de Permanencia Estudiantil de la Universidad del Rosario, resalta que con 'Ser Pilo Paga' los jóvenes sólo podían acceder a instituciones acreditadas como de alta calidad. “A raíz del cambio, la universidad no tiene que estar acreditada, pero el programa si” explica. En ese sentido, se le está dando también campo a las instituciones regionales.
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Según el Ministerio de Educación, Ser Pilo Paga benefició a 40 mil estudiantes en cuatro años, mientras que Generación E espera ayudar a 320 mil jóvenes en el mismo periodo. Por otro lado, mientras que con el plan de gobierno de Santos, los estudiantes debían obtener un puntaje entre 310 y 342 en las pruebas Saber 11; para Generación E se debe alcanzar un puntaje de 359.
¿En realidad cumplen con lo que prometen?
Algunos jóvenes que se han visto beneficiados con el plan Generación E consideran que el proyecto educativo cumple con la mayoría de sus componentes. “Con equidad sí, porque mientras más bajos recursos más ayuda. Con excelencia también, ya que se le hace un seguimiento al alumno”, indica Laura Camila Pinzón, estudiante de ingeniería de sistemas de la Universidad Nacional.
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Sin embargo, “la comunicación no es muy buena, es más como trabajo de nosotros, haciéndole preguntas y acosando al programa para resolver dudas”, agrega Laura Pinzón, quien destaca que Generación E no tiene en cuenta el pilar llamado “Equipo”.
Lo anterior no está muy lejos de las fallas que presentó Ser Pilo Paga. Según Leidy Herrera Rodríguez, estudiante de periodismo y perteneciente al plan educativo “ellos muy pocas veces hablan con uno. Entre nosotros, los del programa, nos ayudamos”. Por otra parte, afirma que el salario mínimo no alcanza para aquellos jóvenes que son de las regiones y vienen a las ciudades a estudiar.
Por su parte, Luis Parada Guzmán, estudiante de ingeniería aeronáutica de la Universidad Pontificia Bolivariana, comparte esta apreciación indicando que "se supone que el subsidio de sostenimiento es para sobrevivir en la ciudad, pero no alcanza y lo brindan a mitad o a final de semestre".
Lo que debe mejorar Generación E
Aunque el proyecto educativo del actual Gobierno ha significado la transformación social y el desarrollo de las regiones del país por medio del acceso a la educación superior, también significó el limitado apoyo a los estudiantes que salen del colegio. “Hace falta apoyo, no solo financiero, sino también académico a los jóvenes para que la deserción baje”, indica el economista Fabio Sánchez.
Frente a esta problemática, Julián de Zubiría Samper, educador e investigador pedagógico, cree que se debe hacer un fortalecimiento en las capacidades de los estudiantes y, por lo tanto, una revolución pedagógica. “Esa transformación consistirá en mejorar los estudios generales, las competencias transversales desde el primer año y en cambiar los currículos para consolidar la lectura crítica”. A su vez, expone que se debe modificar los sistemas de evaluación y desarrollar la autonomía cognitiva de los jóvenes. “Mientras no lo hagan, la deserción seguirá siendo muy alta, en especial, en los primeros semestres”, agrega.
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Otra de las fallas del programa es que el número de giros de los estudiantes está limitado a la cantidad de semestres que aparecen en el Sistema de Información de la Educación Superior (Snies). Esto lo que hace, según Laura Otálora, es generar un problema si los jóvenes se atrasan al ver una materia o cancelan una asignatura, pues "el tener una cantidad de giros reducido hace que los estudiantes muchas veces no puedan financiar lo que le falta".
Con respecto a esto, Otálora recomienda realizar un tratamiento a aquellos jóvenes que ingresan con mucha presión a las instituciones, ya que "en caso de que pierda el cupo o el beneficio, le toca pagarlo y eso genera un estrés muy grande".
Cifras del Ministerio de Educación señalan que hay un total de 78.797 estudiantes beneficiarios del programa Generación E. Un 60 por ciento han escogido universidades privadas y un 40 por ciento han elegido las universidades públicas. Para este año el plan educativo espera 84.000 jóvenes más, para completar los 158.000.