Algunas universidades de Bogotá se han sumado a la modalidad pet friendly con la cual se permite el ingreso de perros de compañía, no solo para personas con limitaciones visuales, sino mascotas de apoyo emocional que ayudan a sus dueños a sobrellevar una enfermedad de salud mental.
Según el protocolo de perros de apoyo emocional de la Universidad de los Andes, vigente desde 2022, los animales de apoyo emocional se definen como: "animales de compañía que alivian los síntomas de depresión, ansiedad o fobias". Sin embargo, no son animales entrenados para guiar a personas con discapacidad. Por ello, para aplicar a este reglamento exigen que el estudiante presente un "Certificado mascota de apoyo emocional", el cual debe ser emitido por un psicólogo clínico o médico psiquiatra, para permitir el ingreso del canino.
Por su parte, la Universidad El Bosque aplica un reglamento desde este año. Este protocolo es similar al de la Universidad de los Andes, sin embargo, hace una distinción entre perros de alerta médica, apoyo emocional, asistencia, servicio, terapia, guía y señal. Ambas universidades, exigen la presentación de un certificado que compruebe que el estudiante requiere del acompañamiento del perro en el campus para tener una mejor experiencia durante su jornada universitaria. Además, señalan unas zonas pet friendly, donde el animal puede estar para mantener un equilibrio entre el bienestar del perro de compañía y de la comunidad educativa.
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El dueño de la mascota debe contribuir a la armonía entre la comunidad educativa y el perro de apoyo emocional
El debate de los perros de compañía en las universidades de Bogotá
Paola Urueña, abogada y docente de la Universidad del Rosario, sugiere que es una decisión que no debe ser impuesta, sino que debe ser el resultado de un acuerdo. Para Urueña, un animal de compañía no solo beneficia al estudiante que requiere apoyo emocional, sino que fortalece las relaciones interpersonales en la comunidad universitaria.
“Al acariciar un perro, nuestro cerebro se mantiene mucho más activo. Este sería uno de los beneficios directos para las personas si se implementan este tipo de políticas en las universidades”, afirma.
Sin embargo, esta modalidad presenta desafíos como la limpieza y la seguridad, pues es importante “reglamentar muy bien esta modalidad para evitar problemas de contaminación y conflictos con los integrantes de la comunidad educativa”, expresa Urueña.
La Universidad EAFIT, dispone de zonas pet friendly en el campus principal @Cortesía Universidad EAFIT
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El director nacional de Inclusión Social y Derechos Humanos DD. HH., Carlos Felipe Arango, destaca que el vínculo que se adquiere con un perro es excepcional. Es por esto que el dueño de la mascota debe contribuir a la armonía entre la comunidad educativa y el perro de apoyo emocional. “Si en una clase particular, un estudiante o el docente a cargo tiene una alergia que le impide dirigir la clase, el dueño del perro debe ser tolerante y optar por dejar a su amigo peludo en la guardería”, afirma Arango.
“Los perros aman, salvan y sanan”. La Redzoocial, El Espectador @Laura Sofía De La Rosa Ortiz
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Claves para aplicar la Modalidad Pet Friendly
Para Héctor Hernández, concejal animalista de Pereira, es fundamental la compañía para los estudiantes que tienen un diagnóstico de salud mental, ya que “está comprobado que los animales ayudan a la persona porque ellos generan alegría al entorno”. También, aclara que la autonomía es clave para que la modalidad Pet Friendly sea efectiva.
“El dueño del perro debe cumplir con las normas básicas de convivencia como tener siempre correa, y bozal de manera opcional, si el perro es de una raza catalogada como peligrosa”, manifiesta Hernández. ”Los animales actúan por instinto y merecen garantías de bienestar, pero también se deben acordar zonas en dónde no sea permitida la entrada de estos como bibliotecas, plazoleta de comidas o en dónde alguien sea alérgico a los perros“, agrega.
Para las universidades que deseen implementar esta modalidad deben realizar adecuaciones de infraestructura que contribuyan al bienestar del animal de compañía y del estudiantado. Sin embargo, según Hernández, las metodologías de aprendizaje en el aula de clase no deben cambiar, pues el estudiante tiene la responsabilidad de tener el control de su mascota para que esta no sea un problema para el docente ni los compañeros.
