El agua es un bien necesario en la lucha contra la emergencia sanitaria por el coronavirus, ya que es la principal arma para evitar el contagio. Sin embargo, ante la escasez de agua en las zonas rurales de San Andrés, los habitantes han tenido que correr un mayor riesgo de contagio por la Covid-19. Esto se debe a que no cuentan con suficiente agua para lavarse las manos tantas veces como lo aconsejan los epidemiólogos, así como para realizar la desinfección y el aseo recomendado.
Según la encuesta de hábitat y usos socioeconómicos realizada por el DANE en febrero pasado, en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, únicamente 14,9% de las viviendas ubicadas en la zona rural cuentan con un sistema de acueducto, mientras que en el sector comercial solamente el 42,6% de las casas tiene acceso a este servicio.
Los economistas de la Universidad Nacional de Colombia, Diego Barrios y Johannie James, señalan en el artículo Valoración del uso del agua en la isla de San Andrés: turistas, hoteles y viviendas turísticas, que no se cuenta con cuerpos superficiales de agua para abastecerse. Solamente se dispone de dos acuíferos que satisfacen el 82% de la demanda local. El 18% restante proviene de la recolección de agua en cisternas, método de aprovisionamiento más utilizado por la población nativa, que se concentra especialmente en zonas rurales del centro y del suroriente de la isla.
Los sistemas de aprovisionamiento empleados por los habitantes de San Luis, Tom Hooker, Loma, Cove y Schonner Bight, barrios más afectados por la escasez de agua durante la pandemia, “no son suficientes, puesto que no toda la población tiene acceso a lo mismo y no garantiza la continua disponibilidad del agua”, dijo Catherine Archbold, Defensora del Pueblo de San Andrés, el pasado 2 octubre en entrevista con Plaza Capital. Esto es contrario a lo que sucede en el sector turístico, el cual cuenta con un servicio de acueducto las 24 horas del día.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda lavar las manos aproximadamente ocho veces al día con agua y jabón para prevenir el contagio por coronavirus. Con el fin de cumplir con este protocolo, Jaime Rubio, habitante del sector de Lost Bight, intenta hacerlo al menos seis veces al día. Por su parte, Xiomara Noriega, quien vive en Vista Hermosa, debe realizarlo cada vez que recibe dinero de aquellos clientes que ingresan a su tienda. En cambio, Marianela Herrera lo hace en momentos cuando es necesario, mínimo tres veces por día, ya que donde vive, en el barrio Natania, no se dispone de un sistema de acueducto y la población debe abastecerse con agua de carrotanque.
Gran parte de la comunidad debe comprar botellones de agua
Desde que empezó la emergencia sanitaria por Covid-19 no se ha presentado ninguna queja o reclamo por la escasez de agua en la Defensoría del Pueblo de San Andrés. De acuerdo con Catherine Archbold, “el Gobierno Departamental ha establecido un cronograma y adelantado jornadas de abastecimiento de agua para los sectores más vulnerables”.
Sin embargo, la realidad que viven algunos de sus residentes da cuenta de una problemática que persiste. Este es el caso de Maura Manuel, habitante del barrio La Loma, quien actualmente vive en una casa antigua que no cuenta con un sistema de acueducto y que solamente dispone de una cisterna que es utilizada para suministrar agua de lluvia. “Hay un vecino que nos regala agua, pero eso es un problema porque a veces le damos luz a cambio de este servicio”.
Gran parte de la comunidad nativa debe comprar botellones de agua que tienen un costo de 8.000 pesos y también bolsas de agua de $3.300 para abastecerse del líquido en medio de la pandemia. “Es un riesgo bastante alto no tener agua, lo necesitamos para el consumo. Muchas familias no cuentan con el dinero para comprar el botellón”, asegura Beatriz Jay, residente del barrio San Luis. Garantizar la higiene requiere una mayor adquisición de agua por parte de los residentes de la isla. Según Delford Brackman, Secretario de Servicios Públicos y Medio Ambiente de San Andrés, “el consumo si ha aumentado por lo que la comunidad está más en su casa, quieren desinfectar constantemente su hogar, las paredes, las calles y demás”.
A esto se suma la llegada de turistas y la sobrepoblación, factores que debilitan aún más los recursos para los habitantes del archipiélago. Frente a esto, un estudio realizado por la firma de Ingenieros Ángel y Rodríguez determinó que en San Andrés el consumo diario de agua de un turista es de 293 litros, mientras que un residente consume solo 150 litros. Durante la pandemia la cantidad de litros utilizados por los habitantes de la isla ha aumentado considerablemente, “cada familia está utilizando 450 litros al día”, señala Brackman.
Bajo ese contexto, es necesario tener presente y hacer conciencia sobre el problema del mal uso y desperdicio del agua durante la emergencia sanitaria. Con respecto a esto, Catherine Archbold menciona que independientemente de la pandemia, el ahorro del agua se ha convertido en una necesidad crucial a nivel mundial para garantizar la sostenibilidad del recurso hídrico. Es por esto que Jaime Rubio implementa entre sus medidas “cerrar las llaves, almacenar el agua que se toma de la lluvia e intentar utilizar lo básico para no desperdiciar el preciado líquido”.
Medidas tomadas por la Secretaría de Salud Pública y Medio Ambiente en San Andrés
Entre las medidas que se han tomado desde la Secretaria de Salud Pública y Medio Ambiente se destaca la implementación de un contrato de suministro de agua, que ha permitido llevar a los sectores más vulnerables de la isla aproximadamente entre 5,000 a 7,000 litros de agua semanalmente. También está la construcción en marcha de una planta desalinizadora de 50 litros por segundo, “en el sector de la Loma, zona rural, donde vamos a buscar esas viviendas en que el agua suele demorarse en llegar entre siete y ocho días, mientras que donde hay accesos a acueducto les llega cada cuatro horas por día”, menciona Delford Brackman.
Por otra parte, la Defensoría Regional “ha venido realizando acompañamiento y seguimiento a la comunidad raizal con los cronogramas de abastecimiento de los sectores más vulnerables por medio de los carrotanques del Gobierno Departamental y la Fuerza Pública”, expone Catherine Archbold. Con una población estimada de 73,221 habitantes y un territorio insular de sólo 27 kilómetros cuadrados, San Andrés presenta una densidad poblacional de más de 2,700 personas por kilómetros cuadrados. A esto se adiciona que según el último reporte presentado por el Ministerio de Salud con corte 18 de noviembre, en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina se presentaron 2.012 casos de contagio por coronavirus.
Estos factores hacen que la isla sea especialmente vulnerable a la propagación del Covid-19, pero también que sea necesario seguir ideando diferentes estrategias, con el fin de mitigar los problemas de continuidad en el servicio de agua potable y la inequidad en su prestación. De este modo se podrá reducir el riesgo de propagación del virus en San Andrés, en estos momentos cuando la escasez de agua sigue afectando a la comunidad raizal, especialmente a los que habitan en zonas rurales.